Sabíamos las consecuencias, sabíamos que alguien las pagarías, pero no es fácil darte cuenta que después de tanta agonía ni siquiera recibes un respiro, porque te toca soportar las despedidas de aquellas almas que dieron la vida para que nosotras pudiéramos seguir soñando.
—Odio esta mierda —reproche mientras golpeaba la pared.
—Te vas a lastimar —reprocho mientras me agarraba de la cintura y me aprisionada contra su pecho.
—Es injusto tener que despedirse de las personas que llamabas familia.
Lo mire con los ojos aguados y me secó las lágrimas con las yemas de sus dedos, luego acaricio mi mejilla y me beso la coronilla.
—Cielo, sabíamos a lo que nos enfrentamos.
—Alejandro esto no es para mí, tengo corazón de pollo —confesé con un nudo en la garganta.
Cuando decidí buscarlo no esperé encontrar a Sergio tendido en el suelo, mientras Alejandro se peleaba con el francés a golpes, por eso no contestaba su radio.
—Sergio estará feliz de haberte tenido como última vista —aseguro con una sonrisa tranquilizadora y suspire.
—Cuando lleguemos a Italia le haremos una ceremonia digna a todos.
—Es el acuerdo, pero ahora debemos terminar todo con las demás mafias.
Lo abrase dejando recargar mi cabeza en su pecho y me agarro de la cintura para apretarme hacia él, dejando un espacio nulo y es que la verdad no quería despegarme de sus brazos.
—Solo dame un momento —pedí y asintió, solo que antes de irse me dio un beso corto.
—Otra cosa —dijo y lo miré curiosa—, ayer te llamé socia, pero hay otro significado.
—¿Cuál?
—No quiero que seas solamente la mano derecha de los sud jefes, quiero que seas la jefa y dueña de todo, que quiero decir, que ahora los dos seremos jefes de la mafia italiana, ya no necesitarás pedir permiso para hacer algo, ¿aceptas?
Lo mire sorprendida sin encontrar las palabras adecuadas, porque desde que inicie este mundo jamás aposté por llegar a los puestos más altos, pero cuando Giovanni y Santino me propusieron ese puesto de dama decidí aceptarlo porque sería el primer inicio para demostrarle al mundo que la mujer pude ser más de lo que ellos creen, solo que en el camino me conocí y en algunos otros aspectos me desconocí, pero así es este mundo, te consume de apoco.
Pero ahora apostar por ser la reina de una jodida mafia lo cambia todo, porque tendría el derecho de hacer los cambios que he deseado desde hace años y sería la primera mujer en obtener en ese papel, logrando así cambiar la historia.
—Mucho peso sobre mis hombros Alejandro —Lo mire con una pizca de miedo y coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Nos lo dividiremos, verás que si puedes cielo.
Si no me acopló vuelvo al puesto que tenía antes, que pierdo con intentarlo.
—Acepto —soltó con una leve sonrisa y abrazo, dándome vueltas en el aire.
—Ahora iremos a coordinar todo con las mafias y te dejaré la batuta, es tu ámbito, lo conoces mejor que yo —informo y asentí.
—Gracias tormenta, prometo no decepcionarte.
—Se que no será así.
Me beso de una manera lenta, dejando que nuestras bocas se disgustaran con el sabor del otro, dejando al descubierto lo más intensos placeres y los más tiernos sentimientos, porque somos una bomba y nos gusta serlo, así entendemos hasta qué punto podemos llegar, como ahora, sabemos que si nos dan rienda suelta terminaremos teniendo sexo aquí.
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Segundas Oportunidades
RomanceSabrina Rizzo es una mujer que conoce valerse por si misma, le gusta ser la jefa de todo, pero eso implica ser una maraña de mentiras y ocultar lo que es o lo que conoce. Pero Alejandro Santoni queria desmantelar cada una de sus mentiras, conocer a...