Capitulo 2

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—¿Crees que se conocían?  —preguntó una chica mientras sacudía sus brazos de un lado a otro.

—¡El muy idiota está buscando amigos!

—¡Uuh! ¿El ñoño tiene novia?

—No, no —dijo otro, totalmente convencido—. La chica es bastante guapa. Él es muy ñoño para ella.

Vanesa entró a la sala entre murmullos sin comprender absolutamente nada de lo que todos comentaban. Se limitó a ignorarlos por completo para regresar al puesto que había abandonado minutos antes. Tenía todas sus cosas encima de la mesa, y se acomodó para buscar alguna hoja y un lápiz. Necesitaba hacer algo, rayas estarían bien, daba igual, simplemente tenía que distraerse con algo mientras no llegara el profesor.

—¡Hola, soy Natalie! —gritó una chica que se detuvo justo frente a ella. Vanesa alzó la vista y se encontró con una rubia de enorme sonrisa.

Decidió corresponderle, aunque no con el ánimo que hubiese esperado.

—Soy Vanesa.

—¿Puedo sentarme a tu lado? —preguntó la chica, señalando el puesto vacío a su lado.

—Claro, supongo que es mejor que quedarse sola todo el año —murmuró lo suficientemente alto para que Natalie pudiese oírla.

No podía evitar demostrar lo poco contenta que se sentía estando en ese lugar.

—Sé que llegar a una escuela nueva no es nada divertido. —Vanesa encogió los hombros y suspiró. Natalie acomodó sus cosas sobre la mesa, tal y como ella lo había hecho segundos antes—. Este lugar es terrible para los nuevos —continuó la rubia—, son todos bastante creídos. En todo caso no importa,  pude ver que ya has hecho un amigo.

—¿Un amigo? —Natalie asintió, y Vanesa se preguntó qué estaría sucediéndole a todo el mundo. Ella no había querido sociabilizar, solamente rogaba porque el día transcurriera lo más rápido posible.

—Sí, Tom… el chico de cuarto.

—Ah, sí. —Vanesa rodó los ojos de forma exagerada—. Él solo tuvo la cortesía de avisarme que estaba en el baño equivocado. —Sonrió de lado, burlándose de sí misma. A Natalie no pareció importarle mucho y continuó:

—Pero no creo que tenga nada de malo ser amiga de ese chico. Es adorable, créeme, aunque no he hablado mucho con él. De hecho, nunca hemos hablado, pero es algo como de presencia, ¿no crees? El problema es que un completo sabiondo. Pienso que podrías sacar provecho de eso.

—¿Provecho? —Vanesa se afirmó sobre sus codos y la miró a la cara—. ¿Y eso qué tiene de malo? No entiendo qué intentas decirme.

Que Natalie no dejase de sonreír estaba empezando a exasperarle un poco. No era realmente molesta, y por eso mismo Vanesa se arrepentía de haberla saludado. No quería amigas, menos como ella. Lo único que haría sería distraerla, y eso no le convenía.

—Lo que sucede es que es un ñoño. No son muchas las personas que se acercan a él, así que no sé si sea fácil ir e intentar ser amiga de Tom. Es una pena que todo el mundo lo trate tan mal, pero le pasa por ser un ñoño.

—¿Un ñoño? —preguntó Vanesa—. Vaya, realmente eso no me lo esperaba. Podría sacarle provecho a esa carita que tiene. —Ignoró el gesto de asco que puso Natalie—. El problema es que se viste como la mierda.

—¿Esa carita? Sin ofender tus gustos ni nada, creo que está bien feíto. —Natalie encogió los hombros despreocupadamente y miró la hoja que Vanesa había empezado a rayar.

—Sí, bueno, da igual.

Lamentablemente, la chica le estaba resultando más agradable de lo que hubiese querido, y terminó resignándose a tan solo ser ella y dejar que la gente llegase a su lado si quería. No podría evitarlo por mucho tiempo. Quizás todo sucede por algo, se consoló, y dejó su intento de dibujo para concentrarse en Natalie, que parecía ansiosa por hacerle un par de preguntas.

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