Ella sabía que un simple beso podía significar absolutamente nada, así mismo como significarlo absolutamente todo.
Ella nunca hubiese imaginado que alguien pudiese matar sus ilusiones así. Su corazón nunca antes le había dolido de aquella magnitud. Era como si se hubiese partido en dos, se le cortó incluso la respiración. Pero era su culpa, debía de haberlo supuesto, Tom le había dado señales confusas y ella había preferido pensar que las cosas saldrían bien. Por unos segundos había caído en la falsa ilusión de que él la amaba. Pero al parecer no había sido así.
Lo peor, Vanesa lo anhelaba tanto que todavía, incluso después de todo, aún creía que él sí podía quererla. Estaba tan triste, pero también estaba tan enojada. Sentía un poco de miedo de ella misma por las cosas que deseaba hacer. Nada le importaba, solo quería destruirla. Lo peor, esa chica no tenía la culpa de lo que sucedía.
Quizás Tom nunca fuese a comprenderlo. No sabía ya si era demasiado ingenuo o quizás muy estúpido.
Le había hecho a Vanesa, con ese beso a Elisa, el daño más grande de todos, y ella ni siquiera tenía derecho a quejarse.
Pero Tom era solo un niño, y seguiría siéndolo por siempre si no dejaba que aquellas inseguridades se esfumaran pronto de su cabeza. Frente a sus ojos estaba quien podría quererlo, pero no quería abrirlos. No quería ver que la persona delante de él era la incorrecta.
Vanesa iba a tener que enfrentarlos, no porque así lo deseara en esos momentos, pero estaba cansada y Tom estaba con ella justo a la entrada de la cabaña.
Cuando avanzó a paso lento y ambos la miraron con asombro, Vanesa supo que no iba a poder resistirlo mucho tiempo, así que ahogando unos minutos sus lágrimas, pasó por el lado de ambos lo más rápido que sus piernas dieron y entró cerrando fuertemente la puerta..
Ya no quería seguir llorando, pero simplemente no podía detenerse. Todo eso estaba comenzando recién.
Era tan injusto, estaba muy arrepentida de no haberle contado a Tom antes lo que sentía por él. Elisa había sido más rápida que ella. Aunque no le importaba actuar de manera egoísta. No le importaba realmente lo que Elisa pudiese sentir. Ella estaba enamorada y no pensaba permitir que Tom sintiese eso por alguien más.
Su sangre le hervía, era hasta doloroso, y mientras estrujaba entre sus manos la almohada no podía sacar de su mente esa imagen de los dos besándose. Le parecía asqueroso, era una imagen realmente desagradable. No quería permitirlo, pero el problema es que aún no sabía cómo poder impedirlo.
Él no ayudaba.
—Nos ha visto. —Elisa sonrió, eso había bastado para que Vanesa comprendiera, pero al parecer Tom estaba aterrado y a ella le costó entender por qué.
—Lo siento, Elisa —La castaña frunció el ceño—. De verdad lo lamento mucho, pero no me interesas así... tú no.
Tom se dio media vuelta y subió los cortos escalones de madera hasta acercarse a la puerta de entrada y la oyó dentro sollozando.
—Idiota, un idiota, eso es lo que soy.
Cuando abrió la puerta, la vio cubrirse la cabeza con las mantas para ocultarse de su vista.
Él intentó dejar de lado ese sentimiento de culpabilidad, trataría de hacer las cosas bien y de enmendar su error. Solo esperaba que ella pudiese perdonarlo, de lo contrario sentía que podía perder todo lo que realmente le importaba.
Sin avisar, se sentó junto a Vanesa e intentó descubrirla. Ella no se lo permitió.
—Vanesa...
ESTÁS LEYENDO
Mi Nerd Favorito.
RomanceTom no era el típico chico popular de la escuela que tenía cientos de amigos y chicas rendidas a sus pies. Él tenía un algo que lo hacía especial y muy diferente a todos quienes lo rodeaban. Lo único malo era que eso simplemente Vanesa podía notarlo...