Capítulo Veintiséis

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La semana había sido muy atareada y ver que llegamos a viernes se siente como una presión de que ya todo debe estar listo, pero hacer dos proyectos a la vez no es fácil y menos cuando tienes tres niñas que esperan para comer contigo.

—¿Cuantas faltan? —pregunto Marcello mientras se desordenaba el cabello.

Estábamos haciendo las entrevistas para los empleados de la discoteca, pero ya no damos para más.

—Esta es la última, aguanta —respondí mientras apretaba su hombro.

—No sé cómo sigues en pie.

—Costumbre.

—Siguiente —grito Marcello y la chica entro un poco nerviosa.

—Buenos días, digo tardes —saludo y negué divertida.

Acepté su currículo y empecé a leerlo mientras ella preparaba un coctel y me gusto como se desenvolvió, además que tenía buenas referencias.

—¿Fuiste mesera antes? —pregunte y asintió.

Dejo el trago en la mesa y Marcello lo probo.

—Si, pero puedo trabajar en donde me pongan, se limpiar, hacer tragos, cocino y atiendo bien a los clientes —añadió de manera rápida.

—El trago esta bueno —confeso Marcello mientras me miraba.

Se notaba, ya iba por la mitad.

—Luigi me dio muy buenas referencias tuyas y le creo.

—El me propuso trabajo, pero no me gustan las rutas, siento que es muy peligroso.

Me gustaban las personas sinceras.

—¿De qué quisieras trabajar?

—En la barra señora.

—Y aceptarías trabajar ocho horas seguida.

—Estoy dispuesta señora —comento seria y cerré la carpeta bastante complacida,

—Entonces tienes el trabajo, el domingo te quiero aquí a las ocho de la noche y espero que seas puntual —demande y me miro emocionada.

—Gracias, gracias, prometo no decepcionarla —dijo mientras abrazaba a Marcello.

Y entendía su emoción, porque a mí también me cerraron muchas puertas, pero logre seguir adelante y por esa razón estoy aquí.

—Eso espero —concluí seria y asintió.

Ella se fue y yo seguí observando los demás currículos, aún tenía que escoger cinco personas más, pero necesitaba un descanso, llevo todo el día de aquí para allá.

Porque en la mañana estuve en la fundación para organizar los carros de comida, los juegos mecánicos y algunos contratos, además de hacer un chequeo del lugar, luego me fui a almorzar con las niñas, pero me toco dejarlas con su padre porque tenía que hacer las entrevistas y son casi las siete de la noche y no se ve señales de que voy a terminar.

—Señora los de puerto rico esperan una confirmación —dijo Marcello mientras me mostraba su celular.

—Diles que primero quiero el dinero —demande seria y asintió.

Me debían una cuota vieja, así que no les hare nada, sin importarme las consecuencias.

—Cualquier cosa le paso el teléfono —informo Marcello mientras se alejaba.

En ese momento sonó mi celular y algo me dijo que la noche seria larga.

Llamada de Diablo:

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