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No estaba bien. Me dolía todo el cuerpo, me pitaban los oídos y el sabor a sangre estaba presente en mi boca, no estaba segura si a causa de mi mejilla lastimada o que me había mordido la lengua al caer al piso.
No podía abrir los ojos, porque se estaban hinchando y me dolían de los golpes que Alexei me había propinado luego de bajarme del automóvil tirando de mi cabello.
Al menos pude frenar un par de sus puñetazos con mis torpes intentos de autodefensa e incluso lo golpeé en la garganta, lo que hizo que tosiera y se enfureciera el doble, pasando a las patadas y arrastrarme tomando mechones de mi cabello.
Estaba sobre frío hormigón, áspero y polvoriento, en lo que se sentía era un depósito con aroma a humedad y algo putrefacto en el aire.
Respiraba despacio y estaba recostada sobre mi hombro herido: a pesar de que me dolía más, quería poder tener el sano para cubrirme mejor en caso de que hubiera una nueva tanda de golpes.
Ahora lo oía gritar enfurecido a alguien y golpear metal.
—¡Te dije que no te le acercaras! ¡Que no la subestimaras! ¿¡Te lo dije o no!? —dijo enfurecido.
No oí la respuesta, pero sentí el sonido de una bofetada.
—¿Por qué no me obedeces? Yo te traje aquí, yo te saqué del hoyo en el que el idiota de tu novio te metió y te ofrecí esto... ¿así me pagas? ¡Traidora de mierda! —dijo.
¿Le hablaba a Leslie? Eso sonaba como algo que podía decirle a ella. Pero no podía estar segura, me sentía un poco atontada. Sentía el pulso en cada golpe y la cabeza me punzaba.
Estaba intentando mantener la clama, no me convenía entrar en estado de pánico. Pero las lágrimas se agolpaban en mis ojos y los espasmos atenazaban mi pecho, me costaba respirar.
Sé que siempre pensaba esto, pero nunca había tenido tanto miedo. Debía de haber un número de veces en las que una persona podía escapar de la muerte y ya había superado con creces ese número.
Oí los pasos pesados de Alexei acercarse a mí y me encogí.
—Ya no voy a pegarte, hasta yo tengo un límite —dijo.
Tomó mi cabello con su mano y me alzó del suelo. Grité de dolor. Lloraba entre gritos y espasmos.
—Deberías mantener la boca cerrada, porque no te gustará saber lo que provocan en mí tus gritos, niña —dijo y me arrastró por el piso.
Mantuve los dientes apretados y con esfuerzo entreabrí los ojos. Me llevaba por el suelo de lo que parecía una fábrica de algún tipo. Mi jeans evitaban que mis piernas terminaran destrozadas.
Me tomó del brazo y me alzó aún más, depositándome en una silla con violencia.
Con los ojos medio abiertos toqué mi nariz y boca, la sangre me manchó los dedos.
—No te preocupes por tus heridas, comprenderás que no puedo dejarte viva... sabes demasiado, supones demasiado y tu existencia me exaspera. Creí que cuando el sentimental de mi hermano se enamorara, lo haría de alguien inofensiva. Como Leslie en su momento. Por eso la traje de nuevo, para alejarte de él y que se acercara a ella. Y lo estoy consiguiendo, ¿sabes? Y que tú sepas que me la follo no ayuda con mi plan —dijo y acarició mi cabello.
Aparté mi cabeza de su contacto y vi, con los ojos borrosos por las lágrimas, como sonreía.
—No te preocupes, todo terminará rápido. Mira el lado positivo: con tu muerte dejaré en paz a tu familia, tu dulce hermanita vivirá feliz...
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Deuda de sangre
Storie d'amoreLuego de la muerte de su padre, Dannika Murath, de dieciocho años, pasó a ser la tutora de su hermana y la heredera de una deuda con la mafia austríaca de la ciudad: los Bunner. Cuando le dieron a elegir entre la muerte o ser la mensajera de la fami...