Cena familiar

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La cena, después de discutirlo, se iba a hacer en casa de los padres de Valentina. Juliana estaba nerviosa —muy nerviosa, extremadamente nerviosa; pensaba que iba a colapsar en algún momento— pero su madre logró tranquilizarle.

Juliana llevaba una gabardina y el cabello algo revuelto, como de costumbre. No podía disimular su sonrisa cuando Valentina le abrió la puerta de la casa y la miró de arriba abajo, observando su atuendo.

—Estás muy bonita.

Juliana le sonrió, mirándole. Ella llevaba el cabello suelto, una blusa de tirantes— ¡qué raro! — y unos pantalones apretados. Juliana suspiró.

—No es lo que estoy acostumbrada a ver, pero sigues siendo una marinera.

—Y soy hermosa, ¿verdad?

—Mucho.

Se adentró en la casa, donde vio a los hermanos que enseguida corretearon hacia ella para abrazarle con fuerza y luego se vio envuelta en otro abrazo, esta vez por parte de Raquel.

—Bienvenida a casa, Juliana —susurró aquella mujer, con una voz tan dulce que creyó adormecerle casi al instante.

—Gracias, Raquel —respondió, mirándola—. Estás muy guapa.

—Tú también, aunque conociendo a mi hija... ella ya te lo habrá recordado, ¿verdad?

No pudo evitar ruborizarse cuando dijo eso. Se alejó de ella con una sonrisa para saludar a León, quien la atrajo en otro abrazo bastante cariñoso.

— ¿Cómo va todo, Juliana?

Ella exhaló un suspiro.

—Parece que todo va muy bien. ¿Y tú, León?

—Bien, bien. Me alegra tenerte a ti y a tu madre aquí otra vez. Quería disculparme por mi reacción en la reunión, pero la noticia me cayó de sorpresa.

— No tienes que disculparte. De hecho, estoy contenta por tu reacción y la de tu esposa. No imaginé que reaccionaran tan bien. Estaba un poco asustada.

— Nosotros te queremos mucho Juliana, siempre serás bienvenida a esta casa. Lo único que queremos es ver a nuestra hija feliz.

Valentina se acuclilló delante de sus hermanos, quienes la abrazaron y le besaron las mejillas suavemente.

— ¿Ves cómo te dije que eran novias? —Dijo uno sus hermanos, sonriente.

Velentina acarició el cabello de ambos niños y los abrazó otra vez, sintiéndolos contra su pecho y exhalando un suspiro. «Supongo que ellos se dieron cuenta desde el principio», se murmuró a sí misma mientras cerraba los ojos y los mantenía de esa manera.

—Te queremos mucho, Val —musitó Mateo—. Y es genial que Juliana sea tu novia. Significa que podrá jugar con nosotros, ¿verdad?

Antes de que Valentina pudiera responder, Juliana se había acuclillado a su lado y los estaba abrazando como ella hacía.

—Jugaré con ustedes a todo lo que quieran siempre y cuando ninguno de esos juegos tenga que ver con cortarme el cabello...

Las miradas de Juliana y Valentina se cruzaron casi al instante. Por supuesto, ambas sonrieron felices. Y se levantaron para irse al salón, donde les esperaba la cena.

//

La cena fue fantástica. Raquel había hecho muchísima comida y estaban todos sentados,  mientras hablaban de las cosas más triviales que pudieran existir.

Todo era tan natural que el tema de su relación no salió en la plática. Los padres sabían que no era buena idea bombardearlas con ese tipo de preguntas y no había necesidad de hacerlo.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora