Capítulo 61

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—¿Algo que debas contarme?

—Georg, no sé de cuantas maneras debo decirlo para que lo entiendas. Quiero estar solo, nada más.

—No voy a dejarte solo, Tom. No sirve de nada que insistas. Dime ahora qué fue todo ese espectáculo. ¿En qué estabas pensando? ¿Cómo has sido tan cruel con Vanesa? —Él frunció el ceño y observó a Georg con confusión—. Sí, y no pongas esa cara. Ella es tu mejor amiga, ¿acaso se te olvidó?

—¿De qué me estás hablando?

—¡No te hagas el imbécil! Ella misma me contó. —Tom bajó la mirada.

Sabía que había dejado a su amiga en medio de una conversación, pero jamás hubiese imaginado cuánto podría haberle afectado. Vanesa había visto todo lo que Elisa había hecho, por tanto, daba por hecho que ella sabía que necesitaría posponer un poco su conversación para resolver aquel asunto.

—Bueno, quizás está exagerando. —Georg abrió la boca, estaba indignado. Tom aún no comprendía nada, era realmente estúpido, ni siquiera se había dado cuenta del daño que le había provocado a su amiga.

—¡No puedes ser tan idiota!

—¡¿Qué?! ¿Por qué? No he hecho nada.

—Sí lo has hecho, pero es suficiente. —El castaño lo señaló amenazante—. No voy a permitir que Elisa se te vuelva acercar. No es para ti, además.

—¿Qué? No tengo la menor idea de qué estás hablando. Además, ¿por qué dices eso?

—En primer lugar... —el castaño suspiró. Debía tomárselo todo con suma calma, sabía que Tom era un poco lento, pero nunca hubiese imaginado que tanto—. Elisa y yo nos acostamos.

—¿Debería sorprenderme? —Aún así Tom lo estaba, pero intentó no demostrarlo. Era mejor no haberse enterado.

—Mira, Tom —Georg le obligó a sentarse—, eres mi amigo y por eso voy a decírtelo. Realmente esto de Elisa no me convence. Quizás sí, le gustas, eso es genial. Pero ella a ti no te gusta, y esto tampoco debe pasar. Ella no es para ti, no se parecen en nada. Ella es mayor, tiene una mentalidad muy diferente a la tuya. Y el principal problema es que estás arriesgándote a perder algo mucho mejor, y es algo que ti realmente te importa.

Tom no supo qué contestar. Parecía que últimamente todo el mundo se había puesto en su contra. No había hecho absolutamente nada malo e inadecuado, y que Elisa lo hubiese besado no había sido su culpa. Vanesa lo sabía, ella los había visto, ¿entonces por qué le afectaba tanto?

Tal vez era cierto y sentía celos. Eran amigos y quizás temía que fuese a cambiarla, cosa que no pasaría jamás.

Después de todo no era demasiado extraño cómo ella se sentía con respecto a Elisa. Él también había sentido celos de Max, lo había visto como una amenaza antes que todo pasara.

Ahora podía comprender mejor.

—Yo no voy a dejarla a un lado... ella es mi amiga.

—¿La quieres?

—¿Qué? Claro que sí.

—No, Tom, no entiendes. ¿La quieres de verdad, la quieres como yo quiero a Natalie?

Tom frunció el ceño.

—¿A qué quieres llegar? Ya te dije antes que Vanesa no me gusta.

—Pues tú a ella sí.

Eso se sintió como si un balde de agua fría le hubiese caído encima. Tom supuso que su amigo estaba probándolo, pero aún así no pudo evitar que se le revolviera el estómago.

—No digas estupideces.

—¿Estupideces?

—Claro, eso no es cierto.

 —¿Entonces cómo podrías explicar el comportamiento que está teniendo últimamente? ¿Cómo explicas todo lo que ha pasado con ella? ¿Tú crees que esas son actitudes de una persona a la cual no le gustas? Escúchame una cosa, Tom. Besa a Elisa, bésala en frente de Vanesa una vez más, y si vuelves a hacerle llorar seré yo quien se encargue de romperte la boca.

Sin decir más, sin saber si lo que había hecho estaba bien o no, el castaño se puso de pie y dejó a su mejor amigo solo.

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