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Esa mañana fue extraña. Me desperté con la bruma de la medicación en la cabeza y el corazón un poco más roto que el día anterior.
Preparé el desayuno para mí sola. No sabía cuando Alexei se había ido pero había cerrado con llave, llevándose una copia. Maravilloso.
Me centré en los huevos revueltos con queso, luego desayuné mirando un video en youtube. Me bañé y vestí escuchando música y susurrando las letras, letras tristes que me tenían al borde del llanto, porque el masoquismo vivía en mi.
Necesitaba mantener mi mente ocupada, no quería pensar en la noche anterior y en todo lo que se venía sobre mí.
El camino en bus lo hice repasando apuntes con mucha atención, evitando que mi mente se dispersara. Si pensaba en Gavrel y que lo vería...
No, céntrate en el movimiento rectilíneo uniforme.
Mantuve mi farsa de distracciones hasta que Sabrina se acercó a mi.
—¿Cómo estás, Danni? —preguntó, por su rostro supuse que Lukyan le había contado algo.
—Todo fue un desastre, Sab. Pensé que había llegado a mi límite pero al parecer puedo lastimar aún más a la gente que amo —dije derrotada.
—Sh, todo va a estar bien. Solo unos días más —dijo tranquilizadora.
Intenté convencerme de eso, pero cuando llegó la hora de filosofía y entró el preceptor en vez de Gavrel mi corazón se encogió en el pecho.
—El profesor Romanov no vendrá hasta el viernes, cuando entregará sus notas. Tienen las horas de filosofía libres. Aprovechen para repasar y pueden ir al patio —dijo y mis compañeros se notaban contentos.
En este tiempo tenía dos opciones: martirizarme por saber como estaba Gavrel o convertirme en una experta en Física.
Quería la segunda, pero la primera se apoderó de mi mente.
Esperaba que Alexei no le hubiera hecho nada.
Aunque si eso hubiera sido así Lukyan lo sabría y le habría avisado a Sabrina, ¿no?
El examen final fue una tortura, pero logré terminarlo y eso era decir mucho.
La clases terminaron y fuera del colegio habían unos alumnos susurrando entre sí y cuando me vieron llegar se callaron. Uno de ellos se acercó con cautela y dijo:
—Dannika, un tal Alexei te busca.
Señaló un automóvil negro a la distancia.
—¿Alexei Romanov? —preguntó Patty.
—No vayas —me susurró Sabrina con cautela.
—No tengo muchas opciones —le respondí.
—Dannika, no vayas, él no... no es bueno —dijo Patty y al ver su rostro mirándolo recordé como Gavrel había mencionado que su padre trabajaba con él. ¿Qué sabía Patty?
—Patty —dije, pero no me dejó agregar nada más. Me empujó un poco y se encaminó al auto de Alexei.
Miré impresionada a Sabrina y ella estaba igual de sorprendida, la seguimos de inmediato. ¿Patty era suicida?
—Patricia Adams, casi había olvidado tu existencia, devochka —dijo él cuando mi amiga se acercó. Al vernos cerca dirigió sus ojos hacia mí con una sonrisa arrogante en los labios.
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Deuda de sangre
RomanceLuego de la muerte de su padre, Dannika Murath, de dieciocho años, pasó a ser la tutora de su hermana y la heredera de una deuda con la mafia austríaca de la ciudad: los Bunner. Cuando le dieron a elegir entre la muerte o ser la mensajera de la fami...