Valentina caminaba con Juliana, tomadas de la mano. Se sonreía a sí misma mientras se dirigían hacia sus respectivas casas en mitad del silencio de la noche en Huatulco.
— ¿Aún te duele la nariz?
—No mucho... ha sido el golpe, no creo que tenga nada grave —Juliana arrugó la nariz e inmediatamente se quejó—. No sé qué le voy a decir a mi madre de todo esto...
Valentina se detuvo y se colocó delante de ella, colocando sus manos sobre sus hombros y mirándole directamente a sus ojos, los cuales brillaban porque la luz de las farolas se reflejaban en ellos.
—Envíale un mensaje a tu mamá. Dile que te quedas conmigo, que hemos vuelto a ser amigas. Podemos pasar la noche en Oaxaca. Tengo ropa limpia... —esbozó una sonrisa—. Podrías, también, explicarme qué es todo eso que me dijiste en el muelle, lo que ha pasado... y podríamos hablar de nosotras.
— ¿Viajar a esta hora?
Valentina se encogió de hombros.
— ¿Por qué no?
Valentina sonrió, mientras Juliana accedía asintiendo con la cabeza y devolviéndole la sonrisa.
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Volver a Oaxaca significaba mucho para Juliana. Significaba volver al lugar donde las cosas se volvieron serias y donde fue realmente feliz. Para Valentina significaba exactamente lo mismo y Juliana podía darse cuenta de eso al instante.
Oaxaca por la noche era precioso. Al ser una ciudad colonial tenía cierto encanto. Ese lugar a Juliana la había cambiado y estaba segura que le iba a gustar trasladarse aquí con Valentina si le aceptaban en la universidad.
Las dos salieron del coche y caminaron hasta el portal, cruzándolo hasta llegar al ascensor donde las dos se miraron.
Juliana, quien tenía algunos mechones de cabello sucios y la nariz aún roja, miró a Valentina, quien estaba impecable. Ambas se rieron al mirarse.
Salieron del ascensor, tomándose tímidamente de la mano y se adentraron en el apartamento.
—Quítate la camiseta, voy a ponerla a lavar — Valentina le sonrió—. Bueno, ¿por qué no te das una ducha si quieres? Toma lo que necesites, ¿Ok? —Señalo el clóset — Pondré a lavar todo lo que quieras.
Juliana se quitó la chamarra y justo después la camiseta, tendiéndoselas a Valentina.
—Gracias, Val.
—Ve a ducharte, anda.
— Te urge que me bañe por lo que veo ¿tan mal estoy?
Ambas se sonrieron
— Toma— Juliana extendió su celular a Valentina— Escucha las grabaciones que están ahí, entenderás mucho más claro todo.
Valentina rozó la mano de Juliana antes de que desapareciera por una de las puertas del pasillo que conducían hasta el baño.
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Valentina estaba en el sofá, sentada, con las manos en la cabeza. Acababa de escuchar todas las grabaciones que Juliana tenía almacenadas en su teléfono móvil y comenzó a llorar pero no sabía si de enojo, frustración o tristeza. Juliana estaba sentada a su lado. Llevaba uno de los pantalones de Valentina puestos y un sujetador, nada más, así que sus suaves brazos le rodearon desde su costado y la atrajeron en un abrazo.
—Estoy bien, Val. ¿Lo ves? ¿Me ves? Estoy bien. Estoy contigo—murmuró Juliana—. No tienes que preocuparte de nada. Todo ha pasado ya.
—Quiero destrozarle con mis propias manos. —se giró, mirándole de frente—. Quiero hacerla sufrir, quiero que sienta el daño que te ha hecho, que me ha hecho, que nos ha hecho, en su piel, en sus huesos. La próxima vez que ella te amenace de esta manera, por favor, dímelo. No dudes en decirme las cosas Juliana, por favor. No quiero ni que piense en acercarse a ti o te juro que se va a arrepentir.
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Hermosa ave de verano
FanfictionJuliana miraba con positividad su nueva vida. Le era imposible no hacerlo; al fin y al cabo, cualquier cosa sería mejor que su vida en su anterior ciudad. Los ojos oscuros de la chica brillaban cuando levantó su barbilla para mirar el cielo encapota...