Juntas en la tormenta

1.3K 223 11
                                    

Valentina se plantó delante de la casa de Juliana con un pack de cervezas en la mano y una bolsa de patatas, esperando que Juliana le abriera la puerta.

Sin embargo, fue Lupe quien la abrió, y su cara era todo un poema.

— ¿Valentina? ¿Qué haces aquí?

—Hola, Lupe —saludó con amabilidad—. ¿Está Juliana? Le dije que vendría con unas cervezas. No he podido quedar con ella para comer, pero le dije que vendría por la tarde.

Lupe frunció el ceño y chasqueó la lengua.

—Juliana no puede aceptar visitas ahora.

Valentina retrocedió. Estaba confusa y esperó una explicación más profunda por parte de la madre de Juliana, pero no la hubo.

— ¿Está bien?

—Valentina... —Lupe suspiró—. Me ha pedido expresamente que no quiere ver a nadie y no quiere salir. Hoy necesita estar en casa y estar sola.

—No me has respondido, Lupe —dijo Valentina con cautela pero, a la vez, con seriedad—. Me preocupa Juliana. Y esto que me acabas de decir, lo empeora. ¿He hecho algo malo?

Lupe acarició la mejilla de Valentina y negó con la cabeza.

—No, cielo. No has hecho nada malo. Pero Juliana no está bien ahora mismo. Es una persona compleja, con todo lo que ha vivido no ha sido fácil y a veces nunca sabes qué es que lo que va a hacer. Son los fantasmas del pasado los que le ahuyentan ahora, Valentina, y ahora mismo es incapaz de salir.

—Pero... si hoy le he visto, estaba bien... No entiendo.

—Lo siento, Valentina.

Ella asintió con la cabeza y se marchó, aún más confundida. Caminó hasta su casa y subió a la habitación, dejando las cervezas en su escritorio. Tal vez se bebería alguna, tal vez, no, pero las iba a dejar ahí.

Se sentó en la cama y esperó escuchar a Juliana tocar, pero no lo hacía. Se movió y se apoyó en la ventana, esperando escuchar algo por parte de Juliana, aunque fuera su voz o una pequeña discusión con su madre. Algo, lo que fuera. La necesitaba. Pero no hubo nada, solo silencio.

Otra vez se sentía vulnerable. Otra vez sentía la inexplicable necesidad de saber de ella.

Decidió enviarle un mensaje. Sí, un mensaje estaría bien.

«Hey, Juls. He ido a tu casa pero me ha dicho tu madre que no puedes aceptar visitas. Espero que estés bien»

Borró ese mensaje antes de enviarlo, y volvió a intentarlo.

«Espero que estés bien. Tu madre me ha dicho que no podía subir. ¿Nos vemos mañana?»

Volvió a borrarlo.

«Sal a la ventana o toca para mí. Estoy en mi habitación y tengo ganas de escucharte»

Enviado.

Valentina estaba enloqueciendo. De repente, no quedar tanto con Luis porque él se iba a la ciudad apenas le importaba. Él tenía sus amigos y ella tenía a Juliana. Y tenerla era más de lo que ella podía pedir.

Se mordió el labio. Era una lástima que no conociera a nadie que fuera homosexual, además de Juliana, para preguntarle si era normal que se sintiera de ese modo con una amiga.

Se apoyó en el marco de la ventana y suspiró. «No va a aparecer, no va a tocar nada», se dijo. Y la verdad es que lo creía así.

Lupe había mencionado los fantasmas del pasado. ¿Había sido su padre? ¿Sus anteriores compañeros, tal vez? Eso enfureció a Valentina. Quería protegerla y no sabía cómo.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora