Un lunes por la tarde, me crucé con Gale por la calle y me llamó. Hice lo posible por ignorarlo, pero no se rindió.
—¡Katniss! ¡Katt.! Me rendí y me volví para enfrentarlo. —¿Qué quieres, Gale? —grité entre susurros para no llamar la atención.
—Creo... —Se pasó la mano por el pelo rapado—. Creo que tenemos que hablar. Sé que estás enfadada, pero seguimos casados. No puedes seguir evitandome.
—¿Te refieres a como tú me has evitado los últimos ocho meses?—Sé que no llevé bien las cosas y te pido perdón por eso. Todo es muy complicado.
—Autumn está embarazada de ti. Además, me dijo que le contaste que yo te había dejado. ¿En serio, Gale? ¿Así es como convences a las mujeres para que se acuesten contigo? ¿Me conviertes en la mala de la película?Agachó la cabeza y se encogió un poco.
—He cometido muchos errores, pero intento aprender de ellos y compensarlos. Te debo más disculpas de las que puedo contar y solo quiero que hablemos. He pensado en la terapia de pareja. ¿O podríamos volver arezar juntos? ¿Te acuerdas de cuando lo hacíamos? —Sí, luego empezaste a decir que estabas demasiado cansado para arrodillarte conmigo.
—He estado muy perdido, Katniss. Te necesito. No me va bien sin ti. «¿Perdona?». Me quedé de piedra.
Sus palabras me dejaron perpleja.—Me das asco —espeté, me di la vuelta y empecé a caminar. Él solito había destruido nuestra relación y las piezas nunca volverían a encajar. —¿Por qué te acuestas con él? —preguntó y no lo hizo en voz baja, así que me di la vuelta. —¿Cómo dices?—¿Es para vengarte de mí por haberte hecho daño? —No me creo que lo digas en serio.
—Es peligroso, Katniss. ¿Y no le doblas la edad? —Tiene veinticuatro. No es el doble ni de cerca.
—Pero es básicamente un crío comparado contigo. Además, se acuesta con todas las mujeres del pueblo.
—Mira, ya tenéis algo en común —comenté y puse los ojos en blanco.—¿De verdad quieres ser otra más para él? No estás siendo inteligente, Katniss, ni teniendo cuidado. Alguna de esas mujeres podría haberle contagiado algo. Te podría haber pasado algo. ¿De verdad no se daba cuenta? La ironía de que él, el marido infiel, me hablase de tener cuidado, cuando se había acostado conmigo después de sus incontables aventuras.
—No vamos a hablar de esto.
—Vale, está claro que no vas a hablar conmigo ni con tu madre, pero tienes que hacerlo con alguien. ¿Qué tal Judy? Siempre ha tenido los pies en la tierra. Necesitas alguien con quien desahogarte que no sea Peeta Mellark.—Ya no tienes derecho a meterte en mi vida. Ya no formas parte de lo que hago con mi tiempo, igual que yo no formo parte del tuyo. Me marché a casa de Judy e intenté olvidar la conversación con Gale. Era como un molesto picor que no se iba. Lo peor de todo es que vivía en la negación, como si esperase que olvidara su infidelidad sin más, porque debía perdonar todos sus errores por nuestro amor.
Cuando llegué a casa de mi hermana, me quedé un momento en el porche y miré por la ventana. Judy estaba frente a un atril con una cuchara de madera en la mano, como si fuera un micrófono, y hablaba como si lo hiciera para un auditorio lleno de gente. Cuanto más escuchaba, más comprendía lo que hacía: dar un sermón. Se me aceleró el corazón porque, además, lo hacía de maravilla. Nunca había visto esta faceta suya. Ni siquiera sabía que le interesase predicar. Cuando se giró hacia la ventana y me vio, soltó la cuchara de golpe. Corrió hacia mí y abrió la puerta de un tirón.
—Katniss, ¿qué haces? —preguntó, completamente roja.
—Judy. —La miré con los ojos como platos—. Estabas predicando.

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Para siempre (Everlark)
RomanceKatniss se siente perdida después de que su marido la haya abandonado. Entonces, regresa a su pueblo natal y allí conoce a Peeta, la oveja negra. Entre ellos surge la conexión más poderosa que han sentido hasta ahora. Son corazones heridos que inten...