Tal y como le prometió, Valentina tocó a la puerta de Juliana. Ella misma le abrió y sonrió con timidez, mientras que Juliana parecía estar siempre entusiasmada por todo lo que le rodeaba y es que de verdad lo estaba, aquella mudanza le había traído solo cosas positivas.
—Hola, Juliana. ¿Estás lista?
—Sí, sí. ¿Tengo que llevar algo?
—No, no. No te preocupes. ¿Has avisado a tu madre?
—No, espera —se alejó un poco y pegó un grito—. ¡Mamá me voy con Valentina!
Aquella mujer se acercó hasta la puerta y sonrió con amabilidad.
—Hola, Valentina —saludó—. Pásenlo bien. Dales un saludo a tus padres de mi parte, ¿Ok?
—Claro, por supuesto —asintió Valentina—. Vamos al club náutico, le voy a enseñar el barco y todo lo que hay.
—Me parece estupendo —pasó la mano por la espalda de Juliana y le besó la sien—. No vengas muy tarde que luego hay que cenar. Asumo que comerán juntas, ¿verdad?
—Sí, hay un restaurante en el club. Pero no te preocupes, Juliana, hoy invito yo.
—Oh, no, no importa. Yo aquí tengo algo de dinero, yo tengo...
—Sh. No —le interrumpió Valentina—. Yo invito. Hasta luego, señora Valdés, nos vemos luego.
Lupe se sentía bien. Observó por la ventana como Valentina y Juliana caminaban y se perdían en el horizonte. Ver a su hija tan feliz y entusiasmada le daba esperanza y creía que así iban a ser las cosas durante un tiempo.
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— ¿Cómo está Luis?
Fue una pregunta de cortesía, en realidad a Juliana le daba igual la respuesta.
—Está bien. Hoy fue a la ciudad pero mañana nos veremos.
— ¿Llevan mucho tiempo juntos?
—Uh, cosa de medio año. Pero somos amigos desde hace más tiempo —asintió con la cabeza—. ¿Y tú qué? ¿Algún chico?
—Uh...
Fue una pregunta completamente desafortunada. Juliana sabía que tenía que decírselo de alguna manera. No es que se avergonzara pero le costaba mucho abrirse a la gente con esa clase de confesiones porque la última vez no le salió bien. Sin embargo, Valentina le había dado motivos suficientes para confiar en ella.
—No, no me gustan los chicos —confesó tímidamente—. A mí... me gustan las chicas.
Valentina le miró. Era algo que en realidad no se esperaba para nada, pero tampoco le parecía mal, ni mucho menos. Sonrió de oreja a oreja al escucharle.
—Pero tranquila, ¿Ok? No voy a echarte los perros ni mucho menos —dijo Juliana—. No soy así. Concluyó bajando un poco la mirada.
—Pero qué tonta eres —dijo Valentina riendo fuertemente—. Jamás pensé que fueras a echarme los perros. ¿No se lo has contado a mucha gente?
—Si te refieres a si he salido del armario... sí, sí que he salido —asintió con la cabeza—. El año pasado. No fue agradable. Pero... lo siento, no es algo de lo que me guste hablar.
—Tranquila, no hablaremos de nada que no quieras. Pero no tienes que preocuparte, ni mucho menos sentirte mal, me alegra que me lo hayas contado. Esto no va a cambiar nada entre nosotras.
Algo le decía que lo que había dicho Valentina realmente iba en serio. Algo le decía que Valentina y ella iban a convertirse en buenas amigas y que realmente le respetaría y le ayudaría. Que podía confiar plenamente en ella; y es que ya lo hacía. A tan pocos días de conocerle, le había confiado quién era ella realmente y había sido más sencillo de lo que imaginó. Se sintió feliz, aliviada de haber conocido a alguien que realmente le apoyara y le comprendiera.
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Hermosa ave de verano
FanfictionJuliana miraba con positividad su nueva vida. Le era imposible no hacerlo; al fin y al cabo, cualquier cosa sería mejor que su vida en su anterior ciudad. Los ojos oscuros de la chica brillaban cuando levantó su barbilla para mirar el cielo encapota...