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Aclaración previa, no tengo idea de póker e investigué muy poco, porque si me ponía con esto no escribía más jajaja, pido perdón. Siéntanse libres de corregirme y reírse de esos errores. Besito jajaja

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Me aclaré la garganta notoriamente y todos me miraron. Los desconocidos con admiración, Alexei con diversión y Gavrel con enojo.

—Ah, la dulce Dannika —dijo Alexei poniéndose de pie.

—Buenas noches —dije acercándome, evitaba mirar a los ojos a Gavrel.

Los otros se pusieron de pie en señal de respeto, las chicas siguieron en lo que estaban.

—Señores, seguiremos luego con esta partida —dijo Gavrel con tono mortalmente serio.

Su hermano mayor lo miró con desagrado pero le indicó a los hombres y a las bailarinas que abandonaran la estancia.

—También deberías irte, hermano. Tengo algunas... cosas que charlar con Dannika —dijo Alexei mirándome con fijeza. Su mirada era espeluznante y recordé el miedo que le tenía.

—¿Disculpa? —preguntó Gavrel.

Idi, brat, yest' veshchi, kotoryye tebe ne sleduyet slushat' *—respondió en ruso.

Gavrel miró a uno y a otro con rabia antes de abandonar la sala. No dijo una palabra.

—Siéntate, Dannika —dijo Alexei indicando una silla.

Su mirada no había dejado de recorrer mi cuerpo semidesnudo desde que entré. Puaj.

—Te preguntarás que hago aquí —comencé ya frente a la mesa. Empecé a toquetear las cartas.

—¿Juegas al póker? —preguntó entonces mirando mis manos.

—Claro, mi padre me enseñó —respondí.

Él barajó las cartas y las dejó sobra la mesa para que cortara el mazo, luego las repartió.

—¿No apostaremos? —pregunté.

—Uh, eres una chica interesante. Apostemos —dijo volviendo a tomar las cartas.

—Si yo gano, me dices que hace Leslie aquí además del obvio motivo de usarla para meterla entre Gavrel y yo...

—Bien, si yo gano me das tus bragas —dijo.

—No. ¿Qué te pasa conmigo? —pregunté entonces.

—Me mostraste los dientes, linda, no hay nada que me ponga más que eso —dijo con una mirada maliciosa. Mierda no.

Traté de mantenerme firme ante sus palabras.

—Pide otra cosa o no juego —dije.

—Mmm... si yo gano me dirás como sabes mi oscuro secreto —dijo con una sonrisa perfecta.

¿En serio? Eso era jugar sucio. ¿Lo valía la información? Debía pedir más.

—Te daré las jodidas bragas si ganas, pero no quiero quedarme desnuda, además quiero tu palabra de que Leslie no se acercará a mí —dije y él asintió malévolo—. Pero que sepas que soy buena.

Con la apuesta concretada (representada por una ficha azul de cada lado) comenzó a repartir las cartas.

—Sé lo que haces aquí —me dijo mientras miraba su jugada.

—¿Qué hago? —lo interpelé.

—Mi hermanito te envió —dijo.

—¿Ah, sí? Cuéntame más —dije haciéndome la tonta.

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora