Capítulo 38

17.4K 1.2K 66
                                    

—Vale, ya estás poniéndote un poco tonta. La clase empezó hace bastante rato, no quiero que nos encuentren.

—¡Pues anda! —Vanesa no abrió la puerta y Nat seguía tocando, insistiéndole en que saliera y entraran a clases—. No estoy obligándote a hacerme compañía.

—No quiero dejarte aquí.

—Si te preocupa que vaya a cortarme los brazos, no lo haré. Tampoco quiero morir tan joven, menos por un hombre. Eso sería humillante —habló la pelirroja con un tono cargado de ironía.

—No me causa gracia, además, eres tú quien exagera las cosas. Lloras como si alguien importante hubiese muerto. Tom ni siquiera te ha rechazado.

—Aún… y es porque no lo sabe.

Natalie pegó un grito, sintiéndose frustrada al no poder hacer absolutamente nada en esa situación.

Vanesa era demasiado terca, y al parecer, no se tenía la confianza suficiente como para darse cuenta que no era una chica fea, que quizás se había observado demasiado al espejo y había buscado en ella cada imperfección para así juzgarse. Era demasiado insegura.

—Estúpida, estúpida, estúpida, estúpida…

—Ya, Nat... para, no estás ayudándome en lo absoluto tratándome de estúpida.

—Es que de verdad lo eres, y lamento decírtelo, Vanesa, pero no vas a conseguir nada si continuas así. Tom no va a declararte su amor… quizás nunca lo haga. Y si de verdad en estos momentos no le gustas como a ti te gusta él, tal vez si lo intentas, si le dices, las cosas puedan darse de alguna otra manera y él se dé cuenta de que le gustas… O puedes gustarle ya. ¡Qué sé yo! A lo mejor ahora está muriéndose por ti. Son realmente patéticos.

—Nat…

—Nada de Nat, cállate, cálmate, deja de llorar. Yo, yo me voy a clases con o sin ti y… no me busques a la salida, porque voy a decirle a Georg que me acompañe a… a donde sea, y voy a decirle que me gusta ¡Que me encanta! ¡Que lo adoro! ¡Que está buenísimo! ¡Que le doy cien hijos si así lo quiere! Qué se yo, pero no voy a quedarme como tú y perder una oportunidad co…

—¡¿Cien hijos?!...

Se escuchó la exclamación de Georg desde atrás. Todos quedaron momentáneamente paralizados.

—Este...

—Bien, entonces yo creo la única forma de conseguirlo sería comenzando ahora ya —continuó él—. ¿Por qué no te vienes conmigo y lo practicamos un ratito?

Natalie cerró los ojos y creyó desfallecer. Suplicando por que estuviese lo suficientemente obsesionada por el castaño para oír su voz en todos lados, se dio cuenta que acababa de meter la pata bien fondo, que la había cagado… casi literalmente.

—Mierda, mierda, mierda…

Vanesa rió a pesar de estar con las mejillas empapadas en lágrimas y salió luego de abrir la puerta para ver a su amiga encogida y con los ojos cerrados, y a Georg afirmado en el marco de la puerta del baño de chicas.

—Geo, ¿qué haces aquí? —Le preguntó Vanesa secando su rostro.

—Tenía unas ganas horribles de mear, y luego de convencer a la profe y salir de la sala oí unos gritos que me quitaron las ganas de inmediato. Natalie, quién más, con sus chillidos.

—¡Lo que oíste no es cierto! ¡Lo que oíste no es cierto! —Vanesa rió viendo como ella se volvía histérica, y Georg infló las mejillas con burla.

—¿A no?

—No, claro que no… es que estaba dándole ideas a Vanesa para que pudiese decirle a…

—¡Nat! —Ella interrumpió a su amiga mirándola furiosamente. La rubia calló y sintió como sus mejillas comenzaban a arder.

Georg estaba tan hermoso ahí… con esa postura y esa sonrisa pequeña en sus labios, observándola fijamente a ella mientras esperaba a que dijese otra cosa.

—Yo… —Natalie bajó la mirada—. Georg…

—Nat, ¿querrías acompañarme un segundo? Creo que… tengo algo que decirte. —Vanesa abrió la boca y vio a su amiga comenzar a temblar—. No te asustes, solo quiero que planeemos el nombre de nuestro primer hijo.

Entonces, ella avanzó entre temblores y salieron del baño igual de nerviosos.

Vanesa sintió envidia, no iba a negarlo, ella lo único que quería era que Tom pudiese corresponderle, nada más.

Mi Nerd Favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora