Capítulo 46

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Tom se removió sobre su puesto y abrió los ojos con muy pocos deseos de hacerlo. Enseguida, el frío lo golpeó y decidió reacomodarse para poder ponerse algo encima. La calefacción ya había sido apagada hacía unos minutos y Georg estaba a su lado tomando su bolso para poder bajar.

Vio a Vanesa junto a Michelle ya sobre la nieve, hablando tan animadas que le pareció extraño. De hecho, lo era, no sabía por qué, pero ver a su mejor amiga con la chica que años antes se le había confesado era algo cómico.

Movió su cuello intentando atenuar el dolor, ya que se había dormido contra la ventana del bus.

—Está heladísimo ahí afuera. No quiero bajar. —Georg puso sobre sus hombros una mochila cargada de cosas, el resto de sus bolsos estaban en la parte baja del bus, así que debía ir por ellas de inmediato.

Tom y el castaño bajaron a los minutos, y cuando reunieron sus cosas se encontraron con la pelirroja que aún estaba con Michelle.

—Hola, Tom, Georg. —Ella los saludó tranquilamente, sin avergonzarse ni un poco por todo lo que había sucedido antes.

Tom, muy por el contrario, respondió a su saludo bajando la mirada un tanto cohibido.

—Bien, bien —habló Georg hinchando el pecho—. Tom, no pienso quedar en las mismas cabañas del año pasado por tu culpa, así que vamos ahora mismo por una. —El rubio asintió y emprendió marcha detrás de Georg, dejando a Vanesa y a Michelle solas nuevamente.

—¿Y ahora? —Vanesa observó a su alrededor. Todos se habían separado y corrían de un lado a otro en busca de la mejor cabaña entre todas las que les habían asignado.

—Supongo que nos quedaremos con las últimas, la mayoría tiene su grupo armado y nosotras somos solo dos, por lo tanto debemos esperar.

—¿Qué? —La pelirroja vio a sus amigos adentrarse en una cabaña ubicada en la entrada, muy cerca de las piscinas. Realmente, las últimas y más lejanas no le llamaban la atención

—No pienso dormir ahí. ¿Cuántos pueden dormir en una cabaña?

—Cinco. —Michelle se encogió de hombros y comenzó a avanzar tranquilamente, Vanesa la detuvo.

—Ven conmigo.

Entonces emprendieron marcha, y Vanesa vio cómo, la que supuso sería su nueva amiga durante el viaje, se detenía cuando esta comenzó a entrar con sus maletas a la cabaña en donde Tom y Georg estaban.

—No pensarás en que nos quedemos ahí, ¿cierto?

—¿Por qué no? Son mis amigos.

—Son hombres.

—Y son mis amigos.

—Pero tuyos, no míos. —Vanesa rió y sacudió su mano restándole importancia al asunto. Aun así, a Michelle parecía no agradarle mucho la idea, no por la cabaña o por que fuesen ellos, más bien porque ambos eran chicos, y los chicos eran cosa seria.

Vanesa abrió la puerta y los encontró a ambos desempacando algunas cosas, solo estaban ellos, y cuando la miraron fruncieron el ceño al mismo tiempo.

—¿Qué sucede? —Preguntó Georg, viendo extrañado a Vanesa.

—Sucede que no pienso cagarme de frío en una de las cabañas más tenebrosas que he visto en mi vida, así que yo me quedo aquí con ustedes dos, ¿entendido? Ah, y además Michelle se ha incluido al grupo, sean amables con ella o los castro a ambos, ¿han oído bien? —Vanesa vio cómo ambos amigos se observaban confundidos entre ellos, aunque luego de un par de segundos Georg sonrió volteándose a ver a Tom para hacerle un gesto que no pasó desapercibido por los demás—. Y Georg, no te pongas a pensar en cochinadas, que te conozco.

—Pues si quieres quedarte aquí con nosotros, vas a tener que soportar las cosas que puedan no agradarte de nosotros como hombres.

—No se preocupen por eso. —Vanesa vio a Tom encogerse de hombros, entonces supuso que ambos estaban de acuerdo con ella—. Michelle, ven aquí, ahora.

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