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Vi por fin al sir junto a Hannah saludando a los invitados en el comedor, donde ya no había una sola mesa grande, sino que varias redondas; estaban junto a los que supuse eran los padres de Katharina.

La madre era igual de impresionante que la hija y el padre parecía un hombre importante, tenía toda la apariencia de un político.

Iba a dar la vuelta para evitar ese encuentro pero la voz del sir me frenó.

—Dannika, querida, ven —dijo el hombre con tono demandante.

Me acerqué con paso veloz hasta donde estaban, rogando no parecer un ciervo bebé caminando con los tacones. Los cuatro me miraban de forma evaluativa, la expresión de sir inodoro iba entre el análisis, el desagrado y la sorpresa, mientras que la de su esposa solo parecía triunfal.

—Deja que te presente a mi amigo, Paul Trish y a su adorable esposa Macaira —agregó Erick al tenerme allí.

—Un placer conocerlos —dije estrechando la mano izquierda con ambos.

—Dannika es amiga de Eliseo y una muy buena agente encubierta, ¿no es así? —continuó él y sonreí falsamente.

—Eres preciosa, Dannika. Tu nombre se oía bastante seguido en nuestra casa —dijo con dulzura Macaira con un marcado acento que no reconocí. El rostro de Hannah fue de desprecio al oír eso.

—Gracias, señora Trish. Usted es hermosa —comenté en respuesta.

—Dannika, ¿por qué no vas al segundo piso a ver si nuestra hija está lista? A ella le gusta hacerse esperar y si vamos nosotros, no saldrá de su habitación en toda la noche —pidió Paul.

—Cierto, ve, niña. Trae a la novia a nosotros —agregó el sir.

—Es la tercer puerta a la derecha subiendo las escaleras —explicó su esposa, como si yo fuera parte de la servidumbre.

No dije nada y me alejé. Al parecer el sentido común había vuelto a mí.

Subí las escaleras sosteniendo mi vestido para no enredarme y rodar por ellas. Giré a la derecha y caminé por el pasillo.

Antes de llegar a la tercer puerta se abrió la segunda, revelando a Eliseo con camisa blanca, pantalón de vestir, moño y unos jodidamente sexys tiradores.

Me miró, abrió la boca para decir algo y la cerró.

—Me enviaron a buscar a la novia —dije explicando mi presencia en la segunda planta.

—Tú eres la novia, Dannika —dijo al fin y tió con delicadeza de mi brazo para hacer que entrara en la habitación.

—Eliseo... —empecé pero él puso su dedo contra mis labios, haciendo que calle.

—Sh, déjame disfrutar de verte así —pidió.

Mientras él me observaba eché un vistazo a su habitación. Una gran cama tamaño king con colchas y almohadones rojos, una ventana donde se distinguía un balcón y varios escritorios, uno de ellos repleto de lo que parecían... ¿mecheros?

Lo volví a mirar y su rostro reflejaba una cierta tristeza.

—Quiero volver a los días donde solo éramos tú y yo en mi auto hablando tonterías —dijo y se acercó, pegándome a la puerta.

Sonreí al recordar eso, parecía tan lejano ahora, con todo lo que había pasado en mi vida en las últimas semanas. La nostalgia llenó mi pecho.

—Sabía que ese vesitdo te iba a quedar de puta madre —siguió y tocó uno de los tirantes.

—Katharina tiene buen gusto —dije con una sonrisa.

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora