Tom había preferido no contarle a Vanesa lo que había sucedido durante la tarde con Simone. Había sido demasiado humillante y no quería tener que hacerla pasar por lo mismo. Al menos había aclarado un par de cosas con su madre. Ahora ella sabía que mejor era no meterse en esos asuntos o se podía llevar no muy gratas sorpresas.
Era el día de su cumpleaños por fin, estaba cumpliendo diecisiete años y como nunca, toda su familia estaba reunida en casa. Incluso sus amigos estaban haciéndole compañía esa tarde.
Georg y Natalie habían desaparecido unos minutos, no sabía exactamente dónde estaban. Michelle estaba conversando con Chris, cosa que le resultó un tanto extraño porque no sabía que ambos se ya conocían. Vanesa, como era de esperar, estaba siguiéndolo a todos lados. Le hacía gracia que a ella no le interesara entablar conversación con nadie, ni siquiera con sus propios amigos.
Simone había invitado solo a los justos, aun así, su casa no era tan grande así que daba la impresión de que habían demasiadas personas. No iba a quejarse, Tom estaba sumamente contento, pero todavía seguía faltándole alguien sumamente importante.
Él estaba más que ansioso por que Simone le había dicho que tenía una sorpresa para él. Vanesa le había dicho que ya sabía qué era, pero no había querido decírselo.
—Ahora estás más viejo.
—Deja de decirme eso, ya perdí la cuenta de cuántas veces has intentado burlarte de mí. No funciona.
Vanesa frunció los labios y se dejó caer sobre el sillón junto a una prima de Tom a la cual no había visto en su vida. La niña era un poco extraña así que por eso no se atrevió a hablarle.
—Vale, entiendo. —Tom se encogió de hombros—. ¿Pero te habías dado cuenta que ya te están saliendo canas?
Él se tocó el cabello, asustado.
—¿Qué?
—Tienes una cana.
Él no se rió, pero sí lo hizo la niña junto a ella. Fue lo más extraño que vieron durante el día.
A las nueve, Simone aún insistía en que no era buena idea partir el pastel. Tom lo único que quería era comer, pero ella estaba atenta por cada vez que él había intentado ingresar a la cocina para sacarlo.
—¡Tengo hambre!
—Tom, has comido demasiado. No entiendo cómo sigues hambriento. Después de esto habrás subido tres kilos.
Él casi lo creyó y se levantó la camiseta para ver su abdomen con ilusión. Vanesa se echó a reír y le palmó el vientre plano.
—Oh.
—No, Tom, estás igual de flaco.
Él pareció incluso decepcionado, pero lo olvidó de inmediato a penas escuchó un automóvil detenerse fuera de su casa. Cuando miró por la ventana y vio a Gordon, creyó que iba a echarse a llorar. Abrió la puerta y lo abrazó como si no lo hubiese visto desde hacía años. Fue bastante conmovedor. Vanesa no pudo esperar a que Bill se bajase del auto, estaba ansiosa y le sudaban las manos. Cuando el chico apareció, ella vio en Tom la mayor expresión de ilusión de todas.
Ella lloró incluso antes que él, quien todavía no era capaz de reaccionar ante lo que veía.
Cuando Bill se acercó, la mayoría decidió retirarse para darles espacio. Tom parecía un niño de diez años, saltó y abrazó a su hermano por al menos diez minutos.
Definitivamente había sido una buena idea traerlo.
.
Él era muy distinto a Tom. El cabello de Bill era corto y de color negro como el de Gordon. Vanesa pensó que Tom debía de estar loco cuando se había considerado delgado, porque Bill definitivamente superaba todos los límites.
Se parecían mucho, pero Bill era un poco más bajo y no parecía ser nada tímido. Vanesa creyó que él era muy guapo, pero no se comparaba a Tom. Eran polos opuestos.
—Es un gusto conocerte.
Bill la apretó entre sus brazos como si fuese una buena amiga de toda la vida, como si él estuviese realmente contento de verla y conocerla. Vanesa no conocía sobre aquel vínculo que había entre Tom y su hermano, no sabía que el pelinegro la adoraba simplemente porque su hermano estaba feliz con ella.
Ella le correspondió a su abrazo con emoción y luego se dejó guiar por Bill junto a Tom, quien terminó la tarea de presentarlos mejor.
Ellos se quedaron juntos toda la tarde, hasta que la familia de Tom empezó a retirarse y Vanesa vio conveniente entregar de una vez el regalo que le había comprado a su amigo. Había sido todo un verdadero desafío para ella, porque no había tenido ni la menor idea de qué comprarle. Con Natalie y Michelle habían recorrido cientos de lugares en el centro de Hamburgo. Georg no había sido un buen aporte, mucho menos Chris, quién había insistido en que una buena revista Playboy bastaría.
Eso ya estaba pasado de moda.
Finalmente, ella por cuenta propia había encontrado algo. No le había dicho a nadie de qué se trataba con la excusa de ser algo personal, un pequeño detalle sin importancia. Incluso había obligado a Bill a salir de la habitación de Tom, porque al final, para ella no era un simple regalo. Era especial.
—¿Por qué tanto misterio? —Vanesa se encogió de hombros y abrió su bolso con el paquete en su interior.
—Quizás te parezca extraño, feo o cursi, si no te gusta solo me lo dices, ¿vale? No es nada increíble y puedo entender si...
—¡Ya! —Tom le arrebató el paquete de sus manos y empezó a desenvolverlo.
Vanesa entrecerró los ojos y lo miró en silencio. Estaba aterrada por lo que Tom pudiese pensar o decir. Ella no quería que él malinterpretase las cosas.
—Yo, perdón, si no te gustó puedes...
—No —Tom la interrumpió y levantó entre sus manos el brillante llavero colgante. Llevaba dos letras iniciales de ambos nombres. Él lo miró en silencio y Vanesa se mordió los labios.
—Tom...
—Me gusta —él levantó la mirada y la observó en silencio. Vanesa quedó completamente enmudecida y no supo qué pensar—. Está muy lindo, gracias.
Él le devolvió el gesto inclinándose hacia ella y dándole un beso. Vanesa quedó impresionada mientras buscaba sobre qué sostenerse.
Cuando él se apartó en silencio, ella rompió la tensión volviendo a buscar en su bolso y sacando del interior la revista que Chris le había puesto ahí horas antes.
Tom la miró enmudecido.
—Chris la compró. Dijo que sería suficiente con esto para obsequiarte. Tenla.
Tom se echó a reír y sin reclamar nada la aceptó. Internamente se lo agradeció a su amigo, de todas formas esa revista era parte de una colección y precisamente era la que no tenía.
ESTÁS LEYENDO
Mi Nerd Favorito.
RomanceTom no era el típico chico popular de la escuela que tenía cientos de amigos y chicas rendidas a sus pies. Él tenía un algo que lo hacía especial y muy diferente a todos quienes lo rodeaban. Lo único malo era que eso simplemente Vanesa podía notarlo...