Capítulo Veintitrés

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Había llegado a mi departamento con los tacones en la mano y Santino detrás de mí, le había tocado traerme cuando me vio un manojo de nervios y al borde del llanto, pero no me iba a derrumbar, sabía que yo tenía la culpa, así que debía afrontar la consecuencia de mis decisiones.

—¿Que ocurre Bri? —pregunto Alba y la mire.

Se había quedado para cuidar a Giovanni, nos hizo el favor.

—Lo sabe —murmure.

—¿Sabe qué?, ¿quién? —pregunto Alba y me limpió las lágrimas.

—Calma rubia —pidió Santino.

No podía hablar, las lágrimas me retenían.

—Que sucede mi rubia —dijo Gio llegando a la sala y me lancé a sus brazos.

Desde el principio ha sido la persona ideal para derrumbarme, él siempre ha estado para mí, cada vez que me quería desahogar sabía que él era la persona correcta, ya que después estaría conmigo uniendo cada una de mis piezas rotas.

—Alejandro sabe que son mis amigos, sabe que soy una mentirosa —respondí y me miro curioso.

—Dios —murmuro Alba y miro a Santino.

—Sabe que soy una maraña de mentiras y lo más loco es que todavía falta más por descubrir —dije mientras me limpiaba las lágrimas.

—Tienes que contarle —pidió Santino y negué

—No le puedo contar cómo me jodieron tanto en el pasado, no puedo volver a sentirme destruida recordando esas heridas y viendo como una persona que tanto amo me mira con lastima —demande con la voz quebrada.

—No es lastima, es admiración, porque eres una guerrera, una sobreviviente de una batalla contra la vida y fuiste capaz de ser una valiente y seguir adelante —dijo Giovanni mientras me agarraba de las mejillas para que lo mirara a los ojos y podía notar la determinación en ellos.

—Gracias —murmure y beso mi coronilla.

Era el único que me entendía tan bien.

—Giovanni deberías estar acostado —reprocho Santino y me jalo del brazo para separarnos.

—Joder, me olvide que estas herido —murmure y levante su camisa para mirar el parche de su costado—. ¿Cómo seguiste?

—Cuesta hacer unas cosas, pero ahí vamos —respondió y se alejó de mi tacto.

—Bueno yo me voy —informo Santino y asentimos.

—El último cuarto —grite cuando desapareció por el pasillo.

No iba a dejar que se fuera con esa llovizna, podía pasarle algo.

—Noche de chicas —chillo Alba y me jalo hacia el pasillo.

Entramos a mi habitación y cerró la puerta, estaba muy emocionada y yo también, teníamos semanas sin tener una charla digna como las nuestras, necesitamos un momento para volver a sentirnos nosotras.

—Flaca, se te olvido esto —dijo Gio mientras movía un pote de helado de chocolate.

—Gracias mor —dije y besé su mejilla—. Pero la próxima toca.

Me estaba cambiando cuando entro bastante campante.

—Te he visto en ropa interior querida, nada nuevo para mi —dijo mientras me daba una nalgada y salía de mi cuarto.

Creo que llego el momento de darle un alto a esos arrebatos.

—Ahora si estamos solas —dijo Alba y se lanzó a mi cama.

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