—No hemos hablado...
La cara de Juliana se escondió en el cuello de Valentina, quien ahora la abrazaba contra ella mientras trataba de recuperar el aliento.
—Creo que está todo dicho, Juliana —sonrió con ternura, y orgullosa a la vez—. Tan sólo observa la escena y recuerda lo que acabamos de hacer.
—No creo que lo olvide nunca —depositó un suave beso en su cuello y cerró los ojos—. ¿Es que ya te has decidido?
—Sí, Juls. Desde que llegaste a Huatulco, no has hecho más que desmontar mi vida cada día que hemos pasado juntas. Pero, ¿sabes qué? No los cambiaría por nada.
Valentina miró al techo, dándose cuenta de lo que acababa de suceder y lo que acababa de decir. Quería a Juliana y acababa de hacer el amor con ella. Su cama ya no era una cama, sino una nube en la cual Valentina estaba tumbada. Exhausta, eso sí, pero nunca se había sentido mejor. Nunca.
—Estarás contenta, ¿no? —Juliana rio—. Has cuidado de mí.
—Y voy a hacerlo por mucho tiempo, si me dejas.
Juliana levantó la barbilla para mirar los ojos de Valentina. Su cara se iluminó por completo, y asintió justo después.
—Juls, voy a ganar la regata el próximo lunes. La voy a ganar por ti. Voy a ganarle a Vera, voy a llevarme el oro. Ese trofeo será para ti. Por ti y para ti.—presionó sus labios contra la frente de Juliana—. Te lo prometo.
—Con que disfrutes compitiendo, a mí me basta. No tienes que preocuparte de nada, Valentina. Absolutamente nada. Ahora estoy bien. Estoy feliz, aquí contigo.
—Voy a hacer que Vera muerda el polvo —sonrió maliciosamente—. Y que pague por todo lo que hizo.
—Valentina...
—No, escúchame, Juliana. Escúchame bien. Lo digo en serio. Por primera vez en mucho tiempo, voy en serio. Va a arrepentirse de lo que te hizo. Te lo juro. Y todo saldrá bien, nosotras estaremos bien y no tendrás que preocuparte de absolutamente nada.
Juliana colocó las palmas de sus manos sobre las mejillas de Valentina y la besó tiernamente sobre sus labios.
—Quiero estar contigo, Valentina. Por si no había quedado claro, te lo digo.
Valentina río y asintió. Volvió a abrazarle con fuerza, aprisionándole entre sus brazos y sonriendo como siempre hacía cuando estaba cerca de ella.
—Creo que es obvio que yo también.
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Como lo tenía pensado, Valentina le pidió a Juliana que se quedara esa noche, era muy tarde y no convenía hacer un viaje tan largo a esas horas para regresar a Huatulco. Además, no había nada que deseara más que pasar la noche al lado de Juliana. La pelinegra llamó rápidamente a su madre para avisarle y las dos quedaron que viajarían temprano para estar pronto en la bahía y que Valentina no perdiera el entrenamiento.
—No sé qué podemos cenar —dijo Valentina, con tan sólo su ropa interior y observando el refrigerador.— Y no puedo dejar que cocines tú, que eres mi invitada. Tampoco es que haya mucha comida aquí...
A pesar de lo que acababa de pasar entre ellas, Juliana se sentía un poco nerviosa al ver a Valentina andar por la casa sólo en ropa interior, pero para nada se quejaba de aquella vista.
—Podemos pedir comida o algo así —sugirió Juliana, observando a Valentina apoyada en el marco de la puerta—. ¿No? Yo tengo dinero.
—Y yo, y yo. Por eso no hay que preocuparse.—Valentina chasqueó la lengua—. Suena muy bien. Me parece bien. Voy a llamar.
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Hermosa ave de verano
FanfictionJuliana miraba con positividad su nueva vida. Le era imposible no hacerlo; al fin y al cabo, cualquier cosa sería mejor que su vida en su anterior ciudad. Los ojos oscuros de la chica brillaban cuando levantó su barbilla para mirar el cielo encapota...