Capítulo 55

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Durante el desayuno las cosas se relajaron un poco. Vanesa intentó hablar con Tom como lo hacían siempre, y aunque él se mostraba a todo momento un poco más distante que de costumbre, hizo el intento en responderle como siempre lo había hecho. Él no quería que las cosas comenzaran a pasar así, claro que no se arrepentía de nada, pero la incomodidad era latente. Simplemente deseaba tener un poco más de seguridad para hacer que todo entre ellos fuese más fácil.

—¿Por qué Vanesa estaba en tu cama? —Georg fue directo y Tom no pudo evitar sonrojarse por eso.

Georg parecía molesto, lo cierto es que estaba un poco sentido, había algo que su amigo no estaba contándole.

—Anoche, los relámpagos y los truenos. Supongo que es un poco cobarde y se fue a dormir conmigo. —El castaño frunció el ceño y se cruzó de brazos, esperando algo más, pero Tom no abrió la boca.

—Ya, ¿y?

—¿Y qué?

—No te hagas el tonto, Tom, soy tu amigo, dímelo. Esto ya está poniéndose extraño. ¡No seas egoísta!

—¡No soy egoísta! Te dije la verdad

Pero Georg conocía demasiado bien a Tom, y el temblor en sus manos le decía claramente que, o le estaba mintiendo, o había omitido algo.

—Vanesa y Michelle están bañándose, no hay nadie aquí que pueda oír. Dime la verdad, qué sucede con ella. 

Tom se encogió de hombros y respiró hondo intentando controlar su nerviosismo.

—No sé, Georg, realmente yo no lo sé. Vanesa está comportándose muy extraña, me dice cosas que... no sé.

—Para, para, para. ¿Cómo es eso? ¿Cosas como qué? Yo sabía que algo sucedía. Ayer no quisiste explicarme porqué ambos estaban besándose en la piscina. ¡Estabas en bolas! 

Tom bajó la mirada. Eso había sido realmente una de las cosas más extrañas que había hecho en su vida. Se había sentido tan pequeño e intimidado bajo el agua cuando Vanesa había entrado nuevamente a la piscina con él. No había querido que se acercara, era realmente incómodo verse en esa situación, y realmente se había sentido hasta patético al no haber podido impedir que sus amigos le quitaran la ropa. Pero cuando ella lo había acorralado contra el borde y lo había besado en público, algo dentro de él se había vuelto loco.

—Ya.

—Ella está jugando contigo, ¿es eso? O se está aprovechando de lo estúpido que puedes llegar a ser a veces. ¿Es eso? ¡Dímelo Tom! ¡No puedo creer que...!

—¡Georg! —El rubio lo interrumpió con un grito molesto.

—Vale, vale, mucha película, lo sé. —Tom suspiró deseando golpear a su amigo—. ¿Te está acosando?

—No, no sabría realmente decirte. Quizás sí esté jugando, pero no creo que tenga mala intenciones.

Georg no podía entender, a pesar de todo, a pesar de que ante sus ojos estaba también la respuesta, le costaba verlo. 

Su amiga estaba enamorada de su amigo e intentaba hacérselo saber, pero a su vez Tom era demasiado inseguro y tímido como para poder verlo, y cada vez que Vanesa se acercaba a él o lo besaba, él se avergonzaba y acababa sintiéndose más confundido. No sabía que también podía llegar a quererla así.

—Te acosa... y a ti te gusta. —Tom bajó la mirada—. No, no te gusta, te encanta. ¡Eso es lo que pasa! ¿No me digas que ya hacen cochinadas?

—¿Qué?

—Tomaré eso como un no —el rubio suspiró—. ¿Eres tú o es Vanesa quien se acerca al otro? ¿Eres tú o es ella quien comienza todo?

—Ella.

—¿Te está buscando? —Tom alzó ambas cejas mostrándole a su amigo la enorme confusión en su cabeza—. Vamos,  cómo no vas a saberlo. Dime qué pasa.

—No sé, ya te lo dije. Ella está muy extraña, se me acerca demasiado, me besa. Pero no entiendo sus razones, solo me dice que está confundida. Anoche se lo pregunté, pero solo me dijo que le gustaba besarme, que se siente bien y por eso lo hace. Yo no creo eso que vuelva a suceder otra vez. 

Entonces Georg lo comprendió, y quiso darle con la taza sobre la cabeza a Tom para que pudiese abrir los ojos. Era todo tan claro y obvio. ¿Cómo no podía darse cuenta de ello?

—Dices que a ti te gusta.

—Sí. Digo, no. Bueno, Vanesa no me gusta, no así... es que ya no sé.

—¿Te confunde?

—Eso suena tan cursi. —Tom frunció los labios.

—Sueles sentirte así cuando alguien te gusta.

 —¡Pero ella no me gusta! ¡Entiéndelo! Y es ese el problema. Vanesa, no sé, no me gusta, no estoy seguro. Algo siento, ¿entiendes? Pero no es como lo que tú sientes por Natalie, no, ella solo es mi amiga.

—Los amigos no se besan a menos que estén borrachos, mucho menos les gusta. Solo estás confundido, sabes que Vanesa puede gustarte y por eso estás así, Tom... —Georg pensó en si era o no buena idea decirle lo que le sucedía a Vanesa, pero prefirió no hacerlo. Tom debía darse cuenta o bien ella decírselo—. Tienes que abrir los ojos y verás que no es tan confuso como dices. ¡Tienes que tener más seguridad! —El castaño le palmeó la espalda, Tom lo dejó. 

De nada le había servido contarle todo, seguía estando confundido, y para empeorar las cosas Vanesa le había pedido que olvidara lo que había sucedido.

¿Eso significaba que no volvería a pasar? Él, no iba a negarlo, no quería. Besarla le hacía sentir muchas cosas y le gustaba hacerlo. Pero por otro lado, si no pasaba más, él nunca se enteraría de qué era lo que a su amiga le estaba sucediendo.

—Georg...

—¿Uh? —El castaño le dio un enorme mordisco a su pan.

—¿Qué pasaría si Vanesa me llegase a gustar? Digo, no está bien, es mi amiga.

—Natalie es mi amiga, pero también algo así como mi novia. ¿Qué tiene de malo?

—Lo tiene, porque tú le gustas a ella.

—¿Y quién dice que tú no le gustas a Vanesa? —Tom bufó, pensando que una posibilidad así sería estúpida, pero prefirió no decírselo—. Que qué pasaría si te gusta Vanesa. ¡Está bien! no hay nada de malo con eso.

—¿Qué debería hacer?

—Pues es simple. Ir con ella, decírselo y luego meterle la lengua hasta la garganta.

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