Evidencias

1.4K 212 10
                                    

"Te quiero

Porque tu boca

Sabe gritar

Rebeldía."

Valentina se levantó primero. Dejó que Juliana durmiera plácidamente y se marchó al baño para darse una ducha. Se miró primero al espejo y se acarició la mandíbula y los pómulos, se sentía tan mujer que ni ella podía explicarse las sensaciones que recorrían su cuerpo, sonrió a su reflejo y justo después se adentró en la ducha.

Dejó que el agua cayera sobre su cuerpo mientras ella se apoyaba contra la pared. No había nada mejor que una ducha para despejarle por las mañanas, por mucho que se duchara la noche anterior.

Salió y se enrolló una toalla alrededor del cuerpo, dejando que su cabello continuara húmedo y las gotas que le caían rodaran por su cuerpo. Volvió a entrar a la habitación para ver cómo Juliana continuaba dormida y se sonrió a sí misma.

Abrió la puerta del armario en busca de ropa interior. Podía escuchar la respiración de Juliana. Dio media vuelta con las bragas en la mano y le vio enredada entre las sábanas, con sus labios entreabiertos y los cabellos cubriéndole la cara.

Valentina se acercó y recorrió sus dedos por su cabello, tener a Juliana así era una tentación muy grande, justo después sacudió su cabeza. Se colocó la ropa interior y se desenrolló la toalla, llevándola justo después al cesto de la ropa sucia.

Volvió a abrir el armario, esta vez en busca de unos pantalones y una camiseta para ponerse encima. Sacó lo mismo para Juliana en caso de que quisiera ponerse algo. Justo después atravesó la puerta para cruzar el pasillo y marcharse hasta el salón y sentarse sobre el taburete que estaba delante del piano.

Vivir con Juliana sería alucinante. Experimentar esta clase de sensación todos los días le llenaba de verdad.

Luis era distinto a ella, muy distinto y por increíble que fuera, parecía no llegarle a la suela de los zapatos. Juliana era especial. Muy especial. Y sentirse tan conectada a una persona, por mucho que le aterrara, también le hacía sentir mucho más fuerte y con más confianza en sí misma.

Levantó la tapa del piano y exhaló un suspiro, descansando sus hombros. Despertar a Juliana con una canción tocada por ella con el piano podría ser interesante. O no. Tal vez a Juliana no le gusta que le despierten. Pero debían irse a Huatulco para empezar con el entrenamiento.

Quedaba poco más de una semana para que el campeonato comenzara y tenían que mejorar sus tiempos para asegurarse de que iban a ganar. Valentina sonrió. Por supuesto que iba a ganar, porque ella iba a darlo todo por Juliana. Le había prometido esa victoria.

Debería tatuar tu nombre en mi piel, tomar de nuevo mi pasaporte y reemplazarlo.

Juliana se había levantado al escuchar las primeras notas del piano, pero le costaba levantarse de la cama.

Podría tener sin broncear esa zona de mi mano izquierda donde se une mi nudillo y mi dedo anular.

Juliana se incorporó con parsimonia y caminó por el pasillo, escuchando la voz de Valentina rompiendo el silencio de la casa.

— Y tu nunca sabrás lo hermosa que eres para mí.

Valentina giró su cabeza y observó a Juliana, quien le sonreía y se armó de valentía para terminar el estribillo.

Pero quizá solo este enamorada cuando me despiertas.

Juliana se acercó y beso la mejilla de Valentina.

— ¿Desayunamos algo rápido?

— Solo tengo jugo y pan tostado

— Más que suficiente para que puedas entrenar.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora