Decidí irme esa misma noche, no podía seguir postergando esa agonía en el pecho, porque sabía que al no despedirme de nadie cometí un error, ya que a veces debemos ser sinceros aunque duela y callarse en el momento justo, un equilibro, pero nunca decir nada es muy diferente, porque estas postergando tu felicidad al veneficio de los demás y yo lo hice por mucho tiempo, creyendo que en algún momento estuvieran orgullosos de mí, pero al final me di cuenta que la única que conoce cuanto le costó llegar ahí, cuantas noches paso en vela estudiando el tema que más le costaba para mejorar la nota del examen anterior y cuantas lagrimas se secó para seguir, soy yo, así que a la única que debo impresionar es a mí misma.
Amor propio le dicen, para mi es ser feliz, salirme del esquema y crear uno propio y si eso deja un legado para otra gerencia creo que cumplí mi propósito, porque estamos para ser, no para complacer.
—¿Esta lista? —pregunto y se los juro que tome una bocanada de aire.
Ahora estábamos en la pista de aterrizaje y yo estaba agarrándome del asiento, porque no mentía cuando dije que odiaba los aviones.
—Si —dije un poco dudosa mientras me quitaba el cinturón y me dirigía a la salida.
—Valiente y arriesgada, me encanta —susurro Alejandro, haciendo que mi corazón se acelerara.
Cuando vi el panorama no creí lo mucho que había cambiado y menos que seis años después estaba pisando el suelo de Londres, cuando pensé que eso jamás fuera a pasar.
—Volví —murmuré para mi viendo el aeropuerto que nos vio partir hace seis años.
Muchos recuerdos, sentimientos e ideas pasaron por mi mente ese día, ahora estoy sintiendo lo mismo, volviendo hacer la chiquilla asustadiza con miedo a dejar a los que ama atrás y una vida hecha, para irse a hacerla de nuevo, sin saber que era lo que necesitaba, perderse para encontrarme.
—Mamá todo es muy bonito —comento Joss mientras bajaba las escaleras.
—Y solo has visto una parte —dije mientras arreglaba su cabello.
—¿Tu hermana? —pregunto Alicia mirando a todos lados.
—Ella llegará en dos días —dije mientras buscaba mi celular, debía llamar a la compañía del auto.
—¿Estaremos solos? —pregunto Martina jalando mi camisa.
—No, iremos a mi... —intenté decir, pero fui interrumpida.
—Sabrina Rizzo —llamo alguien detrás de mí.
—¿Quién eres? —pregunte bastante desconfiada mirándolo de arriba abajo.
—Es imposible que te olvides de mi
Y por ese tono prepotente supe enseguida quien era, es el guardia que seguía a Charles para todos lados y el cual también me cuidaba a mí.
—Rasca pulgas —murmure con fastidio y río.
—Que gusto verte caprichosa.
—Él es mi prometido y ellas mis hijas —dije señalando a cada una—, la mayor es Alicia, sigue Martina y Josselin.
—Alejandro Santoni, un gusto —dijo estrechando su mano.
—Soy Wilmer, pero su madre me dice rascas pulgas —se presentó con una sonrisa irónica.
Era un viejito cascarrabias, pero le tenía aprecio.
—¿Por qué? —pregunto Joss bastante curiosa.
—La cuido desde que tenía dieciséis, es claro que le fastidiaba —respondió mientras se encogía de hombros.
—Todo tiene sentido —murmuró Alicia y reí.
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Segundas Oportunidades
RomansSabrina Rizzo es una mujer que conoce valerse por si misma, le gusta ser la jefa de todo, pero eso implica ser una maraña de mentiras y ocultar lo que es o lo que conoce. Pero Alejandro Santoni queria desmantelar cada una de sus mentiras, conocer a...