Hermosa ave de verano

Ella es bonita

Juliana sacó fuerzas de flaqueza para ir al muelle a la mañana siguiente. Se sentó en una mesa del club náutico con un sándwich de pollo y una Coca Cola, mirando a la ventana.

No iba a permitir que nadie le arrebatará las cosas que le hacían feliz.

Una chica con el cabello azabache, la piel clara y los ojos verdes se acercó a ella. Aquella chica le había visto desde la lejanía y tenía ganas de hablarle.

—Hola —saludó aquella ojiverde. Juliana levantó la mirada para observarle y sonrió cordialmente—. Te he visto estos días por el muelle... pero veo que no entrenas nunca. ¿No eres regatista?

—Para nada —Juliana negó con la cabeza—. Vengo a ver a una amiga mía. ¿Quieres sentarte?

Aquella muchacha sonrió de oreja a oreja. Juliana observó a aquella chica desde la cabeza hasta los pies. A juzgar por su vestimenta, parecía ser regatista. Juliana sonrió cuando ella se sentó en frente.

—Me llamo Juliana —le extendió el brazo y la chica le estrechó la mano—. ¿Cómo te llamas?

—Eva  —contestó con una sonrisa.

—Eres regatista, ¿verdad? —Juliana esbozó una sonrisa y le dio un mordisco a su sándwich.

—Sí, sí. Compito en el campeonato. Es mi segundo año aquí. No suelo hablar mucho con la gente que está en el club náutico porque todos son regatistas y acaban por ponerme muy nerviosa.

— ¿Por qué?

—No lo sé —rio, encogiéndose de hombros—. Entonces, ¿vienes a ver a alguien?

—Sí, justo como te dije. Es mi mejor amiga —dijo Juliana. Sus mejillas estaban rojas al decir eso y sonrió otra vez.

— ¿Sería un error si asumiera que tu mejor amiga es Valentina Carvajal? Es que te he visto por el muelle estos días, y por el centro, y cada que te veo siempre estás con ella...

—Sí, sí, es Valentina Carvajal. Eres muy observadora, Eva —Juliana le elogió.

—Lo soy —asintió—. Es una de mis cualidades, no te voy a mentir, pero gracias. ¿Sabes? Valentina Carvajal es mi mayor rival. Ella, y esa chica Vera. Es una buena amiga de Valentina por lo que tengo entendido ¿cierto?

Juliana casi se atragantó con su sándwich.

—Eso creo —asintió—. No conozco mucho a Vera, yo llegué nueva a este lugar este año.

— ¿En serio? ¿De dónde eres?

—Texas. ¿Y tú? A juzgar por tu acento, no eres de por aquí.

—También de Estados Unidos, pero de  Los Ángeles —se ruborizó—. Todo el mundo dice que tengo un acento muy... marcado.

—Lo suponía. Por cierto, a mí me gusta tu acento.

Eva  sonrió. Juliana pensó que era bastante espectacular ver que Eva tenía facciones tan... marcadas, le hacía tener una cara sumamente bonita.

— No sabía que tanta gente de todo el mundo venía aquí por las regatas.

Eva volvía a sonreír por aquel comentario.

— Deber ser cero fan de las regatas para no saber que aquí es de los torneos más importantes, sobre todo en juveniles. Todos queremos estar aquí.

— Acertaste. — Y es que Juliana desconocía todo sobre aquel deporte.

—Tengo que irme —Eva se levantó, sonriente—. Encantada de conocerte, Juliana. Espero verte pronto.

—Siempre me encontrarás en el restaurante comiendo como si no hubiera un mañana —rio ella.