Todo contigo

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Valentina descendió por el cuerpo de Juliana. Nunca había hecho algo así, se sentía torpe y estaba nerviosa. Pero lo que Juliana le provocaba era mucho más fuerte, quería darle el mismo o más placer que ella le había dado hace apenas unos minutos. Besó con cuidado su abdomen, hasta llegar al lugar con el que había fantaseado más de un par de ocasiones.

El primer toque de Valentina con la intimidad de Juliana hizo enloquecer a la pelinegra, quién  no pudo contener un gemido inesperado y casi tan ruidoso que pensó que lo podía haber escuchado toda la ciudad, sus piernas de inmediato comenzaron a temblar y lo único que quería era sentir a Valentina aún más cerca. La tomó por la cabeza y acercó aún más, Juliana estaba descubriendo una personalidad suya que hasta ella misma desconocía.

Juliana sentía todo menos nervios o miedo, Valentina la hacía sentir cómoda, si algo le gustaba de ella era esa confianza que le generaba, podía hacer lo que quisiera estando con ella. Atreverse estando con ella.

Valentina, por su parte,  se dejaba guiar por los movimientos y gemidos de Juliana, estaba explorando un mundo desconocido para ella, pero aquellos susurros eran un indicativo de que lo estaba haciendo bien.

Un último gemido por parte de Juliana inundó la habitación, justo cuando llegó a su orgasmo. Juliana trato de recuperar su respiración mientras acercaba a Valentina a ella, había sido un cúmulo de tantas nuevas y placenteras sensaciones que necesitaba recuperarse. Se acomodó al lado de Valentina, abrazándola con fuerza y notando su cuerpo sudado presionándose contra el suyo.

—Me gustas mucho —susurró Juliana, escondiendo su cabeza en el cuello de Valentina—. Nunca había hecho esto con nadie.

—Nunca había hecho esto con una chica —musitó Valentina, besando sus labios—. A mí también me gustas mucho, Juls.

La sonrisa de Juliana era de satisfacción y rodeó sus brazos alrededor del cuello de Valentina para besarla suave y nuevamente.

Rodaron sobre la cama y las caderas de las chicas, volvieron a moverse. Valentina en ese momento tenía en claro lo que quería hacer, tenía en claro que las cosas con Juliana funcionarían perfectamente, tenía claro que, heterosexual no era.

Los cabellos de Juliana le tocaron suavemente por todas las partes donde le había besado y le hacían cosquillas. Valentina reía armoniosamente, contagiando su risa a Juliana y entre risa y risa, se colaban besos que volvían a perderse en el paso del tiempo.

Valentina notó como le volvían las ganas de estar con Juliana.  Era como si su cuerpo le dijera: ahora que al fin te has decido, te dejo que tengas todo lo que quieras.  Quería más sí, pero no sabía si para Juliana sería el momento indicado. Juliana estaba, por otro lado, en una nube. Quería pensar que esto no era un sueño, si no que todo era una maravillosa y dulce locura que se había hecho realidad.

—Me encantas —dijo Juliana en un susurro, besándole el cuello a Valentina suavemente—. Haces que me sienta bien —suspiró y pasó sus dedos por su abdomen—. Haces que mis cicatrices sean lugares bonitos cuando las besas, Val. Me haces sentir... fuerte. Creo que soy capaz de todo contigo.

Sonrió alegremente y le besó la frente con cariño, abrazándola con fuerza.

—Te lo he dicho tantas veces, Juliana —suspiró—. Voy a cuidar de ti pase lo que pase. No vas a estar sola nunca más. Te lo prometo.

Entonces comprendió, si es que todavía tenía que comprenderlo, que estaba indudablemente enamorada de Valentina. Sí, físicamente había sido increíblemente placentero, pero la conexión emocional que había tenido con Valentina había sido superior. Estaba enamorada y feliz de que, por primera vez en su vida, parecía que una chica podía corresponderle.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora