Era una noche calidad de febrero había mucha clientela, el bar estaba a reventar lo cual era bueno ya que de verdad necesitaba las propinas.
—Buenas noches, que va a ordenar —dije llegando a la mesa de un hombre de ojos azules profundos que intrigan mil secretos y misterios.
Era guapo no sé puede negar, un caballero de porte elegante, cabello negro, ojos azules oscuros que con solo mirarte tienen una frialdad impresionante, todo en el grita misterio, además de tener una sonrisa encantadora y un buen físico junto a unas faciones definidas, musculoso y una voz ronca que te eriza la piel.
—Quiero un whisky —dijo serio.
—¿Botella o vaso?
—Botella, por favor
—Algo más
—Si —Sonrió ladino—, que te quedes conmigo cielo.
Ok lo galán le quita puntos.
—Disculpe señor pero tengo trabajo que hacer.
—Tienes garras fiera, me gusta.
—Ahorita vuelvo con su orden —concluí y me alejé lo más rápido posible.
Antes de llegar la barra voltie y el desconocido miraba un punto fijo pero cuando se dio cuenta que lo miraba me guiño un ojo, así que rápidamente agarre una botella de whisky para dirigirme a su mesa y irme de una buena vez.
—Aqui tienen señor —dije y le serví el whisky en un vaso con hielo.
—Le puedo hacer una pregunta señorita —dijo y asentí —. ¿Que se siente ser libre?
Bien esa es una sorpresa, nunca me habían preguntado algo así, pero por la pregunta y su mirada perdida llegue a la conclusión que algo le atormentaba.
—Se siente bien tomar tus propias decisiones.
—Hablo en el sentido en donde tienes todo un imperio bajo tus manos —Miro su vaso mientras lo revolvía.
—Bueno eso es una responsabilidad mayor, pero tienes que llegar a entender que tú no eres el único que la maneja o el único que necesita ese trabajo.
—Ahora si nos entendemos —dijo y levanto la mirada—. Te puedes sentar.
El tono de su voz fue lo que no me gustó, lo dijo como una orden, no como pregunta.
—Lo siento señor pero tengo trabajo —dije nerviosa.
—No fue una pregunta —Me agarró del brazo para sentarme en la silla que está al frente de él.
—Pero mi jefe... —Intente decir pero fui interrumpida.
—Yo hablaré con el, es un amigo mío.
—¿Quiere que le dé un consejo?
Me rendí en tratar de irme, además que de verdad me dio mucha curiosidad su pregunta y un consejo no sé le niega a nadie.
—Para eso están las meseras —Me miro divertido.
En eso el tenía razón, uno aparte de ser mesera, también es una mezcla de psicologa que se la pasa oyendo a la gente durante varias horas hablando de sus problemas para después darle tú opinión, ya que algunos prefieren el alcohol ya que los borrachos dicen la verdad, por algo este lugar se llama "El bar de los corazones rotos"
—Realmente para eso están los psicólogos pero si influye cuando eres mesera —Sonreí leve—, te toca dar consejos y opiniones.
—Y ¿quieres oír los míos?
ESTÁS LEYENDO
Segundas Oportunidades
Roman d'amourSabrina Rizzo es una mujer que conoce valerse por si misma, le gusta ser la jefa de todo, pero eso implica ser una maraña de mentiras y ocultar lo que es o lo que conoce. Pero Alejandro Santoni queria desmantelar cada una de sus mentiras, conocer a...