El cielo en un instante

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Valentina y Juliana continuaban en alta mar. Valentina navegaba mientras que Juliana estaba tumbada cerca de ella, con unas gafas de sol que agradecía le taparan los ojos, porque podía observar a Valentina sin que ella lo supiera.

Valentina seguía pensando en lo que había placado con Juliana y las ganas que tenia de ser la chica en la que se había fijado Juliana.

—Sigo sin saber dónde me llevas, Val —murmuró Juliana, sonriente.

— ¿Tanto te importa saberlo?

—Como imaginé, me estás secuestrando.

Valentina esbozó una sonrisa.

— ¿Y no sería fantástico que fuera así? —suspiró—. Te podría llevar a dónde quisieras. Podría cuidar de ti.

—Ya cuidas de mí —se incorporó y caminó hasta ella, colocándose detrás de Valentina. Pasó sus manos por la espalda de su amiga y continuó sonriente—. No dejas de cuidar de mí. Me has traído aquí para que deje de pensar en mi pasado y no lo he hecho en ningún momento.

—Te he traído hasta aquí porque quería estar contigo —se giró hacia ella y sonrió—. Me gusta estar contigo. Tú me entiendes, y yo te entiendo. Y me encanta que sea así. Eres mi mejor amiga, Juls.

El corazón de Juliana dio un vuelco y lo sintió un poco encogido al escucharle decir eso. Sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.

—Y tú la mía, Val... —murmuró, lamiéndose los labios suavemente y observándole con detenimiento. Tener cerca a Valentina cada vez hacia las cosas más dificiles.—. Nunca podré estar lo suficientemente agradecida por hacer lo que haces cuando estás conmigo.

— ¿El qué?

—Sencillamente... estar a mi lado —suspiró. Acarició sus costados con sus dedos y besó su hombro tiernamente—. Es más de lo que yo puedo pedir.

Juliana supo en ese momento que ser amiga de Valentina sería lo más difícil que iba a hacer en su vida, teniendo en cuenta sus sentimientos por ella. Porque además se la pasaban todo el tiempo juntas, ella no dejaba de estar pegada a Valentina. Ese día, más que nunca, había sentido la terrible necesidad de querer tocarla, era como si fuera un imán. No podía quitarle los ojos de encima, mientras pensaba en cómo controlar el querer abrazarle, pero, sobre todo, como quitarse las ganas que tenia de besarla, se moría por hacerlo..

Valentina no lo dijo, pero su corazón latía con la fuerza de un ciclón cada vez que Juliana hacía ese tipo cosas. Cuando le hablaba con ese tono de voz tan suave, cuando mencionaba su nombre, cuando le abrazaba, cuando la tocaba de esa forma, cuando sencillamente le mostraba su cariño mediante gestos, todo le hacía pensar cómo sería una situación igual en un contexto diferente.

Valentina echó el ancla de nuevo. Estaba a punto de atardecer y quería que ambas lo vieran. Valentina tomó a Juliana de la mano y las dos se sentaron para observar el espectáculo de la naturaleza. El cielo iba a teñirse de tonos magentas y anaranjados,

Juliana pasó los dedos por su cabello y se quitó las gafas justo después.

—Vamos a ver el atardecer —dijo Valentina—. Me encanta verlo en alta mar.

—Es la primera vez en mi vida que veo el atardecer así.

— ¿De verdad?

—Sí... —asintió con las mejillas coloreadas del mismo color que el cielo en ese instante. Escuchó como Valentina reía y pasaba un brazo alrededor de sus hombros—-. Seguro que a Luis le gusta mucho venir aquí contigo.

La cara de Valentina palideció. Se giró hacia Juliana y tragó saliva, dándose cuenta de lo que la motivó a traerla y de algo que iba a responderle lo que ella aún estaba intentando averiguar.

—Luis nunca ha estado aquí.

Las dos se miraron durante un instante que a ambas se les antojó eternos. La mano de Valentina estaba en el hombro de Juliana y lo apretaba tiernamente.

Los ojos de Juliana recorrieron el rostro de Valentina. El sol comenzaba a caer y se iba a esconder por la línea que separaba el cielo del mar, una línea que, a ratos, parecía desaparecer y tanto el cielo como el océano se confundían durante unos instantes, especialmente por la noche.

Juliana se inclinó como lo había hecho antes y se sorprendió de que Valentina continuaba mirándole a los ojos y a todas sus facciones, sin mover ni un solo músculo. Se fijó en los labios de Valentina, en la comisura de éstos, y en la primera y última vez que los sintió sobre los suyos.

Valentina sabía lo que estaba haciendo, lo que estaba pasando en ese momento, pero tal vez era algo tenía que suceder. Confusa, como la mayoría de veces, no dejaba de mirarle. Necesitaba saber si existían las mariposas sin alcohol de por medio.

Estaba convencida de que estaba consciente, pero la atmósfera le embriagaba de todos modos. Juliana estaba muy cerca de ella, y a ratos le sonreía. Se había perdido en sus ojos color café y la brisa marina que las envolvía.

Quién no arriesga, no gana...

Juliana se inclinó aún más, por un último instante volvió a mirarle a los ojos, sentía la respiración de Valentina tan cerca. Juliana ladeó la cabeza y cerró el espacio que aún las separaba, besándole tiernamente los labios. Cerró los ojos al sentir su cálida piel y temió por un momento que Valentina no quisiera corresponderle. No tenía plan B, no había pensado en la posibilidad de un rechazo. Quiso ser intrépida, quiso dejar de tener miedo respecto a sus sentimientos y la estaba besando en medio de un precioso atardecer. Era imposible que algo pudiera ser mejor.

Valentina se sorprendió al sentir sus labios presionando los suyos con suavidad, pero su primera reacción fue continuar ese beso. Estiró ligeramente el cuello y deslizó sus labios sobre los suyos, posando las palmas de sus manos sobre las mejillas de Juliana y cerrando sus ojos.

Escuchaba las olas romper cerca de alguna roca. Algunas gaviotas sobrevolaban el lugar. El sol continuaba escondiéndose, pero ellas ya no lo hacían.

El corazón de Valentina parecía querer salir de su camiseta. Rugía otra vez como si fuera un león, y sus pulsaciones estaban inusualmente acompasadas a las de Juliana.

Juliana no tenia experiencia, pero lo que estaba sintiendo la hacía actuar por instinto, los besos de Valentina eran adictivos, pero Juliana quería más, sus manos vagaron por uno de los pechos de Valentina, sin rumbo, a la deriva, como ellas dos en ese barco cuando navegaban.

Juliana volvió a ser intrépida y mordió ligeramente el labio inferior de Valentina, forzándole a entreabrir sus labios para poder profundizar ese beso. Valentina aceptó, sin ninguna duda, una invitada dentro de su boca. Y a partir de ahí, todo dio vueltas. Era una lucha constante por el dominio, y todo iba demasiado rápido y demasiado lento a la vez.

Valentina creyó enloquecer al darse cuenta de que perdía la noción del tiempo con un simple roce y Juliana, sencillamente no podía creerse que Valentina no se hubiera separado, que estuviera respondiendo a cada uno de sus besos y toques.

A Valentina nunca nadie le había besado de ese modo. Ni siquiera Luis. Sintió que ese había sido el beso con más sentimiento que jamás había experimentado. Y eso, por supuesto, le planteó una enorme duda en su cabeza cuya respuesta, a pesar de todo, se mostraba confusa.

Juliana nunca se había atrevido a besar a alguien, pero había sido el mejor riesgo que había tomado, se separó lentamente de Valentina. Sentía que sus labios estaban rojos y los de Valentina estaban ligeramente hinchados. Se miraron intensamente cuando se separaron y se limitaron a sonreírse la una a la otra. Sobraban las palabras. No había alcohol de por medios, no había excusa. Ambas estaban concientes de lo que había ocurrido, de lo que habían sentido. De lo que aquella invitación había significado.

El ocaso comenzaba a caer, pero ellas brillaban más que nunca.
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Me gusta esta Juliana, sin miedo al éxito
🤭

Ojalá hayan disfrutado este capitulo :)

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora