21

855 148 97
                                    

Y la segunda parte. No olviden dejar su voto y comentario si gustan.
2/2.
........

Estaba llegando a la parada del autobús cuando vibró mi celular.

"Toma la calle Trinity, allí te espero para llevarte con el doctor" decía Gavrel.

Gemí de frustración, no quería ir al médico, pero lo cierto es que temía por mi brazo, el efecto del analgésico estaba empezando a pasar y me dolía un poco.

Gavrel estaba en su auto, con rostro serio y cuando me vio entrar se enderezó en el asiento y sonrió.

—¿Movida mañana? —preguntó mientras yo me sentaba en el asiento de copiloto.

—Ni te imaginas —susurré y recosté la cabeza contra el asiento cerrando los ojos un poco.

—Claro, yo estuve ahí. ¿Te duele? —preguntó.

Giré la cabeza y lo observé. La luz del sol de poco más del medio día iluminaba su rostro desde el parabrisas. Su cabello se veía más claro y con un reflejo dorado miel y sus ojos grises se veían casi translúcidos.

—No mucho —respondí con sinceridad.

—Si Mary Smith vuelve a molestarte...

—¿Qué? ¿Qué harás? ¿La matarás? —cuestioné con horror.

La mirada herida que me dedicó me hizo entender que mis pensamientos había ido en dirección equivocada. "Tonta, tonta, tonta", me dije.

—No, Dannika, hablaré con sus padres personalmente, su padre trabaja en un negocio nuestro. Y no, antes de que me digas algo, no es un negocio sucio. Es una lavandería a la que le cobramos el alquiler, como a Rob —explicó.

—Lo siento, solo... he tenido unos días difíciles. La visita del oficial desestructuró mi sistema, aunque nada es excusa para haber reaccionado así.

—Pero tienes razón al pensar lo que piensas, no somos más que simples asesinos, traficantes y matones —dijo. Miraba al frente y tenía los nudillos blancos por apretar el volante. Había tocado una fibra sensible, parecía que más profunda que lo que yo había insinuado, algo personal suyo.

—Sabes que no pienso eso...

—¿Ah, no? ¿No maté a disparos a dos tipos en un auto el otro día?

—Lo hiciste para protegerme —repliqué con tono angustioso. Había evitado recordar eso, para no torturar más mi corazón y mi mente.

—Claro, y por eso deja de ser asesinato. Las intenciones no cuentan cuando se arrebatan vidas —terminó con voz amarga y un toque sarcástico mientras doblaba en una esquina.

Bajé la mirada recordando a las chicas del barco. Chicas sin rostro y sin nombre en mi memoria, pero que habían muerto por mi culpa, sin importar las intenciones que tuviera cuando hice mi jugada.

—Estás con el humor sombrío hoy —le dije aún con la cabeza baja.

—Lo siento, Dannika.

No dijo más nada en el camino al hospital. Solo habló con el doctor Olivieri respecto a mi salud y la visita que había tenido del oficial Morrison esa mañana. Al perecer todo estaba bien con mis heridas, seguramente en un par de semanas ya me quitarían el cabestrillo.

En cuanto a Morrison, solo le confirmó lo que yo había dicho y alegó que no sabía como había llegado allí, que me habían dejado en la puerta en una silla de ruedas, una enfermera lo corroboró. Por supuesto era alguien de la confianza del doctor.

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora