Capítulo Cuarenta

567 47 5
                                    

Ya había salido del hospital, estaba un poquito adolorida por todos lados, pero decidí que hoy era el momento indicado para llamar a mi hermana, no la veía desde que le conté todo lo que paso con Charles, además que necesitaba un momento como los viejos tiempos.

—Señora la buscan —informó Antonio mientras llegaba a mi lado—, es su hermana.

—Gracias por avisar —dije mientras me levantaba de asiento.

—Tía —chilló mi sobrino mientras corría hacia mí.

Tenía más de una semana sin verlos y es horrible ver como el tiempo cambia todo, antes éramos más unidos y los días de pescado con papas sagrados, ahora nos vemos de manera esporádica y tengo mis siglos sin ir a esos días.

—Hola pequeño —salude mientras lo abrazaba.

—Mamá está enojada, cuidado —susurro mientras mi hermana entraba al patio con paso seguro y esa mirada que conozco bien, quiere cortarme en cuadritos.

—Hola hermana —salude mientras abría los brazos.

—Hola un coño, andas desaparecida por días, no me contestas el teléfono y cuando apareces solo envías un mensaje diciendo que si podía venir, me parece idiota tratarme así —reprocho mientras se cruzaba de brazos.

—Lo siento hermana, pero he tenido muchas cosas en la cabeza —admití mientras me sentaba en el banquito, no podía estar tanto tiempo parada por la herida.

—Pequeño puedes ir a jugar un rato —pidió mi hermana mientras le entregaba su camión de bomberos.

—Después quiero jugar con mi tía y comer galletas —demando mientras se alejaba un poco.

—Eso lo sacó de ti —comento mi hermana con una leve sonrisa.

—Solo tenemos que motivarlo a cumplir sus sueños —Miré a mi sobrino y sonreí, amaba como crecía cada día, siendo un niño tan alegre e inteligente.

—Necesitare de tu ayuda y no sirve si sigues desapareciendo así.

—Tuve que pensar en muchas cosas después de esa charla, además que he tenido problemas en el trabajo, pero quiero que sepas que me alejé para evitar asustarte.

Ella sabía porque decía eso último y entendía que era sobre la mafia y que no debía preguntar.

—Odio las mentiras piadosas Sabri, pero más odio que te hayas metido a ese mundo por mí.

—Tú no tienes la culpa hermana.

—Yo fui quien tuvo la idea de huir y mira donde terminaste —confesó mientras me abrazaba, así que la apreté a mi—, con unos amigos con cara de matones y en un trabajo extraño.

—Sara sabes que me salí de todo eso —mentí mientras acariciaba su cabello.

—Pero sé que suceden cosas y quiero ayudarte, pero siempre me evitas.

—No quiero meterte en esos problemas.

Esa era la verdad detrás de todas las mentiras, mantenerla a salvo.

—Entonces haremos como que todo está bien —Me miro con reproche.

Así hemos hecho los últimos cinco años.

—Y todo está bien, solo necesitaba unos días para reconectarme.

—Bien —Me miro desconfiada, sabía que no me creía, pero no seguirá insistiendo—, pero cuando eso ocurra al menos avisa, para no llenarle el teléfono de llamadas a tu novio.

—Esa es otra noticia que te tengo —dije y alcé la mano mostrando el anillo—, nos vamos a casar.

Se quedo muda por unos minutos, luego empezó a chillar y se me lanzó encima, lo cual hizo que soltara un quejido porque me clavó el codo en la herida.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora