—¡Me besó, me besó, me besó! —Natalie daba saltitos de felicidad alrededor de su amiga, sintiéndose casi realizada, dichosa y tan feliz que lo único que deseaba era contarle al mundo entero que Georg le correspondía.
Vanesa no corría la misma suerte y Nat lo notó enseguida cuando ella le regaló una pequeña sonrisa forzada. Ella había ido con deseos de gritar y saltar juntas, como unas verdaderas niñas pequeñas, y sabía bien que Vanesa lo habría hecho si no se encontrara deprimida.
—Me alegro, de verdad.
—No, no te alegras. ¡Claro que no te alegras! —Natalie la sostuvo de los hombros y buscó su mirada—. ¿Qué pasa?
—Es que… bueno.
—¡¿Se lo has dicho?! ¿Entonces por qué esa cara?
—No tengo la misma suerte que tú, Nat. —La rubia retrocedió con los ojos muy abiertos, cubriéndose la boca. Negó varias veces.
—¿Te ha rechazado? ¡¿Lo ha hecho?! ¡Dímelo y voy enseguida a cortarle los putos huevos! ¡Maldito Kaulitz! ¡Maldito Nerd feo! ¿Qué clase de amigo es? —Vanesa rió sin necesidad de forzarse a hacerlo. Natalie había pasado de estar riendo de felicidad, a convertirse en un pedazo de hierro hirviendo, dispuesta a marcar sobre Tom su furia.
—No es eso, no exageres. Es qué le dije que lo quiero y…
—¿Qué? ¿Dijo que no te quería?
—No, y es ese el problema. Mi tono de voz, la forma en la que se lo dije, fue tan claro, tan obvio y… él no se dio cuenta. Me dijo que también me quería y ya. ¿Crees que si sintiera algo por mí, por muy pequeño que sea, habría reaccionado así? De todas formas estoy tranquila. Luego se me quitará esta cara.
Natalie no lo podía creer. Ella estaba tan, pero tan segura que a Tom le gustaba Vanesa, incluso con Georg lo había comentado y él le había contestado que tenía sus dudas sobre ello, que Tom no solía contarle muchas cosas, que era muy cerrado cuando de amor se refería. Pero él lo conocía y había cambiado, Vanesa lo había cambiado. ¿Entonces cómo era posible que no sintiera lo mismo por Vanesa? ¿Cómo no se había dado cuenta qué era lo que ella había intentando decirle?
Cuando levantaron sus cosas de la mesa para salir, uno de los tantos profesores de deporte de la escuela los retuvo a todos en la puerta de la sala con cientos de papelitos en sus manos. Vanesa observó curiosa cómo algunas de sus compañeras corrían hacia donde él estaba, ansiosas.
—¡Chicos, necesito su atención antes de que se retiren! ¿Pueden regresar a sus puestos, por favor? —Vanesa se encogió de hombros y siguió a Natalie con paso lento. Cuando todos se ubicaron nuevamente en sus puestos, algunos sobre las mesas, otros en grupos en las esquinas, el profesor comenzó a repartir los papeles con mucha calma.
—¿Qué es eso? Ojala sea que mañana no hay clases. —Natalie bufó, pero no dijo nada al respecto.
—Recuerden que los cupos son limitados. Necesito que confirmen pronto, y si no cancelan antes del veintitrés de éste mes, alguien puede tomar su puesto. Ustedes ya conocen todo esto, de todas formas en el papel está toda la información. Lo necesito firmado por uno de sus padres, recuerden que si no es así no podrán asistir. Pueden retirarse.
.
—¿Un paseo? Hace mucho tiempo que no voy al campo.
—¡Eso no es lo mejor! Éste lugar es hermoso, el año pasado fui con mi familia y nos quedamos ahí durante una semana, luego nos quedamos en un campo precioso, ya no había nieve, y aunque hacía mucho frío, vale la pena ir. ¿Qué te parece?
—¿Quieres ir? —Natalie frunció el ceño y negó.
—Bueno, sí quiero, pero no puedo. Esa semana iré con mi abuela durante tres días ¡Pero tú debes ir!
—¿Qué? Pero si tú no vas, yo no quiero. Sabes bien que estaría sola, con suerte me relaciono con los de la clase.
Sonaba muy tentador, no iba a negarlo. Pero Vanesa no iría a un lugar así sin su mejor amiga. Había cupos para cincuenta alumnos de entre los tres cursos más altos de la escuela. Vanesa no conocía nadie a parte de Natalie, Georg, Tom y unas cuantas compañeras con las cuales compartía a veces.
—Georg y Tom asisten todos los años. — Vanesa frunció el ceño—. Lo sé, no sería lo mismo, pero yo no sería tan tonta para perderme ese viaje. —Lo pensaría entonces, quien sabía y Diana le daba el permiso y el dinero.
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Mi Nerd Favorito.
RomanceTom no era el típico chico popular de la escuela que tenía cientos de amigos y chicas rendidas a sus pies. Él tenía un algo que lo hacía especial y muy diferente a todos quienes lo rodeaban. Lo único malo era que eso simplemente Vanesa podía notarlo...