Décimo Capítulo

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Era apenas un sabado y me sentía agotada, la noche anterior la pasé muy bien con los niños, me hicieron recordar mi infancia esos saltamontes, pero con Alejo fue todo tan raro, porque sabía que los dos nos estábamos conteniendo y no quería arrepentirme en un futuro sobre lo que no hice por miedo.

—Olvida el pasado y disfruta el presente —murmure mientras me veía al espejo.

Debía dejar de preocuparme por aquellas cosas que ya no tienen solución.

—Tía —dijo mi sobrino mientras tocaba la puerta.

Esa era mi alarma, debía comenzar con mi labor del día.

—Niños que pasa —pregunte mientras salía del baño.

Ayer a Joss y mi sobrino se les ocurrió la famosa idea de hacer una pijama, así que les leí un cuento y duramos un rato jugando, pero me emocionó que se llevaran bien, los dos ni convivían casi con niños de su edad así que esto fue casi un respiro.

—Tenemos hambre tía —dijo mi sobrino.

—Queremos tus deliciosos panqueques —dijo joss.

—Tu papá dirá que no se cocinar más que panqueques —dije divertida.

—Por fa —dijo joss con un puchero y reí.

—Esta bien —acepté.

—Yupi —dijo joss y choco los cinco con mi sobrino.

Salimos de la habitación mientras cargaba a Joss y agarraba a mi sobrino de la mano, quería evitar un accidente por esas escaleras, esos dos amaban correr como si los persiguieron, un día me darán un susto.

—Que sucede aquí —pregunte curiosa cuando entramos a la cocina.

Alicia tenía entre sus brazos a una bebé y estaba llorando bastante desesperada.

—Que bien que bajaste, necesito ayuda —dijo alicia bastante nerviosa.

Baje a Joss y me acerque donde Alicia para poder cargar a la bebé, era una nena de ojos azules con el cabello castaño, era hermosa.

—Vayan a jugar mientras preparo el desayuno, solo no se ensucien —dije mirando a los pequeños.

—No lo prometemos tía —dijo mi sobrino y suspire.

Esos dos tenían demasiada energía, así que no lo pensaron dos veces cuando ya estaba corriendo y saltando en el pateo.

—De quien es la bebé —pregunte curiosa mientras la mesia.

—Es de mi tía, pero esta hablando con mi papá y la dejo a mi cuidado —explicó alicia y la mire.

—Sabra Dios por qué —murmure y reímos—. Dejo algún biberón.

—Si, en el bolso —Lo busco y me lo entrego, por mi fortuna tenía la leche exacta.

—Gracias —Coloqué la bebé sobre mi pecho y le acerque el biberón.

Y la bebé lo acepto gustosa, tenía bastante hambre, se notaba en como chupaba el biberón y lo agarraba con sus manitas.

Aunque tenía mis siglos sin cuidar a un bebé, todavía sabia diferenciar las expresiones o llantos, logre descifrarlos después de noches desesperadas viendo el cielo buscando alguna ayuda, además la practica nunca se olvida y menos si te toco aprender a las malas.

—Cuantos meses tiene —pregunte y mire a la rubia

—Cuatro meses —respondió—. De verdad gracias Sabri, tenía unos minutos intentado saber que hacer.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora