Capítulo 50

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-Te vi. -Michelle se acomodó sobre la cama de Vanesa, abrigando sus pies con un grueso par de calcetas.

-¿Qué?

-En la piscina con Tom. -Vanesa se mordió el labio y bajó la mirada avergonzada-. ¿Segura que no tienen nada? ¿Cómo es eso de que no le gustas? Ambos estaban besándose con las mismas ganas.

-No sé qué es lo que piensa Tom, yo todo lo que tengo claro, es lo que ya sabes. Quién sabe y es que le gusta que lo bese, o que no sepa cómo reaccionar y solo prefiere corresponderme. Quizás no quiere ser cruel conmigo, realmente no sé y no estoy interesada en darle demasiadas vueltas al asunto. Yo deseaba hacerlo y él estaba ahí, no podía huir. Realmente no tengo idea de dónde saqué el valor, pero me conformo con lo poco y nada que duramos. Georg no me ha dirigido la palabra, pero me mira con ojos acusadores. No puedo imaginar qué cosas pensó, pero de seguro ya habló con Tom.

-¿No te asusta el no saber qué pueda decir o pensar Tom? ¿El que ya no sean amigos por lo sucedido? -Vanesa negó, aunque no del todo segura por su respuesta. Claro que tenía miedo, pero si no se arriesgaba, no podría conseguir nada.

-Nos hemos besado antes. -Michelle asintió.

-No me mires feo ni te molestes... pero aunque ya no me guste Tom, creo que siento envidia. -Vanesa sintió que no podía molestarse, la comprendía por cierto lado, incluso se sintió bien porque Michelle no había sido correspondida en ningún sentido. Ella, en cambio, era la mejor amiga de Tom, y lo había besado ya un par de veces.

Llevaban aproximadamente treinta minutos hablando, era casi de madrugada, y cuando Tom y Georg entraron para interrumpirlas, se dieron cuenta de que ya no podrían continuar, que era hora de dormir.

Había sido una buena tarde después de todo. Tom no le había dicho nada, de nuevo, pero Vanesa no se había alejado cobardemente de él. Habían hablado como si nunca nada hubiese sucedido.

Eso quizás debía de ser doloroso, pero se esforzaba en no pensar en ello. No podía pedir nada más.

-¿Aún despiertas? -Georg subió las escaleras y ahí buscó entre sus cosas algo para poder cambiarse y recostarse a dormir.

-Estábamos hablando.

-Huh, ¿se puede saber sobre qué? -Georg se quitó los pantalones sin pudor, y realmente ni a Vanesa ni a Michelle les importó-. ¿Sobre películas románticas, maquillaje, súper modelos?

-No. -Vanesa se abrigó bajo las mantas cuando Michelle subió para también acostarse.

-¿Modelos porno con enormes...?

-¡Georg! -Michelle soltó una fuerte carcajada y decidió cerrar los ojos para dormir. Afuera había comenzado a llover y en cualquier momento nevaría.

-Oh, ahora que lo menciono, Tom. -El rubio lo miró despreocupado, poniéndose sobre su camiseta un polar abrigado-. Chris me pasó una peli que te va a gustar. Solo serás tú y tu mano.

-¡Oh, Georg! ¡Qué puerco eres! -Vanesa frunció el ceño mirando a Tom de reojo, quien se ponía sus pantalones de pijama bajo las mantas.

-No es contigo. -Ella bufó-. Tom, ¿me has oído?

-¿Ya la has visto? -Preguntó entonces el menor, desconcertando incluso a Michelle.

-Oh, claro que sí, dos veces.

-Entonces el fin de semana me la pasas. -Ninguno de los dos se sonrojó ni un solo poco ante su descaro. Vanesa oía entre asqueada y sorprendida todo lo que sus amigos decían.

-Me devuelves las otras dos que te pasé el mes pasado.

-Vale. -Ambos finalmente se recostaron, y Tom extendió el brazo para apagar la lámpara que iluminaba el pequeño espacio que compartían.

Vanesa se sintió extraña de pronto, en total oscuridad y silencio. Seguro, esa sería una noche muy larga.

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