Decir que estuve nervioso durante toda la clase de autodefensas era un eufemismo. Dannika había realizado responsablemente todos los ejercicios, feliz de poder defenderse y aún más feliz cuando dejé que me tirara al piso. Le hice prometer que nadie sabría que pudo conmigo y parecía emocionada por guardar ese secreto en particular.
Mis nervios no se debían a nada más ni nada menos que al hecho de que debía estar tocándola constantemente y ella daba adorables respingos cuando no notaba con anticipación donde colocaría mi mano. También a que miraba con una concentración digna de un monje cada movimiento que le enseñaba y como al atinar en el ejercicio saltaba aplaudiendo contenta.
No creo que ella fuera consciente del efecto que estaba causando en mí, en como había ido logrando que me quedara cautivado con su belleza en esos días donde le hablaba de mi mundo, en como solo quería pasar tiempo con ella.
A pesar de estar temerosa y aborrecer cada aspecto en el que se vería implicada, parecía resuelta y firme cuando supo de las condiciones. Cuando supo lo que estaba en juego.
Estábamos sentados contra la pared cuando preguntó:
—¿Cuando aprenderé a usar un arma?
La miré un segundo, tenía el cabello pegado a la frente y las piernas extendidas de cualquier manera, cansada luego de horas de entrenamiento.
—Espero que nunca sea necesario, querida —le dije en tono de coqueto con una media sonrisa.
Ella me devolvió la sonrisa con ojos brillantes y pícaros.
—Más vale que no, querido —contestó y me dio un codazo suave en el costado.
Me gustaba como ella seguía mis coqueteos con más coqueteos y miradas divertidas. Uno podía caer sin proponérselo en sus palabras.
—Te invito a cenar —dije poniéndome de pie sin dificultad. Ella me miró con envidia y se levantó más despacio.
—¿Con cuantos meses de ejercicio así quedaré como una diosa? —preguntó refunfuñando.
"Ya eres una diosa, niña" pensé.
—Depende, si me acompañas a cenar a Mc Donald's periódicamente serán muchos más, lo que te dará una excusa para pasar más tiempo conmigo —le contesté sonriendo.
—¿Mc Donald's? Tienes suerte de que la última vez que comí allí fue hace casi un mes. Mi padre nos llevó a mi hermana y a mí para celebrar su cumpleaños —explicó con una sonrisa nostálgica.
—¿Un hombre maduro celebrando su cumpleaños en una hamburguesería de comida rápida? Es todo lo que aspiro ser en esta vida —exclamé alzando los brazos al cielo.
Ella se rio y puso sus manos en mi espalda, empujándome a la puerta.
—Vamos, querido, si quieres que cene contigo antes debemos ducharnos porque la comida y el sudor no son pareja —explicó.
Me frené en seco y la miré con las cejas alzada y una mirada seductora.
—¿Juntos? —pregunté.
Ella se quedó quieta, analizando lo que había dicho y me miró con indignación.
—Para ducharnos juntos deberás hacer muchos méritos, Eliseo Bunner.
—¿Eso quiere decir que hay posibilidades? —pregunté con esperanza agrandando mis ojos.
—Claro, todo en esta vida es posible. Sino mírame a mí en modo mafiosa peligrosa —dijo y salió por la puerta.
Me reí ante sus palabras, sabía que todo era una broma y me encantaba. Su carácter juguetón me volvía tan loco como la transparencia de su mirada.
.....
Estábamos limpios en el estacionamiento del AutoMc, hacía poco que había anochecido y ella devoraba sus papitas mientras me hablaba del colegio, de su hermana y de como su mejor amiga era incapaz de salir de una relación tóxica.
Yo la miraba embelezado mientras comía una hamburguesa en silencio.
—¿Y qué haces cuando no eres mafioso? —preguntó al cabo de un momento.
—Siempre soy mafioso, Danni. A veces salgo por ahí con mi mejor amigo, casi un hermano, con el que crecí. Felix se llama. Es divertido, aunque no tanto como lo que me cuentas de Sabrina y tu instituto —intenté desviar la conversación.
No quería que supiera que eso e incendiar cosas eran mis únicos hobbys y ocupaciones lejos de la mafia. Y lo cierto es que ninguna estaba tan alejada de la misma.
A veces aborrecía mi suerte y deseaba desesperadamente alejarme, pero no podía. No tenía el valor para enfrentar a mi padre.
—Elegante forma de decirme que no quieres hablar de eso —replicó con ojos perspicaces. Ella me había dicho que su hermana era la observadora y analítica, pero ella no se quedaba atrás.
Me encogí de hombros y ella comenzó a hablarme de que ese año era su graduación y que estaba un poco perdida con lo que quería hacer porque había ingresado en la rama incorrecta de bachillerato, presionada como estaba por cumplir expectativas y queriendo continuar en las clases con sus dos amigos.
—Me gusta la filosofía, la biología y un poco la literatura, pero lo cierto es que no se como combinarlas —dijo—. Tengo algunas ideas, pero ya veré si llego viva a fin de año —terminó y se rio de sus palabras.
—Yo estoy en esto desde que nací y sigo vivo —informé poniéndome de ejemplo.
—Pero tu padre no te amenazó con matarte si no hacías las cosas bien.
—¿Ah, no? Ay, Danni, Danni, cuando conozcas al sir vater más a fondo comprenderás porque es el rey de la mafia. Y, si te sirve de consuelo, me amenaza al menos una vez a la semana —le expliqué. "Y más desde que me negué a dejarle tu adiestramiento a otro fulano", agregué en mis pensamientos.
Ella sonrió antes de tomar un sorbo de refresco y miró la hora.
—Debemos volver —pidió.
Dejé los restos de la comida en la basura y me dispuse a llevarla a su casa.
—¿Sabes? Eres lindo para ser rubio —dijo al bajarse del auto. Me sonrojé un poco pero no me dio tiempo a replicarle.
Valía la pena recibir un par de reproches extras por esa chica, siempre que no llegaran a lastimarla y, por el capricho que tenía mi padre con ella y su "estrellita que pasa inadvertida", imaginaba que eso no pasaría respetando ciertos límites.
......
Quería que conocieran un poquito más de Eliseo y su relación con Danni mientras está lejos, así que les dejo este mini capítulo narrado desde su punto de vista de su primera "cita". Haré algunos así a lo largo de la historia, narrados desde las perspectivas de Eliseo y Gavrel, para que sepan como ven a Danni y lo que piensan ellos.
Espero no les moleste.
No se olviden de votar, comentar y recomendar la historia. Ya llegamos a las 5k lecturas!!!
ESTÁS LEYENDO
Deuda de sangre
Roman d'amourLuego de la muerte de su padre, Dannika Murath, de dieciocho años, pasó a ser la tutora de su hermana y la heredera de una deuda con la mafia austríaca de la ciudad: los Bunner. Cuando le dieron a elegir entre la muerte o ser la mensajera de la fami...