Capitulo 8

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Después de Tom había sido el turno de Vanesa. Primero se había desahogado con su amiga, pero al momento de llegar a casa, su madre la había encontrado ahogada en un mar de lágrimas sobre su cama.

No había sido un buen día para la pelirroja, de hecho, no tenía ningún buen día desde que habían iniciado las clases, y cada vez era peor.

Después del conflicto en la cafetería, Natalie había salido a buscarla por todos lados, pero cuando la vio con Tom se quedó a esperar hasta que Vanesa regresó a su lado.

—Debes intentar calmarte —dijo Diana, pero Vanesa estaba muy enojada. Más que eso, ella estaba completamente indignada.

—Es que, es que… no es justo. —Limpió sus lágrimas, pero otras volvieron a caer enseguida.

—Lo sé, pequeña, pero nada es justo. ¿Él y tú son amigos? —Vanesa agitó la cabeza un par de veces, entonces Diana no necesitó preguntarle por qué lloraba. Estaba más que claro.

—Nos saludamos a veces, pero hoy ha sido la primera vez que hablamos durante un largo rato.

La mamá de Vanesa, aun sin conocer a Tom, había sentido una pena horrible por él. Su situación era bastante triste, y entendía la angustia de su hija. Estaba orgullosa de ella porque, a pesar de todo, había hecho lo correcto, y sabía que Tom le estaría eternamente agradecido.

—Ahora, más que nada, no debes de dejarlo solo. Que no te importe lo que digan los demás.

—Sabes que eso haré —dijo la pelirroja—. Nunca me ha importado mucho la opinión de personas que no me conocen. Puedo hacer lo que quiera, y es… —Ya iba de nuevo, pero se contuvo y tomó un profundo respiro para no llorar—, es una pena que Tom no piense igual. Él debería protegerse, debería, aunque sepa que no le ganaría a todos esos chicos, defenderse de los que intentan hacerle daño. Debería hacerlo.

Diana se limitó a encoger sus hombros, secó unas lágrimas que empapaban el rostro de Vanesa y esperó a que se volviese a tranquilizar.

—Tal vez siente miedo, tal vez no tiene la confianza y el valor suficiente para enfrentarse a esa gente. Puede que su amigo, como me has dicho, lo ha protegido de los demás toda su vida y nunca dejó a Tom hacerlo por sí mismo.

—No lo sé, pero Georg no me agrada. —Vanesa se acomodó sobre su cama y finalmente sonrió de mala gana—. Nat está completamente obsesionada con él. No es feo, no…, pero no sé.

—Te gustan más como Tom, ¿o me equivoco? —Vanesa se tornó del color de su cabello. ¿Cómo podía su mamá hacer eso? ¿Era adivina?—. No me equivoco. —Diana suspiró, entonces Vanesa bajó la mirada inmediatamente. Se resignó a no ser capaz de nunca poder ocultarle algo a su mamá—. No te pongas así, no tiene nada de malo. Ahora entiendo por qué has actuado así cuando lo molestaban. Sé que hubieses ayudado a otro, pero Tom es especial.

—No lo conozco.

—Eso no importa. Cuando se trata de gustos no hay nada escrito. Él te gusta aunque no lo conozcas…, pero sé que ves más de él que el resto de la gente. ¿Es muy tímido?

Vanesa pensó unos segundos antes de responder. Al final encogió los hombros y volvió a mirar a Diana.

—No, bueno… quizás lo sea un poco. Creo que cuando está en público sí, pero conmigo no lo pareció.

—No es muy difícil confiar en ti. —Vanesa rió avergonzada—. Ya verás que todo saldrá perfecto.

*  *  *

—Oye, eso fue realmente sorprendente —habló Fred, un chico de la misma clase de Vanesa que se le acercó una vez estuvieron en la sala—. Jamás creí que alguien tuviese las agallas para hacer eso. ¿Tom y tú son amigos?

Vanesa se limitó a levantar sus hombros tranquilamente.

Aparte de Fred, había más chicos y chicas rodeándola, todos curiosos por saber las razones de la pelirroja para haber actuado en contra de Adam el día anterior durante el almuerzo.

—Eres la heroína de Tom.

—Era hora de que alguien pusiera a esos matones en su lugar. ¿Adam no te hizo daño, o sí?

—No, solo me dolió un poco el trasero —dijo Vanesa, un tanto cohibida por los halagos del resto.

—Creo que yo he sido un hijo de puta con él —comentó Fred—. Me siento un poco avergonzado. Ahora, después de verte a ti, la culpabilidad me come. Nunca lo he molestado directamente, pero sí me he reído de él muchas veces a sus espaldas. —Vanesa suspiró. Lo bueno era que el chico estaba arrepentido—. Tom es muy amable con el resto. Que sea feo es otra cosa. —Natalie pudo ver que Vanesa comenzaba a molestarse, pero le advirtió que lo mejor sería guardar la calma si no quería que medio mundo se enterara que le gustaba—. Sé que es un muy buen chico, deberíamos pedirle perdón —concluyó con el pecho inflado de orgullo.

—Me creerán loca —Se unió otra compañera a la conversación—, pero yo siempre he encontrado a Tom bastante atractivo, a pesar de vestir tan feo.

Natalie rió, especialmente cuando a Vanesa le salió humo por los oídos. Daba la impresión de que deseaba saltar sobre esa chica y cerrar sus manos alrededor de su cuello.

Debía aprender a controlarse. Tom no le pertenecía.                           

—¿Atractivo? ¿Estás loca? Bueno… —Fred rió—, cada uno con sus gustos.

—¿Qué insinúas? —le reclamó la chica—. ¿No puedes aceptar que un niño como él sea más apuesto que tú?

Fred se echó hacia atrás, claramente ofendido.

—¡¿Qué dices?! —gritó él, y Natalie se echó a reír con más ganas.

—Ya, ya, detengan el show. No hablen más de eso, ¿sí?

Vanesa hacía rato que se había apartado de la conversación, especialmente porque Natalie no hacía más que burlarse de ella.

Debía reconocer que tenía un poco de celos, pero no se podía quejar. Había sido increíble conocer a Tom, y si él la había dejado estar a su lado en un mal momento era por algo.

*  *  *

—¡Ey, Vanesa! Vamos, no te pongas celosa. Ni que Tom fuese tu novio

—¿Quién está celosa? —atacó la pelirroja, caminando a paso rápido por el pasillo para alejarse.

—Tú.

—¡No!

—Claro que sí —insistió Natalie.

—Claro que no. —Vanesa se detuvo a esperar a su amiga—. Y si lo estuviera ¿qué? ¿Tú cómo te sientes cuando una chica dice que se siente atraída por Georg? —Nat suspiró.

—Estoy acostumbrada a eso. Él para mí es una especie de amor platónico. Todas quieren estar con Georg, y eso me jode.

—¿Cuál es la diferencia con Tom? —preguntó Vanesa—. ¡Por favor! Él no es un Dios griego o algo parecido. Si lo intentas puedes tener posibilidades con él. Eres guapa.

Natalie se lo pensó un rato, pero acabó riendo junto a Vanesa.

Definitivamente… no.

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