Deuda de sangre

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Elaia volvió el domingo temprano, los padres de su amiga la dejaron de pasada en casa antes de ir a misa.

Yo estaba en mi cuarto, sola.

Luego de hacerle un corto resumen a Sabrina, para que supiera a lo que se enfrentaba, le había rogado que se fuera. Ella no quiso, por lo que se quedó hasta las 6 am, hora en la que me desperté a buscar agua.

No pudo negarse cuando le dije que necesitaba estar sola, pero me prometió que estaba a una llamada de distancia y me dijo que debía cuidarme.

Mi hermana me miró con sospecha al pasar por la puerta de mi cuarto.

—¿Te estás preparando para ir a ver a sir Bunner? —preguntó.

Asentí sin mucho ánimo.

—¿Cómo te fue en la fiesta? —insistió entrando con cautela. Tenía esa mirada, la mirada que ponía cuando intentaba descifrar mis sentimientos.

—Bastante mal, Eli. Escúchame, no quiero que salgas sola de la casa. A partir de hoy te acompañaré a la puerta de tu colegio y te esperaré en la puerta. Si yo no estoy no te subas al auto de nadie, ni pidas ubers, ¿entiendes? Si pasa eso te vas con cualquier amiga y llamas a la tía para que vaya por ti —le dije y corrí a abrazarla.

Tenía tanto miedo por ella. Me asqueaba lo que Alexei me había dicho y solo de pensar en semejante peligro para ella me paralizaba de terror.

Ella me devolvió el abrazo y preguntó:

—¿Qué pasó, Danni?

—Te cuento mejor cuando vuelva, ¿sí? No le abras la puerta a nadie tampoco —le dije.

Ella asintió y, en el último minuto recordé algo.

Busqué una tarjeta en mi agenda y tomé su teléfono para agendar el número.

—Si te sientes amenazada de alguna forma y yo no estoy allí para guiarte, llama a este número, es el único oficial que estos malditos no han podido corromper. Si le dices que eres mi hermana seguro te prestará atención —le expliqué devolviéndole el celular y agendando el número en el mío.

—Me estás asustando, Dannika. Suena como que pasó algo grave y que no estarás aquí...

—Sí, si estaré, pero ahora estamos por nuestra cuenta, ¿sí? Nada de Romanov ni de Bunner, solo nosotras. No podemos confiar en nadie, Eli. Te diré más cuando vuelva, pero se me hace tarde y no necesitamos más problemas.

Le di un beso en la frente y bajé a enfrentarme al día en jeans y gorro de visera.

El uber me dejó en el centro de equitación a las 10:45, así que me apresuré buscando en el hall principal con la mirada al sir.

El lugar era amplio, rústico a la vez que elegante y con aroma a madera y perfumes importados. Había una gran cantidad de personas con trajes de montar y sonrisas compradas. Los sillones parecían de cuero suave, me recordaban a los de la casa del sir.

Miré el celular y mandé un signo de interrogación al número desde el que se había comunicado. Ignoré los mensajes de Gavrel y Eliseo, no quería pensar en ellos ahora.

Me preguntaba sin cesar como Alexei se había enterado de todo. Estaba segura que muy pocas personas lo sabían y estaba allí para confirmar si el sospechoso número uno de la lista era el culpable.

"pregunta por la yegua estrella de la mañana" decía el mensaje del sir.

El nombre del animal me pareció una burda broma del destino.