Termíname

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"Deseo poder confesarte todo.

De una manera, en la que no he sido capaz de hacerlo, hasta ahora, con nadie.

Y espero que tu seas un gran apoyo para mí".

Valentina sabía a qué se enfrentaba y estaba asustada. Tenía ganas de intentar algo que fuera más allá de unos besos. No significaba que tuvieran que llegar hasta el final, sólo hasta lo mucho que pudieran llegar... pero juntas.

Juliaba observó la habitación de Valentina. Tenía un color magenta muy bonito en la pared y los muebles eran igual de bonitos.

Valentina cerró la puerta y paseó sus dedos desde la mano de Juliana hasta su hombro, suavemente moviendo la mano por su clavícula y tomándole de la parte trasera del cuello para atraerla hasta sus labios y besarle.

Nunca se había sentido tan mujer.

A Juliana le gustaba que ella quisiera llevar la iniciativa, a pesar de que era ella quien aún estaba tratando de averiguar qué es lo que pasaba por su cabeza; si realmente le gustaban las chicas o no.

Juliana le sonreía entre besos y paseaba sus manos por su espalda. Sin siquiera preverlo, se encontró tumbada sobre la cama de Valentina. Le depositaba pequeños besos a lo largo de su cuello y Valentina reía al notarlos.

Si había algo muy grande que tenían en común era su visión respecto al amor. Tenían que aprender a amarse correctamente jugando. Jugando a abrazarse, a besarse, a no separarse. El amor, al fin y al cabo, se trata de eso y solo se gana cuando los dos ya ganan individualmente.

Una de las manos de Valentina navegaba por los pechos de Juliana mientras le besaba la mandíbula y Juliana enredaba sus dedos en su cabello. Estiró la cabeza hacia atrás, dándole opción a Valentina de deslizar sus labios por su cuello y rápidamente la apretó contra su cuerpo.

—Valentina—suspiró con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios, bajando sus manos hasta el final de su espalda y apretando sus caderas contra las suyas.

— ¿Hm? —Valentina capturó los labios de Juliana en un beso y se separó un poco—. ¿Pasa algo?

Juliana negó con la cabeza y separó las piernas, dejando que el cuerpo de Valentina reposase entre ellas.

—Para nada —esbozó una sonrisa y le respondió con otro beso, un poco más largo. Juliana comenzó a levantar la sudadera de Valentina—. Me alegra estar aquí contigo —Valentina levantó las manos y Juliana le quitó la sudadera—. Y ya tengo ganas de entrar en la universidad solo para venir aquí, tanto si lo nuestro sale bien, como si no.

El torso de Valentina estaba completamente desnudo, ahora solo cubierto con su sostén y Juliana la admiró desde su posición. Tenerla tan cerca de ese modo sí que le hacía perder el control sobre su cuerpo y rápidamente se incorporó para besarle sobre sus pechos. Actuaba por instinto, nunca había estado en esa situación y Valentina era realmente adictiva.

—Eres tan encantadora, Valdés —sonrió y se separó un poco para levantarle la blusa, sacándosela por la cabeza, suspirando a la vez cuando notaba los pequeños besos y mordiscos que Juliana le regalaba a su piel.

Era la primera vez que Valentina veía el torso de Juliana al completo y la primera vez que tenía a una mujer en una situación así. Se sorprendió al ver que el cuerpo de Juliana no solo tenía una cicatriz, si no que aún quedaba alguna que otra marca que le recordaban a Juliana su pasado en Texas. Valentina se inclinó hacia Juliana, tumbándola de nuevo y besó su clavícula suavemente mientras Juliana paseaba sus manos por sus costados otra vez, cerrando los ojos al sentirle.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora