Capítulo 72

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Diana no le preguntó nada a Tom cuando lo vio bajar las escaleras. Lo observó desde el marco de la puerta de la cocina. Se le rompió el corazón cuando vio sus ojos nublados por las lágrimas.

—Lo lamento... no voy a poder quedarme —dijo él intentando disimularlo. Diana asintió tranquilamente.

—No te preocupes. —Él no dijo más, simplemente se puso encima la chaqueta negra que había dejado sobre el sillón y se marchó. Ella suspiró.

Quizás lo mejor era dejar tranquila a Vanesa, pero no resistió y subió a paso lento las escaleras para ir con ella.

La pelirroja estaba sentada sobre su cama, con un trozo de papel higiénico limpiaba se limpiaba las lágrimas y la nariz.

—Déjame sola, mamá.

—Sabes bien que no voy a hacerlo. —Vanesa suspiró, y moviéndose a un lado, le hizo un espacio a su mamá.

—Lo oíste todo, ¿verdad?

—Sí, bueno, algo... no lo comprendí bien. —Diana se cruzó de piernas y la miró de frente. Vanesa no supo si volver a llorar o reír de lo tonta que era—. No te pongas así, son amigos... ya pasará.

—Es que... yo no quería que fuera así.

—Quizás aún le complica asumir todo. Ya le has dicho lo que sientes, simplemente debes esperar.

—Pero es que ya llevamos casi un mes —Diana suspiró—. No sé qué le pasa, odio que me evite así... se supone que yo también le gusto.

—Y ni siquiera lo dudes, pero tú lo conoces. Quizás tiene miedo.

Vanesa frunció los labios.

—¿Miedo? ¿Miedo de qué?

—No tengo idea, eres su mejor amiga y solo tú lo conoces bien. Él es muy... muy tímido, y se ve muy inseguro de sí mismo. Quizás en este caso eres tú quien debe tomar ese papel y hablarle sinceramente. No te enojes con él, no lo presiones. Conversa y pregúntale qué quiere realmente. No tiene nada de malo.

—Es muy difícil saber qué tengo que hacer.

Diana ladeó la cabeza y pensó por unos minutos en qué decir.

Había visto cómo Tom se contuvo, sintiendo vergüenza de que ella lo viese llorar. Lo que había sucedido tal vez había sido innecesario.

—No voy a ponerme de su lado... pero siento que estás siendo muy dura con él. Yo entiendo que hayas necesitado decirle lo que piensas, pero él quería intentar explicarte porqué lo había hecho. A Tom le cuesta más expresar sus emociones.

—Yo... no quería que se fuera realmente.

—Lo sé.

—¿Entonces?

—Comiencen por eso. Discúlpense, hablen, arreglen las cosas entre ustedes, déjenlo todo claro antes de que sigan lastimándose. —La pelirroja asintió, secando sus últimas lágrimas con rabia, poniéndose de pie para ir en busca de su móvil.

—Quizás deba llamarlo... y pedirle disculpas.

—Haz lo que creas necesario. Iré a terminar los panqueques.

Vanesa asintió y dejó que Diana se pusiera de pie para bajar.

Ella debía pensar un poco en qué decirle, tal vez esperar hasta el día siguiente fuese lo más adecuado. Tom debía de estar odiándola en esos momentos. 

Ese simple pensamiento la aterró. Ella jamás se perdonaría si es que Tom decidía nunca más hablarle.

—Mierda... —susurró y se levantó. Luego de cenar un poco, subiría a intentar llamarlo. Esperaba que él deseara contestarle el móvil. Si no, no sabía qué cosa haría.

Apagó las luces de su habitación y bajó a paso lento. Diana estaba poniendo todo sobre la mesa.

—¿Estás mejor?

—Eso quisiera —Vanesa se sentó y esperó en silencio a que su mamá le sirviera.

Estaba muriendo de hambre.

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