Después del encuentro con Gale y Autumn, volvimos a mi casa, donde había planeado una maratón de Juego de tronos. Lo tenía todo listo: palomitas, Coca-Cola de cereza y sus dulces favoritos: tacitas de mantequilla de cacahuete de Reese. Me sorprendía saber cuál era su dulce favorito. Nunca había tenido una relación tan cercana con nadie como para conocer sus preferencias. Esperaba que la distracción la ayudase a olvidar a las dos personas que mas daño le habían hecho. Después de prepararlo todo en la mesita de café, fui a la nevera a por los refrescos, pero me detuve al ver a Katniss mirándose el tatuaje en el espejo.Tenía una sonrisa en los labios que parecía más bien un gesto de tristeza. —¿Estás bien?—Sí, no pasa nada. Es que... —Me miró y se encogió de hombros—. Hoy es mi aniversario.
—Ah, no lo sabía... —Se me formó un nudo en la garganta. Había sido un idiota al permitirme sentir algo por ella. No tenía sentido. Seguía siendo una mujer casada y podía volver con su marido en el momento en que se cansase de lo que fuera que teníamos. Además, no quedaba mucho para que nuestra aventura de verano terminase y volviera a su vida real en Atlanta. Teníamos un trato, habíamos dejado claro que todo acabaría en agosto y cada uno se iría por su lado. No me debía nada. Aun así, lo quería todo.
—Ver a Gale con Autumn habrá sido duro —comenté.
—No, Peeta. —Negó con la cabeza y me puso una mano en el brazo—. No es ese aniversario. Es el del primer aborto.
—Mierda. Lo siento. Me sentí un imbécil.
—No pasa nada. Bueno, sí pasa, pero por eso quería hacerme los tatuajes hoy, para honrarlos. No voy a mentir, ver a Autumn embarazada, precisamente hoy, ha sido un duro golpe.
—Me resulta increíble —susurré y le coloqué un mechón detrás de la oreja—. No entiendo cómo te han hecho algo así.
—Ella le ha dado lo que yo no he podido. Es lo que siempre he intentado ser para él. Siempre he querido formar una familia, pero no he podido cumplir con el supuesto deber de una esposa. No...
—Respiró hondo y cerrólos ojos—. Quería darle una familia, pero se marchó y formó una por su cuenta.
—Lo siento mucho, Katniss. Esbozó una sonrisa llena de tristeza y se encogió de hombros.—A veces la vida es injusta, pero así son las cosas. Soy la chica que casi. —¿La chica que casi? —Sí. La chica que casi consiguió su sueño. La chica que casi tuvo un amor verdadero, la que casi triunfó en su matrimonio y la que casi fue madre, pero después de siete pérdidas, comprendí que no iba a pasar. Los médicos dijeron que si seguía intentándolo, mi cuerpo no lo soportaría, aunque lo cierto es que me preocupaba más mi cabeza. Con cada día que pasaba, sentíaque me volvía más loca. Ni siquiera tuve tiempo de hacerme a la idea cuando Gale me dejó. Estaba hecha trizas. Tenía el corazón roto. Estoy cansada de ser esa chica, eso es todo.
—Eso no existe —dije y le agarré la mano—. No se puede ser «casi madre». Has tenido siete hijos; que no llegasen a nacer no significa que no hayan existido. Eran tuyos y los quisiste con toda el alma, aunque fuera por un breve periodo de tiempo. Eres una madre, Katniss. Siento muchísimo que nunca hayas llegado a abrazar a tus bebés, pero eres y siempre serás una madre. Empezó a temblar y la abracé para intentar hacerle ver que aquella noche no estaba sola.
—A veces finjo que sabía lo que iban a ser y les he puesto nombre —confesó.—¿Cuáles eran?—Emerson, Jamie, Karla, Michael, Jaxon, Phillip y Steven —dijo con lágrimas en los ojos.
—Son preciosos. El dolor le venía en oleadas. Por un momento, estaba bien, pero,entonces, la realidad la golpeaba y volvía a enfrentarse a todas aquellas perdidas. No había palabras para consolarla. Nada de lo que hiciera eliminaría el dolor, así que pasé el resto de la noche haciendo lo único que podía: abrazarla. La dejé desmoronarse entre mis brazos, le permití estar triste. La abracé con todas mis fuerzas durante mucho tiempo hasta que, por fin, se relajó y se durmió sobre mi pecho. Me rompió el corazón verla llorar en sueños. Incluso al soñar, cuando se suponía que debería encontrar algo de paz, sufría. Se merecía mucho más de lo que el mundo le había dado. Se merecía ser feliz más que ninguna otra persona. Odiaba que la vida hubiera sido tan dura para alguien tan bueno. Odiaba ver cómo el dolor se tragaba el corazón de la mejor mujer del mundo. Odiaba no poder ayudarla a curar sus heridas. Se merecía mucho más.
***
Nos quedamos en la cama más de lo debido y la abracé más de lo que había planeado. Seguía dormida y respiraba tranquila sobre mi pecho. Sin pensarlo, le di un beso en la frente. Había pasado la noche anterior destrozada, me había hablado de los peores momentos de su vida y, al hacerlo, los revivió. «Emerson, Jamie, Karla, Steven...». Los bebés que nunca llegó a abrazar, las vidas que anhelaba, las almas que se fueron antes de llegar. No imaginaba cuánto dolor había soportado. Cuánto sufría. Solo podía abrazarla y esperar que fuera suficiente para ayudarla a superar los recuerdos. Si existía alguien que mereciera ser madre, esa era Katniss.
El mundo era egoísta e injusto. ¿Cómo era posible que tanta gente que no lo merecía tuviera hijos mientras se les negaba a otros la oportunidad de tenerlos? Se movió un poco y se acurrucó con un bostezo.
—Me he quedado dormida —susurró.
—Así es.
—Lo siento. Conozco la reglas.
—Se incorporó y se estiró—. Ya me voy. —O, bueno... —¿Qué? —preguntó y me miró por encima del hombro. Tenía el pelo hecho un desastre y estaba más guapa que nunca.—¿Estás bien después de lo de anoche? Me sonrió.—Siempre estoy bien.
—Ya, pero si no lo estás, puedes... —«Quedarte. Quédate conmigo»—. Quiero decir que, si necesitas hablar con alguien, estoy aquí. Se le suavizó la mirada y la apartó.
—Cuidado, Peeta —susurró y se pasó los dedos por el pelo—. El verano casi ha terminado, no deberías pararme el corazón así. Anda, porfavor, dime algo menos bonito. Dime algo cruel.
—No quiero decirte nada cruel.
—Ya, pero si vamos a seguir con esto, tenemos que compensar los momentos bonitos con algunos feos. Di algo. Piensa en algo agradable que quieras decirme y dime lo contrario.—Vale. Eres la persona más fea que he conocido. Tu cara me recuerda aun cubo de basura y, cada vez que te marchas, me alegro.
Se inclinó y apoyó la frente en la mía.
—Ah —dijo en voz baja—. Entonces, ¿la verdad es lo contrario? Asentí.
—La verdad es lo contrario.
—Peeta Mellark. —Cerró los ojos.—¿Sí?—Se me ha vuelto a parar el corazón.
—A lo mejor es algo bueno. A veces el corazón necesita parar para seguir latiendo. —¿Me puedo quedar un poco más? —preguntó, insegura y con voz temblorosa.
—Sí, y después otro poco más. La abracé y nos tumbamos en la cama. La forma en que se acurrucó sobre mí me nubló el pensamiento, pero me dio igual. Hacía mucho que nome sentía así, cercano y protector. Quería protegerla del mundo, del dolor y del sufrimiento y también, de forma egoísta, quería mantenerla cerca. Quería sentir su piel, sus labios y sus latidos, sentirla cerca del corazón. Mi corazón...
Mi puñetero corazón. No sabía que todavía latía.

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Para siempre (Everlark)
RomanceKatniss se siente perdida después de que su marido la haya abandonado. Entonces, regresa a su pueblo natal y allí conoce a Peeta, la oveja negra. Entre ellos surge la conexión más poderosa que han sentido hasta ahora. Son corazones heridos que inten...