Capítulo Cuarenta y Cuatro

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Hoy era el dichoso día del evento que nos trajo hasta aquí y el día donde todo disfrutaremos de una buena compañía, solo que no sabemos cómo pueda terminar, ya que el destino tiene sus jugadas y a veces no sabemos cómo baraja.

—Estoy nerviosa —confesé mientras arreglaba su corbata.

—Cielo todo saldrá bien —dijo Alejandro mientras colocaba una mano en mi cintura.

Asentí un poco dudosa y caminé hacia las niñas, las cuales estaban emocionadas por conocer a mi familia, ya que desde que llegamos solo hemos paseado por la ciudad.

—¿Listas? —pregunte mientras agarraba la manita de Joss por ser la más tímida.

—Solo tendrás que traducirnos —dijo Alicia mientras abrazaba a su padre.

—Mi tío aprendió a hablar italiano, no se preocupen tanto —dije divertida mientras empezaba a caminar hasta el salón de eventos.

—Señora la necesitan —informó Leo señalando su celular.

No estábamos solos, teníamos tres guardias que nos seguían a todos lados.

—Nada de trabajo por esta noche y eso te incluye Alejandro —demande viéndolo a los ojos y hizo un saludo militar.

—Como ordene jefa —respondió Alejandro y voltee los ojos.

—Ok —murmuró Leo mientras volvía a su puesto, al lado de Alicia.

Lo cual aún no sé qué son, pero he visto bastante miraditas los últimos días y ayer nos pidieron permiso para salir, lo cual me gusta, porque están empezando a salir como una pareja, ya no son un amor imposible.

—Les quiero advertir que puedo pasar de todo, no tengo una familia normal —dije viendo a todos bastante seria.

Podían pasar los años, pero ellos no cambiaran, los conozco.

—Estamos preparados —susurro Alejandro besando mi mejilla.

Cuando entramos quede impresionada por la hermosa decoración, ya que era un salón bastante pequeño, pero se podía apreciar las flores en cada lugar, esos pequeños adornos que simulaban cristales y una fuente de chocolate al fondo.

—Pequeña revoltosa —grito mi tío mientras me saludaba con la mano y caminaba hasta nosotros.

—Hola tío —salude mientras lo abrazaba y me daba vueltas en al aire—, quiero presentarte a mi prometido.

—Alejandro Santoni —saludo Alejandro ofreciendo su mano y mi tío lo miro de arriba abajo, pero igual acepto su mano.

—Adrián Rizzo, como ya sabías —dijo con voz imponente.

—Y ellas son mis hijas —dije mientras cargaba a Joss, la cual no perdía la costumbre de esconderse detrás de mis piernas cada vez que podía—, la mayor es Alicia, luego Martina y por último esta cosita asustadiza, Josselin.

—Un gusto niñas, a partir de ahora seré como su abuelo —dijo mi tío mientras abrazaba a cada una de forma efusiva.

Muchas noches hablábamos sobre esto y siempre me decía que ser padre es la mejor decisión del mundo y que tiene algunas fallas, pero si sabes manejarlo lograrás aprender.

—Abu..lo —murmuró Joss mientras colocaba una mano en su cabello.

—Que tierna —murmuró mi tío mientras le apretaba las mejillas.

—¿Tu eres como su papá? —pregunto Alicia y asentí.

—Yo fui quien la rescató después de que sus padres la corrieron de la casa, convirtiéndose así en mi hija —respondió mi tío mientras me besaba la mejilla.

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