David contra Goliat

1.3K 217 21
                                    

Eva y Lucía estaban cerca del club náutico. Eva había recibido un mensaje en el cual Juliana le decía que iba a hablar con Vera fuera, delante de la puerta, así que sin que ella lo supiera, decidió estar vigilando la escena.

Se metió las manos en los bolsillos y se sentó en el bordillo de la acera junto a Lucía, quien permaneció en silencio con Eva.

—Creo que Juliana te ha perdonado en su cabeza —susurró—. Me alegro mucho por ti.

Lucía se giró y le miró con una sonrisa.

—Gracias, Eva. Creo que sin ti, no lo habría conseguido.

Las dos se miraron durante unos segundos —segundos que se les antojaron eternos, por supuesto—. Eva acabó riéndose y miró al frente, mientras se encogió de hombros.

—No tienes que agradecerme nada, Lucía.

//

Juliana salió de casa con una chaqueta puesta. Por las noches, en aquel lugar solían bajar las temperaturas y una simple camiseta no era suficiente. Sacó su cadena de dentro de la chaqueta y besó el ancla.

Se metió las manos en los bolsillos y caminó con los hombros encogidos hasta el club náutico. No había planeado nada en absoluto, sencillamente iba a decirle todo. Iba a usar todas sus armas, las mismas que Vera utilizó contra ella.

Sonrió tan sólo al pensarlo. No podía esperar hasta poder sentirse como una vencedora.

Le esperó delante del club náutico. Ella no lo sabía, pero Lucía y Eva estaban cerca. Miró a los lados y divisó una figura que se acercaba desde la lejanía. Tenía un cigarro en la boca y caminaba tranquilamente, dirigiéndose hasta Juliana.

A Juliana le sorprendió que fuera sola, porque siempre que la molestaba necesitaba ir con más gente.

Antes de llegar hasta Juliana, lanzó el cigarro y lo apagó con su pie, restregándolo contra el suelo y volvió a caminar en dirección a ella con una sonrisa en los labios.

//

—Están ahí —susurró Eva, observando la escena—. Estoy nerviosa Lucía, no debió verse a esta hora con ella.

— Tranquila, Juliana ha madurado bastante. Sabrá defenderse. Dudo que Vera se atreva a pegarle. Por hacer uso de una conducta violenta con un miembro del club náutico, ya sea regatista o no, podrían penalizarle.

Lucía tenía razón y sabía lo que para Vera significaban las regatas. Eva se quedó en silencio observando la escena con el teléfono móvil en la mano y un mensaje en el borrador. Sólo lo enviaría si fuera necesario.

//

—Con eso de "si eres tan osada" pensé que habrías traído a Valentina contigo para que me pegara... Ah, cierto que has tenido que alejarte de tu chica... —se echó a reír delante de Juliana, quien mostraba un semblante serio.

— ¿Y tú dónde has dejado a tu chico, Vera? Normalmente siempre te veo con él —respondió, levantando la barbilla y enfrentándole con la mirada.

— ¿A mi chico? —Vera enarcó una ceja algo enfadada—. ¿De qué demonios me estás hablando?

—Al que llevas a todas partes o el que te lleva a ti, como llavero. El mismo al que convenciste para que me condujera al vestuario para que me chantajearas, por ejemplo.

— ¿De qué me estás hablando? —Vera repitió, esta vez más enfurecida—. Habla, Valdés —gruñó.

—Tengo en mi mano —sacó de su bolsillo su teléfono móvil—. Siete grabaciones en las que tú misma te delatas, pasando por engreída, homófoba y una completa imbécil. Pero, no sólo eso... —Juliana sonrió con incredulidad, mirándole fijamente—. Tengo trece fotos de ti y de él.

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora