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Era martes, Juliana y Eva se acercaron al muelle esa mañana. Juliana caminaba con la cabeza bien alta y con una sonrisa en sus labios, deseando ver a Valentina y poder saludarle. Aunque sólo fuera un saludo, eso ya le bastaba.

Juliana sonrió al sentir la brisa marina golpeando su piel con suavidad. Nunca pensó que fuera a echar tanto de menos estar en un lugar como este, pero se sentía emocionalmente atado a él. Le encantaba todo de ese lugar.

Cuando Juliana se adentró en el restaurante. Su madre sonrió al verle y, sin necesidad de que ella lo pidiera, le trajo lo de siempre.

Eva pidió un desayuno consistente, añadiendo como excusa que iba a ser un entrenamiento duro, y se sentó justo delante de Juliana, quien le regaló una sonrisa nada más verle.

-La extraño -murmuró Juliana-. Sé que hoy la veré. Tal vez podamos hablar, ¿sabes? No sé, aunque no le diga nada sobre lo de Vera... extraño hablar con ella.

-Es normal que la extrañes, la quieres.

Eva sabía todo sobre la relación que tenían. Por la noche habían dormido muy poco, Juliana tuvo tiempo de explicarle todo lo que sucedió entre ellas - sobre el beso en el barco e incluso le contó sobre la noche que pasó con Valentina en Oaxaca, Juliana por fin tenía una amiga a quien contarle las cosas, sin miedo a ser juzgada y se sentía tan bien poder hablarlo con alguien de su edad.- Eva, como era de esperar, no podía estar más contenta por su amiga.

-Mucho, la quiero mucho. -respondió Juliana-. Decirle que no la quería, dejarla ir, fue lo más dificil que he hecho en toda mi vida.

--Todo va a salir bien, Juliana. Te lo prometo. Ya te lo dije.

Lucía entró en el restaurante y Juliana la divisó enseguida. Pensó que, ahora que las cosas estaban tan calmadas -y dado que Eva se pasó una hora hablando de lo genial que es- podría darle una oportunidad. Podría comenzar a volver a ser cercana a ella, por muy duro que fuera lo que hizo. Sí, no se sentía del todo segura, pero quería intentarlo.

-Hola, Lucía -le saludó Juliana. Se dio cuenta de que se sorprendió porque le estaba hablando voluntariamente y no porque tuviera que hacerlo. Lucía le sonrió casi al instante-. ¿Te sientas con nosotras?

Asintió con la cabeza, sentándose justo al lado de Eva, quien le observaba con una especial admiración que a Juliana le resultaba demasiado familiar.

-Buenos días -dijo, con su delicado tono de voz, siendo igual de educada que siempre-. ¿Qué haces por aquí, Juliana? Pensé que no volverías...

-Bueno, después de saber todo lo que hay detrás, creo que no tengo nada que perder. -Juliana bebió de su refresco mientras miraba a Lucía con una sonrisa y la rubia le miraba con preocupación-. Estoy bien, de verdad, gracias por preocuparse. Las dos. Si no fuera por ustedes ahora mismo, creo que me sentiría miserable. Especialmente gracias a ti, Eva, por ser... una acosadora profesional -rió de rio mientras decía eso.

- ¡Hey! Prefiero el término... espía profesional -justo después guiñó un ojo, y se unió a sus risas.

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Los entrenamientos acabaron y divisó a Valentina a lo lejos, recibiendo unas palmaditas en el hombro. Por todo el muelle se podía escuchar lo mismo una y otra vez: "Valentina Carvajal es la mejor", "Estoy seguro de que Valentina va a ganar el campeonato", "Esa Carvajal es una vencedora nata"... y los comentarios seguían y seguían, y Juliana no podía evitar sonreír con orgullo.

Valentina le vio y su corazón le dio un vuelco al hacerlo. Acongojada tan sólo por su silueta y el movimiento de sus cabellos con la brisa marina, se quedó quieta mirándole. Juliana miraba al frente -o más bien, le miraba a ella- y sonreía. Sonreía con tanta felicidad que le parecía increíble, tenía los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora