Extra 3: Eliseo

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Tenía aferrado el teléfono como si tuviera las respuestas del universo en un mano y en la otra prendía y apagaba mi mechero favorito.

Había subido y bajado del coche con la intención de ir a casa de Dannika más veces de las que podía recordar hasta que Héctor me vio y me dijo que fuera a mi habitación.

No prestaba atención a la llama, por lo general el ritmo danzarín del fuego lograba calmarme, pero hoy solo tenía ojos para la imagen del teléfono.

Dannika.

En brazos de Gavrel Romanov.

Él la besaba.

La mantenía tan cerca de él como yo lo había estado.

El odio me corría por las venas. ¿Qué mierda era esto? Sentía la garganta incendiada con el fuego del infierno y el maldito corazón acelerado por la ira.

¿Como había pasado esto?

Ni siquiera parecía que la estuviera forzando, ella incluso se aferraba a él como si su vida dependiera de ello.

¿Qué carajos hacía mi Danni con el hijo de puta de Romanov?

Maldito el día que partí a Austria y la dejé a su merced. Pero jamás me imaginaría que algo así pasaría: él era su profesor hacía meses y no se había interesado en ella. Ni siquiera imaginaba que se podrían relacionar de alguna manera, pero allí estaba la prueba de lo mucho que me podía equivocar.

Felix me había abierto los ojos y solo deseaba volver a cerrarlos.

Recordé la sorpresa que había preparado y el deseo de ir a hablar con Dannika me recorrió como un latigazo en el cuerpo. Sabía que esa no era una buena idea, estaba muy enojado, herido y traicionado como para hablar con ella.

¿Podría tener alguna explicación a esto? Lo dudaba, pero no quería creer que me traicionaría así.

Ni siquiera era capaz de culpar a Romanov. Sabía que Romanov la había salvado del secuestro y me imaginaba que si había tenido un mínimo contacto con ella se había impregnado de su esencia y yo sabía lo adictiva que podía ser.

No sabía que conocimiento tenía él de Dannika en relación a mí, pero comprendía que se hubiera abalanzado sobre ella.

Es que sus labios aclamaban ser besados, sus ojos te miraban con eterna ilusión y su cuerpo se veía tan cálido que solo querías perderte en él. Si yo estaba perdido con ella desde que la vi, ¿cómo el idiota de Romanov no lo estaría?

Pero él solo podía ofrecerle su amor roto, yo le podría dar todo cuando pudiera enfrentar a mi padre, lo que planeaba hacer pronto. Había hablado con Katharina y ella me había incentivado a tomar las riendas de mi vida, aunque ella misma no fuera capaz de enfrentar a sus padres, me aseguraba que yo era mucho más fuerte.

Defendería mi relación con Dannika y que mi padre afianzara sus negocios de otra forma. Pero verla besando a Romanov...

Sentía que el corazón se me desprendía del pecho, quería ir a matar al bastardo y quería ir a buscar a Dannika y llevármela lejos, a un lugar donde no corriera peligro y fuéramos solo nosotros mismos.

Pero no podía hacer eso, así que solo... le diría que lo sabía y esperaría una explicación. ¿Por qué no me había dicho ayer que ya no me quería? ¿Por qué había tenido que enterarme así?

Me aferraba a su imagen cariñosa como un idealista a un futuro próspero. Ella era mi futuro y, por el respeto y cariño que le tenía, mañana oiría lo que tenía para explicar. Hoy no me encontraba capaz de verla sin decirle algo que pueda lastimarla y si algo he aprendido es que las palabras lastiman más que dagas y no soportaría dañarla.

Esperaba mañana estar mejor y ser capaz de hablar desde la razón y no desde los celos viscerales que me carcomían por dentro.

¡Qué Gavrel Romanov no se cruzara en mi camino! Esta vez no sería indulgente.

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Estaba seguro de tres cosas en esta vida:

1- La confianza es un muro de papel: difícil de construir y se cae con un suspiro.

2- Era un idiota, desde el nacimiento a la tumba lo sería. Así como todos. Cada uno es idiota a su manera y yo tengo diferentes facetas de idiotez, cada una distinta de la otra.

3- Dannika sería mi perdición en todo sentido.

Katharina había logrado calmar mi desesperción por teléfono en base a consejos, palabras dulces y soluciones. ¿Por qué diablos no podía enamorarme de ella? Todo hubiera sido más fácil si hubiera logrado amarla como se merecía.

Pronto estaría aquí y me recordaría el punto número dos de la lista: mi idotez. Ella tenía esa capacidad de recalcar de forma inconsciente mis carencias emocionales, que al parecer eran más de las que creía.

Mantuve el rostro serio mientras caminaba hacia el despacho de mi padre.

Recordaba como me había desmoronado ante Dannika. Solo con ver sus ojos supe que estaba perdido. Quería besarla, abrazarla y tocarla hasta que olvidara a Romanov, quería que me dijera que era el centro de su mundo. Estaba seguro que podría haberme insultado y dicho que jamás me había querido y le hubiera suplicado de la misma forma.

Pero yo no era así, jamás había necesitado mendigar cariño, no me reconocía y eso me asustaba y me dolía en partes iguales.

Se suponía que Romanov era el patético emocional, no yo.

Abrí la puerta del despacho de mi padre con renovado terror al saber que era capaz de acabar con la vida de la mujer que amaba.

—Sohn, ¿qué pasa? —preguntó él con mirada curiosa, seguro la perturbación que sentía era notoria en mi rostro.

Pensé en los ojos de Dannika llenos de confunsión pero con un cariño que era incapaz de disimular, al menos a mí.

—Me voy a casar con Kath, vater —sentencié.

Una sonrisa felina se dibujó en su semblante.

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Un poquis de mi querido Eliseo :D
Gracias por los 15k leídos!!!

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora