Capítulo Veintisiete

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Al día siguiente nos encontramos a domingo, lo cual significa que llego el día de la inauguración y de verdad que estoy bien orgullosa de mí, porque pasé de escribir mis sueños en una libreta a poder observarlos.

—No fue fácil, pero lo logré —murmure mientras observaba por la ventana el increíble atardecer

Porque aún recuerdo todo lo que me toco soportar para llegar aquí y no hablo solamente de noches sin dormir y trabajos con tratos asquerosos, no, hablo de volverme uno de ellos, una mafiosa sinvergüenza que no le importa cuantas víctimas cobra hasta que sus planes se hagan realidad y es claro que nunca pensé que me volvería una experta del sud mundo, pero esas vueltas de la vida son bien extrañas.

Y aunque me toco dejar a la Sabrina de Londres a un lado y crear una máscara nueva para esta versión, no me arrepentía, porque gracias a esos cambios es que logre seguir adelante.

—Flaca tenemos reunión —grito Giovanni y salté del susto.

—Voy —murmure mientras botaba el cigarrillo.

Estaba tan concentrada divagando en mis pensamientos que por un segundo se me olvido todo a mi alrededor.

—Todo saldrá bien flaca —Me abrazo por los hombros y suspire.

El día estuvo agitado, me la pase corriendo de un lado a otro para terminar los últimos detalles y aunque los nervios me ganan, confío en lo que dice.

—Lo sé, tengo fe.

—Entonces terminemos esto para que vayas y te pongas guapa, es una noche especial.

—Vale, pero llévame —pedí mientras lo miraba con un puchero.

Giovanni asintió mientras se volteaba, así que me subí a su espalda mientras el me agarraba de los muslos.

—No sé cómo caigo ante sus encantos —murmuró y reí.

Llegamos a la oficina de Santino, donde nos esperaban mis otros dos mejores amigos, los cuales estaban más serios de lo normal y eso solo significa problemas, lo cual se ha visto muy seguido por aquí, pero cuando comienzas una guerra entre mafias lo único que puedes esperar es destrucción a tu paso.

—Perdón la demora, me perdí en mis recuerdos —dije mientras me sentaba en ese cómodo sofá.

—Tenemos algo serio que decirte Sabrina —soltó Santino mientras me miraba a los ojos.

—¿Que sucede? —pregunte bastante seria, odiaba que algo se saliera de mis manos.

—Ya los franceses saben de tu existencia —respondió seco.

—Y los malditos chinos fueron los que hablaron —comento Giovanni y empecé a mover el pie, haciendo que el sonido del golpeteo resonara.

Manía que tengo cuando estoy nerviosa o impaciente.

—Pero tranquila, ya lo resolvimos —dijo Luigi y sonreí cínica, amaba los finales felices.

—No se preocupen, puedo cuidarme —demande seca mientras los miraba a todos.

No soy una novata, llevo casi cinco años en este mundo, he aprendido de todo y se cómo manejar este tipo de situaciones, el problema es que cuando eres invisible a nadie le importa si caminas a su lado, pero cuando te vuelves visible tu cabeza comienza a tener un valor.

Pero también significa que tengo poder y que los más altos rangos temen de mí, lo cual es una ventaja, porque nadie sabe hasta que nivel puedo llegar con tal de cumplir mi objetivo y los que creen saberlo están muy lejos como para contarlo.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora