Epílogo

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Era noviembre y Juliana hacía cerca de dos meses que se había instalado en Oaxaca y que había empezado la universidad.  A pesar de que hacía más de dos meses que Juliana había sentido una inmensa felicidad al ver de nuevo los ojos de Valentina, los tiempos no habían sido fáciles para la pelinegra.

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Valentina tenía los ojos abiertos y observaba a Juliana justo después de haber mirado todo su alrededor. Había pasado un día desde que Valentina despertó del coma y desde que Juliana había salido corriendo a llamar a las enfermeras. Ellas habían entrado junto al doctor y retiraron a Juliana de la habitación. Los padres de Valentina estaban muy emocionados y nerviosos, Juliana abrazaba a la mamá de Valentina mientras lloraban.

— ¡Me reconoció! ¡Dijo mi nombre!

Los médicos pasaron mucho tiempo en el cuarto con Valentina y los nervios estaban matando a Juliana. Cuando por fin salieron, les informaron que Valentina tenía que permanecer en el hospital, para comprobar que todo había salido bien y no tenía secuelas serias.

Les permitían entrar por lapsos cortos y les indicaron no provocar emociones fuertes en Valentina, tenía que descansar, pero también era importante mantenerse acompañada.

—Hola...

—Hola —Valentina sonrió suavemente con los ojos adormilados. Miró como Juliana se sentaba a su lado y le tomaba de la mano, besándosela cariñosamente—. ¿Cómo estás?

—Bien, bien —asintió con la cabeza mientras le miraba—. ¿Y tú cómo estás?

—No sé, cansada...

— ¿Cansada? Llevas cerca de tres semanas dormida, ¿y estás cansada?

Ambas rieron mientras se miraban. Valentina trató de acercar su otra mano a la cara de Juliana y sintió que le costaba trabajo la movilidad.

—No te esfuerces.

Pero Valentina insistió y le acarició la mejilla suavemente, disfrutando de un silencio reconfortante entre ellas.

—Te he extrañado mucho—musitó Juliana, cerrando los ojos cuando los dedos de Valentina entraron en contacto con sus mejillas.

—Y yo a ti. — Valentina seguía acariciando la mejilla de Juliana — Siento que no me puedo mover bien.

— Vas a estar bien Val. Te lo prometo.

Los médicos habían terminado con los estudios, Valentina estaba bien, sin embargo, iba a necesitar estar en rehabilitación para recuperar musculatura y movilidad.

Era el primer día en que Valentina dejaría la cama del hospital, el médico con cuidado la puso de pie, se sentía débil y con poca coordinación, la cara de Valentina era de mucha preocupación cosa que el medico notó de inmediato.

— Es normal, Valentina. Estuviste mucho tiempo sin movilidad. Tu cuerpo se acostumbrará rápido al ritmo que tenías previo al accidente.  —Le tranquilizó el doctor— Ahora las dejo y, por favor, nada de esforzarte.

El médico salió del cuarto. Valentina trastabilló al intentar incorporarse rápidamente y Juliana la sostuvo, mientras las dos se reían.

— Ey tranquila, Val.

— Qué torpe soy ahora — Valentina sonrió y se perdió en los ojos cafés de Juliana, hacía tanto tiempo... Se inclinó poco a poco para besarla por fin, fue un beso suave y rápido, pero se sintió como el mejor. — Cómo extrañé esto.

— Yo también. Quiero besarte más, pero puede venir alguien y además no puedes esforzarte.

— Entonces tengo que recuperarme rápido, porque también extraño más cosas. — Juliana sonrió y abrazó con suavidad a Valentina. — He encontrado mi motivación.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora