Capítulo 77

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Suspirando, Vanesa se reacomodó y dejó que su cabeza descansara sobre el hombro de su amigo.

La película que  habían elegido para ver no había sido realmente la adecuada. Pero no habían tenido demasiadas opciones.

Vanesa odiaba las películas demasiado cursis y románticas, Tom compartía su opinión. Así que de seguro que si no hubiesen elegido la sangrienta película, simplemente hubiesen tenido que entrar a ver el estreno de la última de Madagascar.

A pesar de las desagradables imágenes de un cuerpo siendo desmembrado y el desesperado grito de la mujer a la cual dos hombres demonios torturaban, no había absolutamente nada mejor que el día que había pasado junto a Tom por su cumpleaños.

De pronto, ya no se sentía tan pequeña a su lado, a pesar de que no quedaban más de dos semanas para el cumpleaños de él. Tom parecía no recordarlo, y aunque ella nunca hubiese estado a su lado durante esa fecha, era algo que simplemente no podía sacar de su cabeza.

Quería estar ese día con él de la misma manera en la que él había estado con ella. Le había regalado el mejor cumpleaños de su vida, y el sentir la calidez de su aliento contra su frente mientras miraban la película en la enorme pantalla era mucho mejor de lo que hubiese esperado.

Acurrucándose más contra su cuerpo, esperó que Tom fuese a moverse para apartarla un poco. Ella comprendía cuan asustadizo él podía ponerse, aún así no lo hizo, y eso le hizo sentir más que reconfortada.

Cuando la escena de dos feos y desagradables demonios luchando apareció frente a sus ojos, Vanesa prefirió mirar hacia un lado, esquivando la imagen. La mano de Tom apretó un poco más la suya, y al alzar la mirada, ella lo vio observándola con detención.

Su mirada aún parecía ser un libro abierto, y podía darse cuenta lo mucho que a Tom le costaba avanzar un poco más. Ella sabía que él temía que todo fuese a resultar mal si algo sucedía entre ellos, que pensaba que era mejor así como estaban aunque ella no lo quisiera.

Pero no iba a conformarse con eso, Tom seguía comportándose de manera extraña.

No era tan fácil estar así, tan cerca el uno del otro y a la vez tan lejos. No podía resistirlo, y aunque le molestase también a él, Tom ya había perdido la paciencia y no le importaba más todo lo que había resistido. Se estaba muriendo por besarla, un último beso antes de que fuese tarde.

—¿Ocurre algo? —Vanesa asintió, no consiguiendo volver a concentrarse en la pantalla nuevamente.

—Está todo bien… ah, y muchas gracias por el regalo.

Como él se lo había prometido, el día de su cumpleaños dieciséis había planeado una salida.

Habían comido unas hamburguesas y unos helados, habían paseado y Tom le había entregado a su amiga un osito que Simone le había obligado a comprar para Vanesa. A él le había parecido cursi, demasiado romántico, pero a Vanesa le había encantado.

Ahora, por fin sentados en una sala de cine, tenían un poco más de intimidad.

Ella no sabía por qué, pero ahora que estaba así con Tom, se daba cuenta de las veces que había soñado con un momento como ese. Era mucho mejor de lo que habían imaginado.

—¿Te gustó? ¿De verdad?

—Ah, sí, es muy lindo. —Cuando lo había visto, lo que más le había emocionado había sido la elección del oso, que llevaba entre sus manitos un pequeño corazón con la palabra “Te amo” en el centro.

—Ah. —Su nerviosismo era palpable, así que ella prefirió no mirarlo.

Tom era extraño, no podía negarlo, y había sido peor desde que habían salido de su casa.

Ella cerró los ojos cuando sintió a Tom acariciar su frente con sus labios y su nariz, se sintió flotar entre sus brazos. Nunca era así de cariñoso.

Su mano se posó sobre su mejilla con suavidad, sobresaltándola.

Su corazón se volvió loco cuando se dio cuenta que Tom intentaba buscar su boca para besarla, así que, sin dudarlo, alzó la mirada nuevamente para así verlo directamente a los ojos.

Tom unió sus labios asustado, temiendo que ella fuese a rechazarlo.

Los brackets rozaron sus labios unos segundos, y aunque fuese extraño, a ella le gustaba sentirlos.

Abriendo la boca, Tom rebuscó entre sus labios para poder acariciarla con su lengua. Vanesa se estremeció y luego rodeó su cuello con el brazo izquierdo.

Quiso quedarse así con él durante el resto de la película, sin apartarse ni siquiera para poder respirar… pero Tom la dejó más rápido de lo esperado, o por los menos, así lo sintió.

—Perdón —él se disculpó, y Vanesa quiso romper un asiento contra su cabeza.

—No, Tom —él dejó que ella acariciase sus labios con los suyos—. Continúa, no dejes de besarme—. Las mejillas de él enrojecieron, pero agradeció la falta de luz para que Vanesa no pudiese notarlo.

—Pero… la película.

—Una mierda la película, es asquerosa. Yo solo quiero que me beses. —Tom se rió mientras se acomodaba un poco más cerca—. Un besito, uno rápido aunque sea.

—¿Quieres irte? —Vanesa se encogió de hombros.

—¿Me darás un beso?

—Todos los que quieras.

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