Mi Nerd Favorito.

Capítulo 52

—Creo que no podré dormir —dijo Tom.

Vanesa, muy por el contrario estaba a punto de hacerlo, pero quería oírlo y eso la obligaba a mantenerse con los ojos abiertos.O a al menos intentarlo.

Su voz cansada y grave le susurraba en la nuca. Ella realmente esta gozando como nunca antes.

—Yo sí, estoy cansada.

—Creo que es tu turno soportarme.

—Uy, Tom. 

Él la apretó un poco más y Vanesa se estremeció. Instintivamente se amoldó a la forma del cuerpo del otro.

—¿Por qué haces esos sonidos? No es la primera vez que te escucho. Ronroneas como si fueras un gatito. 

Ella iba a voltearse y a besarlo hasta cansarse. Ya no había nadie que pudiese interrumpirlos, estaban todos dormidos.

—No sé, es que me gusta.

—¿Qué cosa?

—Eso que haces, yo... —Vanesa suspiró. Volvería a intentarlo—. Me gusta eso que haces en mi nuca.

—Solo estoy hablándote.

—Se siente bien. 

Tom no comprendió, aunque tampoco le importó demasiado.

—Vanesa.

—¿Qué?

—Yo entiendo que no quieras hablar. No, en realidad yo no entiendo absolutamente nada —se retractó—. Quizás no quieres que lo pregunte, pero yo sí necesito hacerlo y debes responderme con la verdad. Sé clara conmigo por favor

Vanesa se tensó de inmediato. Tom intentó apartarse pero ella le sostuvo las manos con fuerzas, impidiéndoselo.

—¿De qué hablas?

—¿Por qué me besas y luego huyes?

Ella sabía, lo sabía, Tom en algún momento lo peguntaría, y esa era exactamente la oportunidad para hablar. No había ninguna posibilidad de esconderse de él, y Tom merecía saberlo.

—Yo.

—No voy a molestarme, no voy a recriminarte nada, de verdad. Pero entiende que es normal que me sienta confundido.

—Tom...

—Podemos decirnos las cosas, Vanesa, somos amigos. Si es que tú lo haces por lástima, o qué se yo...

—¡Tom!

—¿Qué?

—No vuelvas a decir una cosa así, ¿me oíste bien? 

Esta vez, ella fue quién se volteó para enfrentarlo. Tom estaba loco. ¿Cómo se atrevía a creer una cosa así? ¿Acaso pensaba que no era lo suficientemente valioso para ella como para pensar algo así?

—Pero...

 —No, Tom, nada de peros. Jamás lo vuelvas a decir eso, porque tú sabes que no es así.

—No, no lo sé, y por eso te lo pregunto. Basta de rodeos entonces y dímelo de una vez por todas.

—¿Qué te diga qué? —Vanesa lo observó, o eso intentó. No había pasado ni media hora y estaba muy, muy oscuro.

—Por qué lo haces, por qué me besas. No quieres que te lo pregunte, pero por qué huyes luego. Hay mucho que no comprendo y no sé por qué no quieres decírmelo.

Vanesa cerró los ojos, aunque sabía él no podía verla. Estaba completamente sonrojada y buscó sus manos bajo las sábanas para tomarlas.

—Porque me gusta hacerlo, me gusta besarte. No quiero hablar porque me avergüenza, no me atrevo a verte a la cara luego de hacerlo. Me da pavor, no sé cómo vas a reaccionar si te lo digo y yo no sé qué piensas tú acerca de todo esto, no sé qué pasa por tu mente y tengo miedo.