Ella nunca debía de haberle dicho eso, era su amiga y él la quería con su vida. Había esperado que lo comprendiera, pero había sido demasiado tonto al haber estado esperando palabras de consuelo y cariño. La rabia la había vuelto ciega y había sido demasiado injusta. Él podía entender la rabia de ella, pero no justificaba sus palabras ni cómo le había hecho sentir con ellas. Quería creer que no lo había dicho en serio, que ella jamás podría arrepentirse de haberlo conocido, que a pesar de las veces que le había dicho que lo odiaba, aún así, interiormente, ella lo quería. Era fácil engañarse, pero al final no estaba bien, y ya no había vuelta atrás.
Su mamá había intentado consolarlo en vano, Georg había comprendido y asimilado todo mejor que Vanesa, él ya había sabido de la posibilidad de que pudiese irse, pero muy por el contrario, siempre lo había apoyado. Llegó a pensar en que su amiga tenía razón, que había sido mejor nunca haberse conocido.
Pero él sabía que no era así, que Vanesa le había ayudado a cambiar y que por eso mismo, él iba a irse.
Necesitaba un mundo nuevo para ser el Tom que siempre había querido ser, y ella le había ayudado a no permitir que nunca nadie volviese a pasarlo a llevar. No estaba arrepentido de haberla conocido, porque sin ella jamás se hubiese convencido de que también valía la pena y de que alguien podría quererlo así. Vanesa le hizo entender que no era el monstruo que todos le decían que era, y ahora necesitaba demostrarlo.
Ella incluso le había hecho darse cuenta que llorar no lo iba a hacer menos, y por eso no había ocultado su rabia y su pena ante nadie.
Incluso, mientras hacía sus maletas y Simone le ayudaba, se había quebrado y había permitido que ella lo consolara. Pero aunque fuese su mamá, no era ese el apoyo y la suerte que necesitaba antes de irse. Era el apoyo de Vanesa que le hacía falta, y aunque ya no quedaba tiempo para despedidas, aún tenía la pequeña esperanza de que ella tocase la puerta de su casa y le dijera que iba a estar pensando en él y que le desearía toda la suerte del mundo. Que no lo odiaba, que lo amaba, que iba a extrañarlo, que estaba agradecida de haberlo conocido, así mismo como lo estaba él porque ella había llegado en el momento idóneo a su vida.
Pero Vanesa no llegó ni esa tarde ni las que le siguieron, y el no soportó las ganas de ir por ella a su casa. Aún así no lo hizo, simplemente se limitó a enviar un mensaje diciendo que iba a volver cuando ella estuviese preparada para hacer con su vida lo que quisiera. Simplemente que no dejase de quererlo, porque si no podía volver para quedarse, iba a volver para buscarla. Y para eso ella necesitaba crecer y terminar la escuela. Antes, no podrían hacer absolutamente nada, y Tom no iba a renunciar a un sueño que acaba de abrirle las puertas.
Dos días antes de partir, él se había atrevido a dar unas vueltas alrededor de la escuela para ver si tenía suerte. A la hora de salida simplemente había visto a Natalie y a Michelle. Vanesa no se había aparecido, y no pensaba hacerlo hasta que Tom se hubiese marchado. Sus amigas no la entendían.
Cuando él se despidió de ambas, ellas recién pudieron darse cuenta de qué era lo que le sucedía a su amiga.
No pudieron contactarla ni siquiera cuando la habían intentado llamar el día en que habían ido a dejar a Tom al bus camino al aeropuerto, en donde abordaría un avión y se marcharía.
Tom no había querido la ayuda de nadie. Él iba a tener que arreglárselas solo estando fuera de casa. Ni siquiera le había dejado a Vanesa una manera de contactarse con ella.
Quizás así había sido mejor. Ella lo odiaba.
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Mi Nerd Favorito.
RomanceTom no era el típico chico popular de la escuela que tenía cientos de amigos y chicas rendidas a sus pies. Él tenía un algo que lo hacía especial y muy diferente a todos quienes lo rodeaban. Lo único malo era que eso simplemente Vanesa podía notarlo...