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Aviso: una cosa cortita. Al final de los capítulos voy a poner siempre una notita, una cosita dicha por mí. Lo voy a hacer porque algunos capítulos se han descargado a algunos lectores hasta la mitad o así y no lo podían leer completo. Así que si no ven esa notita al final, es que el capítulo no está completo. La notita va a ser como esta (en negrita). Eso, si no la ven, borren la historia de biblioteca y vuelvan a guardarla.
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Salir de clase fue fácil. Al ser mayor de edad no necesitaba que nadie viniera por mí cuando me sentía mal, y al asegurar que estaba esperando un uber me dejaron marchar.

Sabrina estaba preocupada y quería acompañarme, debí enviarle un corto mensaje explicativo para que me dejara ir.

Me paré en la puerta de Rami´s, miraba a todos lados con un poco de terror, lo cierto es que me sentía un poco expuesta en ese momento.

El auto de Gavrel frenó ante mí y subí a toda prisa.

Claro, no me esperaba la tensión en el ambiente porque soy un poco tonta a veces, por lo que entré muy confiada hasta que el silencio incómodo se instauró.

—Dannika, lo mejor va a ser que cortemos el contacto —dijo de pronto.

"¿Qué? ¿Cómo? Nah, no había dicho eso" pensé.

—¿Eh? —pregunté alzando las cejas.

—Sí, creo que te pongo en más peligro. Mi hermano sabe que el mensajero sigue con vida, piensa que el sir lo salvó y estar en contacto contigo te podría delatar —explicó serio.

—Podrías decirle lo mismo que a tu hermana —propuse. Plantear la idea de que teníamos un romance, genial, el sir iba a dar piruetas en el aire.

Él desvió la vista de la carretera para mirarme.

—No te entiendo, Dannika, te juro que lo intento pero no lo hago —dijo.

—Tú tampoco eres la persona más fácil de leer en el mundo, Romanov.

—¿No? ¿No soy un tipo muy obvio ante ti, prelest´ moya? —dijo con un toque de amargura en la voz. La forma en la que dijo el apodo que solía decir con dulzura me dolió más que una cachetada.

—Tal vez sí —admití resignada.

—Tal vez sí... claro. Te dejaré en tu casa, Dannika, una conversación entre nosotros no llegará a ningún lado —dijo desviándose del camino.

—¿No? Por supuesto, una chica te dice que no está interesada y automáticamente te conviertes en un cretino —expresé enojada. Me hubiera gustado cruzarme de brazos para dar más dramatismo a mis palabras.

—¿Te parece que estoy actuando como un cretino? Joder, Dannika, de verdad me desconciertas a cada palabra que dices. ¿Me alejo porque noto que mis sentimientos te ponen incómoda y me tratas de cretino? —comunicó con un suspiro de frustración.

—¿Eh? —dije como tonta. ¿Acababa de decir que se alejó para no ponerme incómoda? Coño, soy una mierda. ¿Cómo podía fallar tanto descifrando sus intenciones?

—Claro, niña. Te pongo en peligro, te pongo incómoda, ¿por qué debería seguir molestándote? —preguntó con voz abatida.

Ay no, si soy una mierda. Mi corazón se partió un poco al oír sus palabras.

Ya estábamos cerca de mi casa, debía decir algo pero nada salía por mis labios.

—Lo siento —dije.

Ah, sí, la genialidad hablando.

—¿Lo sientes? ¿Qué sientes? —interrogó deteniéndose al frente de mi casa. Su pregunta implicaba más de lo que expresaba.

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora