—¿Por qué querías el collar si me lo estás dando? —preguntó mi hermana.
—Porque Eliseo me dijo que es un collar importante y quería molestar a Gavrel —le expliqué prendiendo el collar tras su cuello.
—Dannika —dijo mi tía con tono de advertencia.
—¿Qué? Se lo merecía —dije tomando el celular y caminando a la habitación que compartía con Elaia.
—Gavrel, si tienes un poco de respeto, no volverás a enviarme a tu novia a amenazarme. Me importa poco si lo hiciste porque están juntos otra vez o para molestarme, pero respeta, Romanov —dije a un audio.
—¿Respeto? Tú eres la que se comporta como una chiquilla —respondió también en un audio.
Lo llamé, que se vaya a la mierda.
—Tengo 18, tengo todo el derecho, en cambio tú eres un hombre —le dije cuando contestó.
—Pero tú pediste ser considerada como una adulta, la excusa de la edad ya la he oído, además te metiste en cosas de adultos y...
—¿Y qué? Gracias por devolver el collar.
—Dannika...
—Eso era todo —terminé y corté.
Mi hermana me miraba en la puerta con reproche.
—¿Por qué no le dices la verdad? Debes decirle que estás en esto hasta el cuello. Yo era la primera en decir que debías alejarte de ellos y de todos, pero claramente no puedes y necesitas de la protección que puedan ofrecerte.
—En realidad Gavrel lo hace porque teme que su hermano nos vea y quiera matarme. Porque al parecer los malos de esta historia son Alexei y Hannah —le expliqué volviendo a la sala.
—Entonces, si entiendes su motivo, ¿por qué lo torturas y peleas? —preguntó siguiéndome.
—Porque su motivo es bueno, pero su método es nefasto. ¡Mira que abandonarme así! —dije enojada.
Entonces me hermana me miró con su infinita sabiduría y su detector especial de secretos.
—Eso es lo que piensas de mamá, ¿verdad? —dijo.
—Yo... no... —tartamudée.
Fruncí la cara evitando el llanto. Las palabras de mi hermana eran certeras y daban justo en la herida que la conversación con el sir había abierto.
Estaba enojada con mi madre por hacer lo que hizo. Entendía sus motivaciones, pero su solución había sido una mierda.
—Me hizo mucha falta, Eli —susurré y el llanto explotó en mi pecho.
Mi hermana me abrazó, también lloraba, seguramente sintiendo lo mismo que yo.
Sentí las suaves manos de mi tía Linnet en los hombros y sus palabras tiernas:
—La gente hace lo que puede con lo que tiene, linda.
—Pero ella era un adulto, debió encontrar otra solución. ¡Debió llevarnos con ella! —casi grité.
Abrazando a mi hermana y con la contención de mi tía dejé salir toda la furia, el dolor y la confusión que había sentido todos estos años, desde la misteriosa desaparición de Dafne.
—¿Y por qué no volvió? Digo, el padre de Gavrel murió hace un par de años... pudo volver cuando pasó el peligro, pudo comunicarse... pudo hacer muchas cosas —gimoteé.
Ahora mi tía no supo que decir.
—Tal vez no nos quería tanto —dijo Eli.
La miré. Imaginé un mundo en donde alguien pudiera no adorarla. Solo la gente oscura y sin alma sería capaz de dañarla.
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Deuda de sangre
RomanceLuego de la muerte de su padre, Dannika Murath, de dieciocho años, pasó a ser la tutora de su hermana y la heredera de una deuda con la mafia austríaca de la ciudad: los Bunner. Cuando le dieron a elegir entre la muerte o ser la mensajera de la fami...