Comenzaba a caer la noche y Juliana estaba en su habitación después de pasar la tarde con la que ahora era casi imposible no considerar su amiga.
Estaba tratando de componer una canción. Le salía casi sola, era como si Valentina le diera esa inspiración que siempre había necesitado. Cantaba con suavidad y a la vez con miedo. Era la única manera que tenía de sacar sus sentimientos a flote.
Recordó la noche en la que Valentina vio una de sus cicatrices en el costado. Se sintió afortunada de que en realidad tuviera pocas marcas y que sólo hubiera recibido unos cuantos golpes que se desvanecían al cabo de una semana, o tal vez dos.
Salir del armario en Texas no fue nada fácil. Tenía a muchos amigos y, de repente, se había quedado sola.
Aquellos que eran sus amigos acabaron por darle la espalda. ¿Y por qué? Porque se había enamorado inevitablemente de una de sus mejores amigas.
Cada día recibía una nota diferente de personas anónimas. Con textos hirientes. Juliana nunca dio importancia a lo que decían aquella notas, hasta que su mejor amiga se lo dijo a la cara: "Es asqueroso". Esa misma mejor amiga que le había dicho a todo el mundo que Juliana le había estado acosando y que era homosexual. Sí, le gustaban las chicas, pero eso no significaba que la acosara.
Juliana era una de las mejores jugadoras de voleibol. Era co-capitana del equipo de su instituto y todos le adoraban. Los chicos se volvían locos con ella y las chicas le admiraban. Todo cambió cuando su mejor amiga le dijo al entrenador que era una amenaza para las chicas del equipo y le dio unos argumentos que, a pesar de no ser verdad, fueron suficientes para que la echaran del equipo.
Juliana vio cómo su mundo se rompía en mil pedazos sólo por estar orgullosa de quien es. Pero cuando pensaba que ya había parado, siempre estaba el mismo grupo de gente que le esperaba para molestarla y en una ocasión para llegar a los golpes. Porque, según ellos, se lo merecía. Juliana llegó a cuestionarse si era cierto, si realmente se merecía ser tratada así.
Paso mucho tiempo culpándose, frustrada y creyendo que sí, se merecía lo que le pasaba.
Cuando su madre notó los golpes y preguntó que le había ocurrido, Juliana le explicaba lo sucedido pero ella nunca decía el nombre de la gente. Estaba aterrada de que algo peor pudiera ocurrirle.
Pero lo más importante era que su mejor amiga estaba implicada y, por muy odiosa que fuera, Juliana seguía queriéndole cuando eso pasó. Era tonto creerlo, pero no podía evitar quererle.
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Valentina podía escuchar a Juliana desde su ventana. Después del día que había pasado con ella, seguía aún más intrigada. No podía esperar a que Juliana le contara todos sus secretos.
Estaba sentada al lado de la ventana, en un pequeño puff. Estaba garabateando algunas cosas en su libreta mientras escuchaba a Juliana a lo lejos. No dejaba de parecerle que tenía una voz bonita y también se sentía un poco acosadora queriendo escuchar todo lo que Juliana cantaba o tocaba.
Se preguntaba si esa canción era original de Juliana o era de algún grupo. Fuera lo que fuera, era una canción potente, llena de sentimiento. El corazón de Valentina se encogía al escucharla.
—Pero quién te crees que eres dejando mi cuerpo destrozado, lleno de tu odio, cubierto de cicatrices.
Cicatrices.
Algo se encendió dentro de la cabeza de Valentina.
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La canción de Juliana fue interrumpida porque alguien le llamó a su teléfono móvil. Era un número desconocido y, aunque dudó antes de contestar, decidió aceptar la llamada.
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Hermosa ave de verano
FanfictionJuliana miraba con positividad su nueva vida. Le era imposible no hacerlo; al fin y al cabo, cualquier cosa sería mejor que su vida en su anterior ciudad. Los ojos oscuros de la chica brillaban cuando levantó su barbilla para mirar el cielo encapota...