A las siete de la tarde ya había oscurecido, la mayoría se encontraba alrededor de la fogata en donde calentaban sus manos y comían. Era un pequeño espacio techado en donde habían mesas de camping y sillas, no llegaba la nieve pero sí el frío.
No estaba lloviendo, pero era muy común que resonaran los truenos en el cielo. Todos disfrutaban de ellos, menos Vanesa, Tom lo sabía y no la había visto desde hacía horas.
No sabía si quería hablar con ella o no, una enorme sensación de incomodidad estaba alojada en su estómago desde que había hablado con Georg y recordaba todo lo que él le había dicho. Tom se había negado a creerlo, simplemente no podía ser así.
Era cierto que Vanesa estaba comportándose de manera extraña, que estaba muy melosa con él y cada vez que había tenido la oportunidad se había acercado a abrazarlo y besarlo. ¿Pero cómo podría ser posible que le gustase a su mejor amiga? Él se había dado cuenta que ella se estaba confundiendo un poco después de lo que había sucedido entre ambos, pero eso ya era otro nivel.
Definitivamente no quería encontrarse con Elisa, no sabía por qué, pero ya no le hacía ninguna ilusión estar con ella. Incluso la sola idea de tener que besarla o tener que tocarla no le agradaba demasiado. Desde que Georg había hablado con él no había podido dejar de pensar en Vanesa todo el resto del día.
Esa chica sin dudas se había convertido en su soporte. Desde que la había conocido, una seguridad que pensaba que no tenía había despertado en él. Quizás no había sido un cambio muy drástico el que había sufrido, pero estaba ahí y era palpable, y todo eso era gracias a ella, nadie más que ella. Nadie lo había querido ni apoyado como Vanesa. Nadie lo había cuidado y se había preocupado por él sin importar nada más como lo había hecho su mejor amiga. Ella era especial, era una de las mejores personas que él pudiese haber conocido en su vida. Nadie se le igualaba, su pecho se inflaba de puro cariño y orgullo por esa chica, pero su corazón estaba todavía como atrapado dentro de una caja y no sabía ni siquiera explicarse a él mismo lo que sentía. Le daba pavor.
Estaba claro que debía buscarla, pero no se atrevía, trataba de levantarse de su lugar y algo lo retenía, como si sus pies estuviesen atados al suelo. No se atrevía porque además estaba completamente seguro de que si estuviese a su lado no le diría nada, simplemente la besaría como lo había hecho la noche anterior. Eso le daba miedo. Él no era tan valiendo como ella para actuar así.
Un fuerte trueno resonó por todo el lugar, algunos gritaron. El cielo se iluminó como si fuese de día, los relámpagos no cesaban. Estaba claro que esa noche habría una enorme tormenta.
Pero Vanesa no se encontraba dentro del grupo, de seguro estaría por ahí vagando, probablemente muy asustada. Michelle estaba hablando animadamente con Georg, quien no le había hablado desde su conversación. Así que Vanesa estaba sola.
Elisa tampoco se encontraba en el grupo, algunos aún estaban bañándose aún, pero no había rastros de ninguna de las dos chicas.
Tom se alejó del lugar sin que nadie lo hubiese notado. Avanzó en silencio y miró a su alrededor buscando a Vanesa. Elisa ya no importaba, era su amiga quien estaba herida por su culpa y tenía que arreglarlo de alguna manera.
Comenzó a sentirse culpable de pronto y pateó con fuerzas una banca de madera cuando un nudo le apretó la garganta. No iba a llorar, no iba a hacerlo por mucho que tuviese ganas de hacerlo. No sucedía nada malo, no pasaba nada malo. Pero simplemente no lo podía evitar. Le dolía el no saber qué estaba sucediendo, le dolía saber que Vanesa quizás no quisiera saber nada más acerca de él, que ya no quisiera ser su amiga. Lo que menos deseaba era que Vanesa lo detestara.
Continuó su camino mientras secaba unas lágrimas injustificadas con la manga de su polerón. Seguía siendo muy débil.
Un nuevo trueno se escuchó, no con tantas fuerzas, y luego el cielo completo se iluminó por una brillante luz. A él lo que más le gustaba de ese lugar era exactamente eso. La lluvia, la nieve, truenos y relámpagos, incluso los rayos. Pero no pudo evitar imaginar a Vanesa oculta por ahí, debía de estar aterrada. El simple hecho de pensar en esa posibilidad lo hizo comenzar a buscarla con desesperación.
Ella no aparecía, y seguramente él estaba exagerando, pero por su cabeza comenzaron a pasar una y otra vez imágenes de Vanesa en peligro. Recordó a Max, y recordó la expresión de pánico en su cara.
Tom siguió buscando hasta que las escuchó.
—¡Déjame en paz!
—¡No! ¡Déjalo tú, déjalo en paz, hazlo!
—¡No quiero discutir mas contigo! —Tom las oyó con claridad, eran ellas, estaban discutiendo y no pudo comprender por qué peleaban a esas horas y en ese lugar.
—¡Pues lo siento, fuiste tú quien me volvió a buscar! —Vanesa gritó, estaba alterada. Tom nunca la había escuchado pelear de esa manera. Su voz sonaba rota, pero también se notaba que estaba muy molesta.
¿Por qué Elisa la había buscado?
—¡Ya no quiero escucharte! —Elisa intentó marcharse, Tom la vio a un par de metros de distancia, aún así Vanesa la retuvo.
—Tendrás que hacerlo.
—No...
—Lo harás, ¿y sabes por qué? Porque no voy a permitir que juegues así, no te lo mereces. Pero si él decide darte una oportunidad tienes que tener claro una sola cosa, hazle daño y te dejaré sin ni un solo feo cabello en la cabeza.
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Mi Nerd Favorito.
RomanceTom no era el típico chico popular de la escuela que tenía cientos de amigos y chicas rendidas a sus pies. Él tenía un algo que lo hacía especial y muy diferente a todos quienes lo rodeaban. Lo único malo era que eso simplemente Vanesa podía notarlo...